Desde que comenzó la gestión del actual gobierno, – afirma la consultora IDESA-, la emisión monetaria se duplicó. Sin embargo, la inflación de precios no regulados se mantuvo en el orden del 50% anual. Con esta evidencia, se pone en duda la relación causal entre emisión e inflación.
Se trata de un cuestionamiento muy propio de la Argentina. En los países bien organizados, independientemente de las ideologías, se asume que la emisión causa inflación. También se acepta que la relación no es lineal ni inmediata. Por eso apelan a la emisión para evitar recesiones. Pero son intervenciones transitorias y sujetas al monitoreo de los precios. No entra la posibilidad de emisión masiva e indefinida para financiar un déficit fiscal crónico.
Para entender por qué la alta emisión monetaria no se está reflejando plenamente en los precios es necesario considerar dos instrumentos que maneja el Banco Central: las LELIQ y los pases. Las LELIQ son bonos que el Banco Central vende a los bancos. Los pases son préstamos que los bancos le hacen al Banco Central.
En ambos casos, es dinero que los bancos, en lugar de prestar a la gente y a las empresas, se lo prestan al Banco Central cobrándole una tasa de interés. De esta forma, con las LELIQ y los pases, se saca dinero del mercado que de otra forma iría a la compra de bienes, servicios y dólares.
¿Cómo está utilizando estos instrumentos el Banco Central? Según datos de la autoridad monetaria, el total de préstamos de los bancos se distribuyó de la siguiente forma:
- En el 2011, el 70% eran préstamos a la gente y el 30% restante al Banco Central.
- En el 2018, el 59% eran préstamos a la gente y el 41% al Banco Central.
- En el 2020, el 49% son préstamos a la gente y el 51% vuelven al Banco Central.
Estos datos muestran que desde que terminó la gran bonanza internacional en el 2011, el Banco Central tuvo creciente protagonismo en la cartera de préstamos de los bancos. En el 2018, cuando se inicia la crisis cambiaria actual, esta práctica del Banco Central se acentuó como una forma de frenar la aceleración inflacionaria.
En la actualidad, el Banco Central ya absorbe la mitad de los préstamos de los bancos. Esta absorción monetaria, más la caída del consumo por la cuarentena, son claves para contener la inflación.
Visiones contradictorias
El punto más importante es que hay visiones contradictorias dentro del gobierno. Por un lado, están los que opinan que quedó demostrado que la emisión monetaria no provoca inflación y, por lo tanto, se puede seguir expandiendo el gasto público.
Entre estas propuestas aparecen la de eternizar el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) bajo el eufemismo de Ingreso Universal, mantener los subsidios a los servicios públicos, nombrar casi 300 jueces y funcionarios judiciales adicionales, dar subsidios a los muertos por COVID y grandes planes de obras públicas. Por el otro, están los funcionarios del Banco Central que actúan conforme a la idea de que esta emisión es desestabilizadora, por eso apelan de manera muy agresiva a la absorción de dinero de los bancos.
Es una situación similar a la que llevó a la crisis al gobierno de Cambiemos. En los primeros dos años de gestión, bajo el gradualismo, el alto déficit fiscal se financió con endeudamiento externo en dólares. Cuando entran dólares, se expande la oferta monetaria porque el Banco Central tiene que emitir para comprar los dólares que ingresan por la nueva deuda. Para evitar que esa emisión se transformara en mayor inflación, el Banco Central los absorbía con las LEBAC (las antecesoras de las LELIQ). En el 2018, los tenedores de LEBAC las vendieron, compraron dólares y detonaron la crisis. De no mediar un cambio de estrategia, en el futuro próximo cabe esperar este mismo desenlace cuando los depositantes pierdan confianza y saquen sus ahorros en pesos para consumir o comprar dólares. El Banco Central podrá retenerlos transitoriamente pagándoles mayores tasas de interés, pero no podrá evitar que en algún momento la emisión contenida se vuelque al mercado.
Para evitar repetir el mismo error de Cambiemos es fundamental homogeneizar criterios entre los funcionarios del gobierno. Es lógico apelar transitoriamente a la emisión para morigerar los efectos de la pandemia y utilizar los instrumentos que cuenta el Banco Central para moderar sus impactos inflacionarios. Pero no abordar un ordenamiento profundo e integral del Estado es garantía de una nueva crisis cambiaria e inflacionaria.