Durante este fin semana, en Venecia, autoridades del sector petrolero mundial analizaron los precios. Su conclusión: no será posible entregar el abasto necesario para detener más que esporádicamente las presiones alcistas.
Mientras tanto, en Washington, los ministros del ramo que integran el Grupo de los Siete –ahí figuran los mayores importadores de hidrocarburos, salvo China- admitieron lo que tantos observadores dicen desde agosto: “el auge de crudos puede deteriorar las expectativas de crecimiento internacional”. Pero lo único que atinaron a hacer es exhortar a la Organización de Países Exportadores (OPEP) a producir más.
Lo malo es que, pese al sugestivo silencio del G-7, la clave de la crisis no es ya la OPEP, sino los años de reticencia a explorar, por parte de grandes grupos privados norteamericanos, británico, holandeses y franceses. Además, el optimismo compulsivo que impone el Fondo Monetario Internacional- porque le interesa políticamente a la Casa Blanca- lleva al G-7 a una contradicción: “de todos modos –señala el documento final del encuentro-, el alza de precios aún no da señales de desatar una recesión”.
Por cierto, el FMI proyecta 5% de expansión en el producto bruto mundial de 2004 y 4,3% en el de 2005. Pero partiendo de un precio más que imaginario para el petróleo: US$ 37 el barril promedio.
Durante este fin semana, en Venecia, autoridades del sector petrolero mundial analizaron los precios. Su conclusión: no será posible entregar el abasto necesario para detener más que esporádicamente las presiones alcistas.
Mientras tanto, en Washington, los ministros del ramo que integran el Grupo de los Siete –ahí figuran los mayores importadores de hidrocarburos, salvo China- admitieron lo que tantos observadores dicen desde agosto: “el auge de crudos puede deteriorar las expectativas de crecimiento internacional”. Pero lo único que atinaron a hacer es exhortar a la Organización de Países Exportadores (OPEP) a producir más.
Lo malo es que, pese al sugestivo silencio del G-7, la clave de la crisis no es ya la OPEP, sino los años de reticencia a explorar, por parte de grandes grupos privados norteamericanos, británico, holandeses y franceses. Además, el optimismo compulsivo que impone el Fondo Monetario Internacional- porque le interesa políticamente a la Casa Blanca- lleva al G-7 a una contradicción: “de todos modos –señala el documento final del encuentro-, el alza de precios aún no da señales de desatar una recesión”.
Por cierto, el FMI proyecta 5% de expansión en el producto bruto mundial de 2004 y 4,3% en el de 2005. Pero partiendo de un precio más que imaginario para el petróleo: US$ 37 el barril promedio.