“Las perspectivas económicas son tan buenas que debemos proseguir con la política de retoques”, sostuvo Alan Greesnpan, dejando de lado los problemas de sectores tan influyentes en la acitvidad real como el automotor. Por ejemplo, el último balance trimestral de General Motors.
Como viene haciéndose desde hace más de un año, el inminente jubilado insistió en que “existen incertidumbres significativas”. Tales como precio del petróleo y los combustibles, costos laborales –en su visión neoclásica, los salarios generan inflación, pero los gastos militares no- y perspectivas de las tasas largas. También enfatizó los “creciente riesgos de la burbuja inmobiliaria que vive el país”.
“Nuestros pronósticos refirman una expansión pausada pero sostenida, aunque no bastante para contener presiones inflacionarias”, señaló en la exposición semestral ante el comité de servicios financieros (cámara de representantes). Hoy jueves vienen las preguntas.
Tras sugerir que Wall Street y otras bolsas principales “quizá deban tomar ganancias, pues casi todas vienen registrando las máximas del año”, Greenspan se mostró algo inquieto por la escasa diferencia entre tasas básicas (3,25% anual, en algunos días probablemente 3,5%) y letras de Tesorería a diez años, ayer en 4,22%.
El comité monetario del SRF ha efectuado ya nueve ajustes hacia arriba desde junio de 2004, cuando los tipos referenciales estaban en 1% anual, piso desde 1958. Ahora, los operadores a término proyectan 4% en diciembre y un muy conservador 4,25% un año más tarde. Pero estas presunciones no han sido convalidadas por la realidad en los últimos nueve meses.
En lo tocante a las ya habituales profecías y expresiones de deseos de Greenspan, el mercado ha dejado de tomarlas muy en serio. Primero, porque su “optimismo fundamentalismo” trasunta una teoría con escaso sustento. Segundo, porque le falta poco para el retiro y no hace nada para imponer como sucesor a Benjamin Bernanke –su mentor ideológico-, hoy jefe de asesores económicos de George Walker Bush.
“Las perspectivas económicas son tan buenas que debemos proseguir con la política de retoques”, sostuvo Alan Greesnpan, dejando de lado los problemas de sectores tan influyentes en la acitvidad real como el automotor. Por ejemplo, el último balance trimestral de General Motors.
Como viene haciéndose desde hace más de un año, el inminente jubilado insistió en que “existen incertidumbres significativas”. Tales como precio del petróleo y los combustibles, costos laborales –en su visión neoclásica, los salarios generan inflación, pero los gastos militares no- y perspectivas de las tasas largas. También enfatizó los “creciente riesgos de la burbuja inmobiliaria que vive el país”.
“Nuestros pronósticos refirman una expansión pausada pero sostenida, aunque no bastante para contener presiones inflacionarias”, señaló en la exposición semestral ante el comité de servicios financieros (cámara de representantes). Hoy jueves vienen las preguntas.
Tras sugerir que Wall Street y otras bolsas principales “quizá deban tomar ganancias, pues casi todas vienen registrando las máximas del año”, Greenspan se mostró algo inquieto por la escasa diferencia entre tasas básicas (3,25% anual, en algunos días probablemente 3,5%) y letras de Tesorería a diez años, ayer en 4,22%.
El comité monetario del SRF ha efectuado ya nueve ajustes hacia arriba desde junio de 2004, cuando los tipos referenciales estaban en 1% anual, piso desde 1958. Ahora, los operadores a término proyectan 4% en diciembre y un muy conservador 4,25% un año más tarde. Pero estas presunciones no han sido convalidadas por la realidad en los últimos nueve meses.
En lo tocante a las ya habituales profecías y expresiones de deseos de Greenspan, el mercado ha dejado de tomarlas muy en serio. Primero, porque su “optimismo fundamentalismo” trasunta una teoría con escaso sustento. Segundo, porque le falta poco para el retiro y no hace nada para imponer como sucesor a Benjamin Bernanke –su mentor ideológico-, hoy jefe de asesores económicos de George Walker Bush.