<p>En un saloncito reservado de la capital belga y de la UE, se reunieron José Manoel Durão Barroso (comisión europea), Herman van Rompuy (consejo de la Unión), Jean-Claude Juncker (Eurogrupo, o sea ministros de hacienda) y Jean-Claude Trichet (Banco Central Europeo). Objeto: una postura común del Eurogrupo ante el FMI, con vistas a debatirse hoy y el martes.<br />
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El menú incluía dos pièces de résistance en ambos sentidos. Una es cómo frenar la proliferación de endeudamientos soberanos de ahora (¿España?) a 2013. En este momento, Grecia, Irlanda y quizá Portugal empujan hasta 6,85% los respectivas brechas sobre la tasa de bonos alemanes. <br />
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Otra es cómo y a cuánto aumentar los recursos para rescates anticrisis. Vale decir, los € 750.000 millones del fondo ya existente –mermado por Irlanda- y los involucrados en el mecanismo permanente de estabilización previsto para más allá de 2012.<br />
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Pero no todo el campo es orégano ni mucho menos. Este domingo pasado, Wolfgang Schäuble –ministro germano de hacienda- subrayó que “los mercados especulativos ponen constantemente a prueba la solidez del euro. Su eventual quiebre será más costoso que los salvamentos actuales y potenciales”.<br />
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Durante el convite, se planteó la necesidad de mayor colaboración entre el FMI (Dominique Strauss-Kahn no estaba a la mesa) y el BCE. Este punto integra el documento a entregar hoy o mañana a un organismo cuyos tecnócratas siguen aferrados a las recetas de 1997/8. Trichet tiene un buen argumento –cree- para presionar a Strauss-Kahn: los € 67.000 millones en bonos públicos comprados por el BCE hasta el momento.<br />
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El trasfondo es poco grato, pues Portugal, España y hasta Italia están en peligro. Mientras, en Alemania crece el rechazo de la población y muchos dirigentes “onerosos rescates estilo griego”, puntualizaba Alex Weber, presidente del ortodoxo Bundesbank.</p>
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El futuro del euro en estratégica reunión
Un ágape buscaba este domingo mediar entre la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. Particularmente, para afrontar las acreencias alemanas y francesas sobre España ( 526.600 millones) o las francesas sobre Italia (534.000 millones).