La baja de existencias de gas natural (151.000 millones de m3, también en la última semana de diciembre) y de petróleo para calefacción, denota un invierno nuevamente duro. Días atrás, Wall Street se ilusionaba ante la “pausa primaveral” durante las fiestas.
Por cierto, sigue habiendo señales de todos los colores. No hace mucho, el cartel de los jeques mencionaba US$ 35-38 el barril WTO como piso razonable. Años antes, aceptaba US$ 25. Hoy, algunos operadores a término piensan ya en US$ 42-47. Entretanto, diversas medidas adoptadas por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) apuntaban a la gama US$ 35-38. Pero, el martes, Arabia Saudita invocó un “arreglo interno” para reducir producción y eso empujó los crudos livianos de US$ 42,20 a 44 (+4,3%) en pocas horas.
En realidad, hace algunas semanas, la Opep había hecho un pacto, porque el petróleo amenazaba con quedar bajo los US$ 40 el barril WTO o 38 el Brent nórdico. Por tanto, al parecer el “piso de intervención” está en US$ 40, no más. “Para neutralizar la depreciación del dólar, el mínimo aceptable está más cerca de US$ 42 que de otros niveles”, observaba un periódico de Jedda controlado por el régimen saudí.
Pero resulta que otros miembros de la Opep creen que, para hacer frente a ese dólar barato y solventar costos (exploración, explotación, transporte, lujos árabes), basta mantener el WTO entre US$ 35 y 38. Desde otro ángulo, bastante elástico, el equilibrio entre oferta y demanda –afirman empresas como Shell Transport & Trading, ex Royal Dutch/Shell-, oscila en torno de US$ 35-40.
Lo de jueves y viernes quebró una virtual unanimidad en cuanto a que este año no se registrarán niveles por encima de US$ 50 el barril, que era como prometer un euro a “apenas” US$ 1,32. Pero subsiste en cuanto a que no se verán, en años, precios inferiores a US$ 30-32. Salvo imprevistos, algo por desgracia nada raro en Levante. Sin incursionar en futurologías, el mercado a término de Nueva York espera valores en general superiores a US$ 40 este bimestre.
La baja de existencias de gas natural (151.000 millones de m3, también en la última semana de diciembre) y de petróleo para calefacción, denota un invierno nuevamente duro. Días atrás, Wall Street se ilusionaba ante la “pausa primaveral” durante las fiestas.
Por cierto, sigue habiendo señales de todos los colores. No hace mucho, el cartel de los jeques mencionaba US$ 35-38 el barril WTO como piso razonable. Años antes, aceptaba US$ 25. Hoy, algunos operadores a término piensan ya en US$ 42-47. Entretanto, diversas medidas adoptadas por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) apuntaban a la gama US$ 35-38. Pero, el martes, Arabia Saudita invocó un “arreglo interno” para reducir producción y eso empujó los crudos livianos de US$ 42,20 a 44 (+4,3%) en pocas horas.
En realidad, hace algunas semanas, la Opep había hecho un pacto, porque el petróleo amenazaba con quedar bajo los US$ 40 el barril WTO o 38 el Brent nórdico. Por tanto, al parecer el “piso de intervención” está en US$ 40, no más. “Para neutralizar la depreciación del dólar, el mínimo aceptable está más cerca de US$ 42 que de otros niveles”, observaba un periódico de Jedda controlado por el régimen saudí.
Pero resulta que otros miembros de la Opep creen que, para hacer frente a ese dólar barato y solventar costos (exploración, explotación, transporte, lujos árabes), basta mantener el WTO entre US$ 35 y 38. Desde otro ángulo, bastante elástico, el equilibrio entre oferta y demanda –afirman empresas como Shell Transport & Trading, ex Royal Dutch/Shell-, oscila en torno de US$ 35-40.
Lo de jueves y viernes quebró una virtual unanimidad en cuanto a que este año no se registrarán niveles por encima de US$ 50 el barril, que era como prometer un euro a “apenas” US$ 1,32. Pero subsiste en cuanto a que no se verán, en años, precios inferiores a US$ 30-32. Salvo imprevistos, algo por desgracia nada raro en Levante. Sin incursionar en futurologías, el mercado a término de Nueva York espera valores en general superiores a US$ 40 este bimestre.