En la quinta semana negativa, la baja de calificación bursátil de General Electric, la reducción de utilidades estimadas por las tabacaleras y similar perfil en farmoquímicas tuvieron un impacto que los propios analistas ven excesivo. De hecho, si las cosas no cambian el lunes, el Standard&Poor’s 500 –cartera clave dentro y fuera de ese mercado- habrá sufrido su peor trimestre desde la crisis sistémica de 1987. En ese clima, el S&P cedió 2,5%. Pero la sorpresa la dio el Dow Jones industrial, que perdió más de 3%.
Por el contrario, nadie se extrañó de que, en San Pablo, el dólar tocase picos de R 3,90 (cerró en torno de 2,87/8). Ni de que el Bovespa se desplomase 5,06%. Dos motivos explican el descontrol especulativo: un inminente cierre de mes con muchos operadores que han comprado dólares a más de R 3,95 para ese día y la proximidad de elecciones presidenciales (domingo 6), donde Luiz Inácio da Silva (Lula) tiene chances de ganar sin necesidad de segunda vuelta.
En la quinta semana negativa, la baja de calificación bursátil de General Electric, la reducción de utilidades estimadas por las tabacaleras y similar perfil en farmoquímicas tuvieron un impacto que los propios analistas ven excesivo. De hecho, si las cosas no cambian el lunes, el Standard&Poor’s 500 –cartera clave dentro y fuera de ese mercado- habrá sufrido su peor trimestre desde la crisis sistémica de 1987. En ese clima, el S&P cedió 2,5%. Pero la sorpresa la dio el Dow Jones industrial, que perdió más de 3%.
Por el contrario, nadie se extrañó de que, en San Pablo, el dólar tocase picos de R 3,90 (cerró en torno de 2,87/8). Ni de que el Bovespa se desplomase 5,06%. Dos motivos explican el descontrol especulativo: un inminente cierre de mes con muchos operadores que han comprado dólares a más de R 3,95 para ese día y la proximidad de elecciones presidenciales (domingo 6), donde Luiz Inácio da Silva (Lula) tiene chances de ganar sin necesidad de segunda vuelta.