En 2020 entrará en vigencia el modelo de pérdidas esperadas establecido por las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF 9). De todas maneras, las entidades financieras deben aportar en el próximo mes información al BCRA en relación con el modelo de reconocimiento de pérdidas a utilizar de acuerdo con NIIF 9. Se plantea el desafío de completar este análisis teniendo en cuenta la situación actual del mercado crediticio.
En enero de 2018 entraron en vigencia para las entidades financieras locales las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF) –excepto Deterioro– (disposición del BCRA) que establece los requerimientos para la valuación de la cartera crediticia. Todavía no está vigente la evaluación del Deterioro en base a las pérdidas esperadas a futuro y de acuerdo a la autoridad monetaria argentina lo estará a partir del 2020.
“El reconocimiento del riesgo crediticio mediante el modelo de pérdidas esperadas requerido por NIIF 9 conforma un cambio fundamental en el modelo de valuación de activos financieros. De esta manera, la nueva norma exige anticipar el reconocimiento de las pérdidas por deterioro crediticio en base a un criterio dual – es decir, registrando pérdidas proyectadas para los próximos doce meses si el riesgo crediticio es bajo, y pérdidas proyectadas para toda la vida del instrumento si el riesgo es alto. Todo esto al momento de originación del crédito”, afirma Gabriela Saavedra Socia Líder de Servicios Financieros KPMG Argentina.
En el informe de KPMG titulado “NIIF 9: Impacto del modelo de pérdida crediticia esperada en la banca argentina”,se explican los alcances de esta nueva norma contable que marcará un antes y un después en el sistema. A partir de la entrada en vigor de esta nueva regulación, las entidades deberán prever las pérdidas esperadas en lugar de considerar solo las incurridas a la fecha de estimación.
Así, se deberá disponer de un modelo de cálculo que estime las pérdidas crediticias esperadas, para lo que será necesario definir estrictamente algunos conceptos como incumplimiento (default) o bajo riesgo crediticio, e incluso modificar los procesos actuales para determinar cómo se agruparán los activos con características de riesgo compartidas, el método para evaluar el incremento significativo en el riesgo crediticio (SICR, por sus siglas en inglés), o cuántos serán los escenarios económicos futuros posibles que afectarán al nuevo modelo de deterioro y la información prospectiva que se utilizará.
“Esta norma tiene especial importancia en el actual contexto económico argentino. El impacto de la devaluación del peso y la tendencia alcista de la inflación impactan en la calidad de la cartera de créditos, y son elementos, sin dudas, centrales en la proyección de una posible pérdida. En este escenario las entidades deben definir su modelo de cálculo de pérdidas esperadas que utilizará como base para la estimación de pérdidas crediticias a partir de 2020 de acuerdo con lo establecido por el BCRA”, agrega Saavedra.
Reducir complejidad
El objetivo de la NIIF 9 es homogeneizar los estados financieros de las entidades bancarias a escala global y a la vez reducir la complejidad de las normas contables aplicables a instrumentos financieros. La NIIF 9 estipula que el deterioro de los activos financieros deberán ser considerados de acuerdo al nuevo marco de pérdida esperada y contempla la probabilidad de default o incumplimiento (PD), la cual no conforma un guarismo fijo sino ajustable en el tiempo que dependerá de un monitoreo constante y automatizado de la mora.
“Se requiere de una importante cuota de análisis de datos históricos y prospectivos, y habilidad técnica en la determinación del modelo apropiado, como así también en lo que respecta a la reunión de datos cuantitativos y cualitativos necesarios para el funcionamiento del mismo. Igualmente, la recopilación y el análisis de datos para hallar el método óptimo de cálculo de la probabilidad de pérdida a futuro requerirán algo de tiempo, por lo que NIIF 9 plantea diferentes posibilidades que pueden ajustarse a los diversos activos o instrumentos afectados”, explica Saavedra.
En el documento se afirma que el primer y fundamental paso a seguir para planificar una transición que permita reducir ineficacias e, incluso, reporte beneficios en el mediano y largo plazo, es no subestimar el cambio que implica el viraje hacia NIIF 9. Y agrega que posponer las acciones dirigidas a su implementación solo servirá para aumentar los costos una vez llegado el momento de reportar al BCRA, haciendo más traumática la transición. Para ello es importante identificar qué áreas se verán involucradas para elaborar un análisis preliminar del impacto que tendrá la norma en cada entidad. De esta manera, es posible planificar trabajos, distribuir roles y anticipar las desinteligencias propias de cualquier modificación de esta envergadura.
Además, el informe sostiene que esta estrategia permitirá delinear el plan de comunicación tanto interna (colaboradores, responsables comunicación y áreas de evaluación y gestión involucradas) como externa (accionistas, acreedores y reguladores), de manera de ajustar procesos y sistemas paracada organización que sean eficientes y susceptibles de mantenerse en el tiempo.
Y por eso es de vital importancia verificar los actuales canales de obtención de información para corroborar que los mismos serán capaces de cumplir con lo solicitado por la norma y, posteriormente, adelantarse al impacto que el reporte según NIIF 9 podría tener sobre las métricas e indicadores claves de rendimiento del negocio a fin de suavizar el efecto que podrían tener los resultados generados bajo los parámetros de la nueva norma. Finalmente, se dice que una planificación adecuada hacia el interior de la compañía posibilitará anticiparse a las consecuencias fiscales que podrían derivar de la aplicación de NIIF 9 o, incluso, delinear nuevas estrategias de distribución de dividendos.