Además del dinero que entidades financieras locales están actualmente operando para sus clientes en el exterior dentro del segmento de renta variable Argentina, lo que genera un mercado de acciones con una tendencia alcista sostenida, la no tan reciente medida “cuasi-oficial” de desviar a los importadores al contado con liquidación está presionando al alza la cotización de los bonos nominados en dólares producto de la fuerte demanda, saca como conclusión Carlos Donantueno, especialista en servicios financieros
La medida “no tan reciente”, ya que desde Economía vienen sugiriendo esta alternativa a los importadores desde finales del año pasado, cuando se volvió a permitir operar las series “D” y “C” de títulos en dólares.
En lo que refiere a renta variable, el valor del índice Merval medido en dólares, actualmente en u$s795, se está acercando a valores récord registrados en la década del 90 (u$s920 aproximadamente), y este podría ser un valor de referencia inmediato, para un mercado que parece no respetar variables ni soportar indicadores más allá de un período de 3/4 días.
Esta mayor exposición a renta variable, que están asumiendo inversores locales y extranjeros, ya descontó hace mucho tiempo un cambio de conducción política en 2015, y actualmente está descontada una suerte de “derrota asumida” del modelo kirchnerista, que necesita evidenciar antes de la finalización del mandato de Cristina Kirchner.
Se terminó el “pasamanos” de dólares que supo utilizar varias veces el gobierno a través de sus brazos monetarios (BCRA, ANSES, Banco Nación), y actualmente el poder de fuego para controlar el mercado de capitales y la política monetaria, se ha convertido en una tenue llama.
Pero sin duda el kirchnerismo ha demostrado una creatividad increíble para desarbitrar el mercado financiero, a través de medidas intervencionistas que consideraron oportunas en cada momento para controlar las expectativas negativas de la sociedad.
De hecho, actualmente repite recetas que parecían archivadas a partir de la “extradición” de sus ideólogos. Hasta ahora, según los anuncios oficiales es sólo un rumor infundado, pero desviar la demanda de dólares al mercado de capitales, vía operatoria de contado con liquidación, le permitirá al BCRA descomprimir la demanda de divisas en el mercado oficial, y asimismo utilizar a los privados como herramienta de esterilización.
Por cada dólar (u$s1.00) que se opere actualmente en simultáneo en ambos mercados (MULC / CCL) respondiendo a oferta y demanda respectivamente, el BCRA logrará tan solo volcar $2.14 en la plaza, que sumado a futuras emisiones de deuda del tesoro, como se observó con el caso del recientemente estrenado BONAR16, buscarán asistir al BCRA y liberarlo del rojo fiscal actual.
Otro de las grandes sangrías del Central son los consumos de los argentinos en el exterior, que por año se estiman en más de u$s9.000.
En esta dirección, y ante la imposibilidad (lo impide la constitución) de llevar más allá del 35% el impuesto AFIP a este concepto, una devaluación estimada del 20% en el tipo de cambio oficial, sería el equivalente a un incremento del impuesto hasta el 62%, a partir de un dólar en $13.67_ para este segmento de consumo.
Quizás el gobierno intentará utilizar nuevamente las tenencias del FGS de la ANSES para mantener la brecha actual entre el tipo de cambio “contado con liquidación”, y el “dólar turista” estimado en $13.67 (7.9%), que es a su vez, la brecha que suele mantener históricamente el CCL y el blue en épocas de baja volatilidad.
Por otro lado los rumores de que el BCRA podría estirar el plazo de custodia que deben respetar de títulos que operen contra divisas, de 72 horas actuales a 120 horas hábiles, no tendrá ningún efecto en la demanda de la operatoria, ya que en el caso de importaciones, el ajuste de los precios podría llegar a realizarse incluso en forma diaria, si los costos de dolarizarse vía bolsa aumentan desde el día de la adquisición del título, hasta su posterior venta (caída en la cotización de los títulos en el mercado OTC de New York). La dinámica inflacionaria en este contexto, sería alarmante.
Por otro lado, los sectores exportadores naturalmente, y aquellos netamente importadores pero de fuerte peso en la economía real, podrían continuar accediendo al mercado oficial para satisfacer sus necesidades de dólares, pero con un cupo mucho menor al que en teoría denuncian los industriales es el “mínimo mensual para poder operar con normalidad”.
Aquellas importaciones que resulten “secundarias”, es decir, que no aporten simultáneamente dólares a las arcas del BCRA, o discriminadas por actividad, serán quizás susceptibles de operar directamente en contado con liquidación.
Dentro de este grupo podrías encontrarse por ejemplo los operadores turísticos y algunas aerolíneas.
Con esto el gobierno buscaría frenar una escalada inflacionaria a partir del lógico traslado de costos que efectuarán los importadores, al tener que acceder obligatoriamente a un tipo de cambio 75% más alto que el oficial en este momento, cubriendo aquellos productos que resultan emblemáticos por su condición de primera necesidad.
En este grupo podríamos ubicar a las automotrices, que si bien en principio adquirir un vehículo no supone una primera necesidad, si lo es la enorme masa laboral que depende del sector.
El desempleo es tan emblemático para el modelo, como su condición de “pagadores de deuda” performing.
Si el gobierno decide finalmente plantear este escenario para los próximos meses, nos enfrentamos a un proceso realmente muy complejo en materia económica y social.
El combo propuesto entre la “ley de abastecimiento” y esta nueva dirección monetaria, no solo generará estanflación, sino que podría comenzar a complicar realmente las cifras de empleo.
Más allá de verse obligado por el contexto inflacionario, que ya erosionó prácticamente el 100% de la devaluación de enero, el gobierno necesita generar incentivos para la liquidación de los agrodólares, que están viendo depreciar el precio de la soja en Chicago casi en forma diaria.
No obstante, no descarto que una vez hallado lo que el gobierno podría definir como “tipo de cambio de equilibrio, o competitivo”, el BCRA busque congelar el valor de la divisa en el mercado oficial.
La ley de abastecimiento le permite controlar la rentabilidad de las empresas, por lo que de este modo intentaría controlar una escalada inflacionaria. Aquí podría aparecer nuevamente el fantasma del INDEC, que manteniendo planchadas las cifras de inflación, complicará la posibilidad de que el gobierno permita a las empresas ajustar sus costos por inflación real. Esta película es vieja, y el final conocido…empresas cerrando y mano de obra desocupada en aumento.
En este contexto, lo suceda con la divisa en el mercado paralelo poco le importará al gobierno, y permitirá que su cotización se mueva finalmente libre, utilizándolo simultáneamente como una suerte de mercado “paralelo oficial”, a través del cual los privados, sobre todo minoritas, cubran sus necesidades de demanda, y su precio se ajuste por el principio básico de “oferta y demanda”.
De todas maneras, el modelo está en “jaque mate”, en virtud de que la economía argentina actualmente se mueve por expectativa, y se ha perdido totalmente la confianza en el gobierno.
El desafío de reparar un daño, del que a 14 meses de la salida del gobierno se desconoce su alcance, quedará para la próxima conducción política.
Sin dudas para analizar “aquello que se viene”, en materia de política económica y social en nuestro país, es imprescindible analizar los últimos 10 años de historia y modelo económico venezolano. Las analogías pueden, o quizás ya no, sorprenderlos demasiado.
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