<p>Demasiadas críticas han inspirado los ensayos hechos a mediados de 2010. Pero, en esta oportunidad, la burocracia de Bruselas quiere mantener en secreto los resultados. O sea, crear de antemano sospechas sobre los eventuales resultados. Por otra parte, el Europarlamento difícilmente tolere el intento de mantener ese secreto.<br />
<br />
En rigor, las futuras pruebas prosiguen las efectuadas a 91 entidades financieras. Fallas y ocultamientos varios frustraron el objetivo central, vale decir restaurar la confianza en la banca privada de la UE. Por el contrario, como admite el finés Olli Rehn, comisario europeo de economía, “temores y aprensiones fueron en aumento y acabaron desacreditando los ensayos”.<br />
<br />
Los rescates griego, islandés, irlandés y, presumiblemente, portugués y español ponen evidencia que aquellas pruebas fueron parciales o defectuosas. Rehn simplemente fue el primero en señalar que el rey estaba desnudo. <br />
Ahora bien, los entretelones de hace seis meses debieron haber alertado a los técnicos del Banco Central Europeo, el banco de Inglaterra y el de Suecia. Por ejemplo, la exposición de bancos franceses a deudas soberanas variaba llamativamente según la fuente. En el caso del rojo español, el Banco de Ajustes Internacionales lo estimaba en € 34.700 millones, contra sólo € 6.600 millones en los ensayos.<br />
<br />
Desmedidamente exaltadas entonces, hoy se sabe que las pruebas de resistencia subestimaban notablemente las cifras en danza, aunque no en todos los casos. Por ejemplo, el ensayo francés abarcaba los cuatro mayores bancos (todos con acciones estatales), no el sistema en pleno. Pero ese grupo representa casi 80% de los activos totales.<br />
<br />
También surgían amplios hiatos en materia del riesgo para la banca francesa. A la sazón, la deuda griega oscilaba de € 11.600 millones (cifras del BCE) a 20.000 millones (BAI), en tanto la portuguesa registraba respectivamente € 4.900 millones y 15.100 millones. Eso explica que, de las 91 pruebas encaradas por el comité supervisor de la banca europea (CSBE), apenas nueve dieran mal.<br />
<br />
Esos resultados indujeron una ola de euforia y acallaron temores de opacidad o dudas sobre la salud del sistema privado. Meses más tarde, una investigación más detallada revelaba que muchos bancos comerciales no habías aportado datos tan veraces como los que supusieron los reguladores.<br />
<br />
Algunas entidades financieras excluyeron los bonos soberanos –piedras de toque- y varios redujeron los montos de posiciones cortas. Nada de eso fue señalado por los bancos centrales al publicar los resultados de las pruebas en julio. Al quedar la maniobra en descubierto (se parece a los ocho años de maquillaje que Goldman Sachs hizo con pasivos griegos), parte de los bancos “aclaró” que había seguido pautas del propio CSBE.<br />
<br />
Como se reconoce actualmente, el ente se hallaba bajo intensas presiones, por parte de autoridades nacionales. Su objeto era efectuar los ensayos de modo tal que los resultados equivalieran a un “certificado de buena salud” para el sistema bancario. “Es obvio –subraya el Royal Bank of Scotland- que los intentos políticos en pos de restablecer confianza han fracasado y el Banco de Francia no es único culpable”. Ahora proponen otra ronda de ensayos.<br />
</p>
¿Habrá más pruebas de resistencia para bancos?
Ante una crisis que no tiene visos de agotarse, técnicos de la Unión Europea no sólo de la Eurozona- plantean exámenes más rigurosos sobre la verdadera situación de la banca privada. Esta vez, sin sospechosas tolerancias.