Los analistas aguardan que Chrevron Corporation, su socia Devon Energy y Statoil ASA anuncien los primeros ensayos exitosos en una franja de 480 kilómetros y 3.000 metros de hondo. El lecho marino se compone de rocas que datan de la baja era terciaria.
La pruebas se centran en el pozo Jack, unos 430 km al sudoeste de Nueva Orleáns. Luisiana. Pero esto abre camino para descubrimientos similares por parte de otras empresas con permisos en la zona. Entre ellas, Exxon Mobil, British Petroleum, Royal Dutch/Shell y la estatal Petrobrás.
Según calculas Chrevron y Devon, esas formaciones geológicas tal vez contengan más de 3.000 millones de barriles en términos de crudos. Pero, tomando en cuenta gas natural, el volumen podría alcanzar los 15.000 millones. Si el segundo guarismo fuese factible, las actuales reservas norteamericanas subirían 50%. O sea, de 29.300 a casi 44.000 millones de barriles. Claro, eso no llega a los 55.000 millones de Kuweit ni a los 100.000 millones de Irán.
Algunos expertos comparan el potencial en el golfo con el de bahía Prudhoe (Alaska), donde la extracción alcanzó 1.500.000 barriles diarios en 1997 y, en la fase declinante actual, todavía aportaba en 2005 unos 420.000 b/d. “Estos descubrimientos son relevantes. No obstante –señala la consultoría PFC Energy- seria erróneo esperar otra era de petróleo abundante y barato en el mundo”.
En verdad, las reservas de la baja era terciaria no se aproximan a los vastos yacimientos de Levante, Méjico ni Rusia. Salvo éstos, el resto parece estar en fase de declive, como lo muestra el de Cantarell, ubicado en aguas de Yucatán. Sinb embargo, si estos hallazgo se confirman, enfriarán las expectativas del mercado, pues EE.UU. no será en el futuro tan adicto a hidrocarburos importados.
En realidad, las compañías deben todavía revelar cuánto crudo han encontrado. Devon, empero, señala que sus cuatro sitios (Jack es uno) contiene no menos de 300 millones de barriles. Unos 300 km al oeste hay otros cinco yacimientos casi pegados entre sí; inclusive el Great White (Shell), que tal vez contenga unos 500 millones de barriles.
Los analistas aguardan que Chrevron Corporation, su socia Devon Energy y Statoil ASA anuncien los primeros ensayos exitosos en una franja de 480 kilómetros y 3.000 metros de hondo. El lecho marino se compone de rocas que datan de la baja era terciaria.
La pruebas se centran en el pozo Jack, unos 430 km al sudoeste de Nueva Orleáns. Luisiana. Pero esto abre camino para descubrimientos similares por parte de otras empresas con permisos en la zona. Entre ellas, Exxon Mobil, British Petroleum, Royal Dutch/Shell y la estatal Petrobrás.
Según calculas Chrevron y Devon, esas formaciones geológicas tal vez contengan más de 3.000 millones de barriles en términos de crudos. Pero, tomando en cuenta gas natural, el volumen podría alcanzar los 15.000 millones. Si el segundo guarismo fuese factible, las actuales reservas norteamericanas subirían 50%. O sea, de 29.300 a casi 44.000 millones de barriles. Claro, eso no llega a los 55.000 millones de Kuweit ni a los 100.000 millones de Irán.
Algunos expertos comparan el potencial en el golfo con el de bahía Prudhoe (Alaska), donde la extracción alcanzó 1.500.000 barriles diarios en 1997 y, en la fase declinante actual, todavía aportaba en 2005 unos 420.000 b/d. “Estos descubrimientos son relevantes. No obstante –señala la consultoría PFC Energy- seria erróneo esperar otra era de petróleo abundante y barato en el mundo”.
En verdad, las reservas de la baja era terciaria no se aproximan a los vastos yacimientos de Levante, Méjico ni Rusia. Salvo éstos, el resto parece estar en fase de declive, como lo muestra el de Cantarell, ubicado en aguas de Yucatán. Sinb embargo, si estos hallazgo se confirman, enfriarán las expectativas del mercado, pues EE.UU. no será en el futuro tan adicto a hidrocarburos importados.
En realidad, las compañías deben todavía revelar cuánto crudo han encontrado. Devon, empero, señala que sus cuatro sitios (Jack es uno) contiene no menos de 300 millones de barriles. Unos 300 km al oeste hay otros cinco yacimientos casi pegados entre sí; inclusive el Great White (Shell), que tal vez contenga unos 500 millones de barriles.