El petróleo sigue siendo una bomba de tiempo para el se sector energético y para la economía global. Sin contar con una solución a la falta de capacidad de almacenamiento, la incertidumbre y la volatilidad seguirán siendo la norma en los meses venideros. En opinión de John Padilla, consultor energético de IPD focalizado en América latina, se impone considerar la adopción de un nuevo modelo.
La OPEP y Rusia firmaron un acuerdo histórico en abril para reducir la producción en 10 millones de barriles diarios, casi 10% de la oferta mundial. Pero a pesar de que el precio referencial del West Texas Intermediate cayó en mayo a cifras negativas para los contratos a futuro, por lo demás el mercado apenas se movió porque el acuerdo no alteró la impresionante oferta que se está acumulando.
El colapso de la demanda de petróleo inducido por el Covid-19 es un acontecimiento imprevisto que una industria inelástica como esa no puede afrontar. Aunque la baja de precios está teniendo un impacto, solo un parate obligado y generalizado de la producción va a permitir el lento retorno al equilibrio del mercado. Pero interrumpir la producción no es tan sencillo como cerrar una canilla. Existe el riesgo de dañar los pozos o de pérdida de presión. Por eso son pocas las compañías que quieren cortar la producción y suponen que están protegidas por los bajos costos de producción. O ventas garantizadas.
Ahora que Estados Unidos es capaz de autoabastecerse totalmente tiene más poder de negociación que unos años atrás. Pero todavía no es el mayor productor. El actual gobierno recurrió a sanciones y aranceles para restablecer el equilibrio del mercado pero esas medidas no van a resolver las distorsiones principales.
La cruda realidad es que, contrariamente a los temores del “peak oil” de unos años atrás, el mundo hoy puede producir mucho más petróleo del que puede consumir.
Muchos de los miembros del cartel tuvieron muchos problemas para cumplir con la cuota y el problema intrínseco que tienen los países con la alta dependencia de la producción de petroleras estatales para sostener gran parte de la economía nacional va a aumentar en una recesión mundial.
