El SoftBank es otro después de WeWork

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Se terminó la fe ciega en la estrategia financiera de Samayoshi Son.

Cuando la élite financiera global faltó a la cumbre de inversiones de Arabia Saudita en repudio del asesinato del periodista Jamal Khashoggi por agentes sauditas, el fundador del Softbank, Masayoshi Son se presentó an Riyad y dio presente.

 

Es que el príncipe heredero, Mohammed bin Salman, seguía ayudando al SoftBank a convertirse en el principal inversor tecnológico del mundo. Casi la mitad del capital del Vision Fund (del SoftBank), el fondo privado más grande del mundo, se alimenta con dinero del joven príncipe saudita.

 

Ante semejante muestra de lealtad, el príncipe heredero juró nunca olvidarse de ese gesto.

 

Pero luego del casi colapso de la mayor apuesta hecha por el SoftBank – el grupo de cotrabajo WeWork – y del desplome de la valuación de otras operaciones, comienza a debilitarse la fe ciega en el genio inversionista de Son y sus apuestas en tecnología disruptiva.

 

Muchos temen que si los problemas en SoftBank y su Vision Fund se convierten en crisis, los ecos resonarán en Silicon Valley, Mumbai y Beijing además de la City de Londres, Nueva York y Tokio.

 

En la Future Investment Initiative, realizada la semana pasada en Riyad y bautizada “Davos del Desierto”, el panel liderado por Son tuvo un auditorio semi vacío. Le va a resultar difícil superar la caída de WeWork. En los últimos tres meses las acciones del SoftBank cayeron 26%

 

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