“Desde el encuentro anterior en igual nivel se han intensificado las bruscos altibajos en las monedas principales. Preocupan –señala un documento difundido el sábado- las implicaciones para la estabilidad económica y financiera”.
Nada nuevos, como se ve. Al igual que otros foros, éste redujo expectativas sobre los siete y, hasta cierto punto, el resto del mundo. Pero se evitó mencionar la palabra “desacople”, aunque este fenómeno esté aislando a economías como China, India, Brasil, Rusia o las petroleras del descalabro occidental.
Tras señalar que, desde la reunión en Tokio (febrero), el dólar cayó 8% ante el euro y 6% ante el yen, el G-7 responsabiliza de las turbulencias –claro- a dos crisis iniciadas en EE.UU.: malas hipotecas, iliquidez. Ambas activaron corridas sobre productos primarios y presiones inflacionarias.
“Simplemente, han pulido un poco la retórica habitual y tratan de ganar tiempo hasta que el dólar repunte”, ironizaba Mark Chandler,analista cambiario de Brown Brothers Harriman, Nueva York. “Tal vez no lo consigan, pese a un ejército de gurúes de pronto optimistas”.
Por supuesto, el lenguaje ha cambiado. Especialmente si se lo compara con el encuentro de 2004. En ese momento, los pronósticos del G-7 sobre paridades monetarias rezumaban un triunfalismo agresivo. Otro es el tono hoy, luego de que el euro tocase US$ 1,591 (el miércoles) y el dólar cediese a € 0,629.
“Desde el encuentro anterior en igual nivel se han intensificado las bruscos altibajos en las monedas principales. Preocupan –señala un documento difundido el sábado- las implicaciones para la estabilidad económica y financiera”.
Nada nuevos, como se ve. Al igual que otros foros, éste redujo expectativas sobre los siete y, hasta cierto punto, el resto del mundo. Pero se evitó mencionar la palabra “desacople”, aunque este fenómeno esté aislando a economías como China, India, Brasil, Rusia o las petroleras del descalabro occidental.
Tras señalar que, desde la reunión en Tokio (febrero), el dólar cayó 8% ante el euro y 6% ante el yen, el G-7 responsabiliza de las turbulencias –claro- a dos crisis iniciadas en EE.UU.: malas hipotecas, iliquidez. Ambas activaron corridas sobre productos primarios y presiones inflacionarias.
“Simplemente, han pulido un poco la retórica habitual y tratan de ganar tiempo hasta que el dólar repunte”, ironizaba Mark Chandler,analista cambiario de Brown Brothers Harriman, Nueva York. “Tal vez no lo consigan, pese a un ejército de gurúes de pronto optimistas”.
Por supuesto, el lenguaje ha cambiado. Especialmente si se lo compara con el encuentro de 2004. En ese momento, los pronósticos del G-7 sobre paridades monetarias rezumaban un triunfalismo agresivo. Otro es el tono hoy, luego de que el euro tocase US$ 1,591 (el miércoles) y el dólar cediese a € 0,629.