En el primer semestre del año se redujo el déficit fiscal y la emisión monetaria. Pero la situación sigue siendo extremadamente precaria, entre otras razones por la gran emisión monetaria del año pasado. Todavía quedan $ 1,2 billones de emisión monetaria excedente.
En este contexto, volver a expandir el gasto público no reactivará la economía sino que profundizará la crisis, afirma el informe de la consultora IDESA.
En la primera mitad del año prácticamente no hubo déficit fiscal primario (el déficit fue de $55 mil millones o 0,1% del PBI) y hubo poca asistencia del Banco Central al Tesoro ($300 mil millones o 1% del PBI). A esto se agrega la suba en el precio de la soja que le permitió al Banco Central aumentar sus reservas en U$S 3.500 millones en lo que va del año.
Estas condiciones permitieron que la inflación se mantenga en niveles altos, pero que no se acelere y la brecha del dólar de mercado respecto al oficial que no se agrande.
Ante esta relativa calma algunos sectores de la coalición gobernante proponen un relajamiento. La lógica sería que poniendo dinero en el bolsillo de la gente aumentará el consumo lo que reactivará la economía y así se recuperará el empleo. De esta forma, el relajamiento fiscal y monetario permitirá generar un círculo virtuoso de más consumo, más producción y más empleo. Esta idea tiene una intencionalidad política ya que apunta a llegar a las elecciones de medio término con un clima más propicio para el oficialismo.
¿Están dadas las condiciones para que más gasto público impulse la reactivación de la producción y el empleo? Para encontrar respuestas sirve apelar a datos del Banco Central sobre la situación monetaria. Según esta fuente se observa que entre diciembre 2019 (cuando asume el actual gobierno) y junio 2021:
- El dinero en poder de la gente (efectivo, cuentas corrientes, cajas de ahorro y plazos fijos) aumentó un 126%.
- La inflación en el mismo período fue de 71%.
- Esto significa que todavía hay $1,2 billones de emisión en exceso.
Estos datos muestran que la inflación todavía no licuó toda la enorme emisión monetaria que hubo en el 2020. Emerge la alerta de que hay una gran cantidad de pesos en poder del público que puede volcarse a la compra de dólares.
Es cierto que el Banco Central recuperó reservas, pero todavía están U$S 2.400 millones abajo del nivel que tenía en diciembre 2019. Es decir, hay muchos más pesos y menos dólares que cuando el gobierno asumió. En estas condiciones, volver a emitir dinero masivamente puede gatillar una corrida hacia el dólar lo que agravaría la crisis cambiaria e inflacionaria.
Hay una contradicción en el interior del gobierno. Mientras una parte de la coalición presiona por poner dinero en el bolsillo de la gente, otra parte se esfuerza para evitar que el actual exceso de emisión no agrave las presiones inflacionarias y sobre el dólar. La prueba más evidente de esta contradicción es la política que aplica el Banco Central. La autoridad monetaria sacó del mercado unos $500 mil millones de los $1,2 billones de exceso mediante Leliq y pases.
Si el Banco Central absorbe dinero pagando intereses lo hace bajo el diagnóstico de que, en las actuales condiciones, el relajamiento monetario no va ir en favor del consumo y la reactivación económica sino a más inflación y presión sobre el dólar.
La relativa calma del dólar de la primera mitad del 2021 tiene bases muy endebles. Por un lado, porque la reducción del déficit fiscal es precaria ya que se basó en ingresos extraordinarios por la soja y la licuación transitoria de salarios, gasto previsional y otras prestaciones sociales. En la segunda mitad del año esta dinámica se revertirá. Por el lado del precio de la soja, ciertamente que es un “viento de cola” importante, pero objetivamente la recuperación de reservas ha sido parcial, aun aplicando un cepo cambiario muy estricto.
Relajar la política fiscal y monetaria en las actuales condiciones es una alternativa muy arriesgada. De aquí la cautela del Banco Central que responde al fundado temor de que la crisis se profundice con más emisión. Que más emisión en el corto plazo pueda mejorar las chances del oficialismo en las elecciones es un tema opinable. Lo cierto es que mientras más se demore un ordenamiento integral del sector público, tendiente a construir un Estado más solvente y profesional que brinde mejores servicios a la gente, mayores serán los daños productivos y sociales.