Por José Lezama (*)
Un colapso en los mercados bursátiles, un aumento en el desempleo, pánico en toda la economía global, todos estos fenómenos se encuentran firmemente dentro del ámbito de la posibilidad concreta.
Estados Unidos alberga el mercado de deuda soberana más grande del mundo: con 25 billones de dólares en bonos en manos públicas, representa alrededor de un tercio del total mundial. Los bonos del Tesoro se consideran el último activo libre de riesgo, que ofrece un rendimiento garantizado para los administradores de efectivo corporativos, los gobiernos de otros países y los inversionistas grandes y pequeños, y como una línea de base para fijar el precio de otros instrumentos financieros.
Son la base de los flujos de caja diarios. Los préstamos de “repo” a corto plazo en Estados Unidos, por un valor de alrededor de $ 4 billones por día y un elemento vital para los mercados financieros mundiales, se ejecutan en gran medida mediante el uso de bonos del Tesoro como garantía. Toda esta infraestructura sería puesta en duda.
¿Qué es el techo de la deuda de EE. UU. ?
El Congreso de los Estados Unidos introdujo por primera vez el techo de la deuda —el límite superior de dinero que el Gobierno puede pedir prestado— en 1917. La medida significaba que el Gobierno ya no necesitaba la aprobación de los legisladores para cada deuda emitida. Las Leyes de Deuda Pública se aprobaron posteriormente en 1939 y 1941.
Durante las últimas siete décadas, el techo de la deuda se elevó 78 veces. Una de ellas fue en 2011, cuando la demora en acordar un nuevo límite hizo que EE. UU. perdiera su codiciada calificación crediticia AAA, lo que provocó un aumento en los costos de endeudamiento.
El límite de deuda actual de 31,4 billones de dólares (28,6 billones de euros) se alcanzó ya en enero, pero el Departamento del Tesoro tomó “medidas extraordinarias” para poder seguir financiando las actividades del Gobierno.
La próxima fecha límite clave se acerca rápidamente: a principios de junio, el Congreso debe volver a elevar el techo, o el Gobierno de Estados Unidos podría comenzar a quedarse sin dinero y dejar de pagar su deuda. Esta situación está produciendo un feroz enfrentamiento entre demócratas y republicanos, que quieren que la Casa Blanca acepte recortes radicales en el gasto público y otras reformas.
Estados Unidos tiene aproximadamente hasta el 1 de junio para aumentar su límite de deuda, un límite determinado políticamente para el endeudamiento federal bruto total, actualmente $31,4 billones, o se quedará sin efectivo para cubrir todas sus obligaciones, desde los salarios militares hasta el envío de cheques a los jubilados y la emisión de bonos.
La disputa entre Demócratas y Republicanos
El país se ha enfrentado a estos plazos límites en el pasado, haciendo creer a los observadores que, una vez más, aumentará su límite de deuda en el último minuto. Pero sus políticos parecieran estar más díscolos que durante enfrentamientos anteriores.
Kevin McCarthy, el presidente republicano de la Cámara de Representantes, está presionando por fuertes recortes de gastos. La propuesta republicana, para restablecer algunos gastos federales en 2024 al nivel que tenía en 2022, equivaldría a un recorte de aproximadamente el 25% en términos reales, casi demoliendo los logros legislativos del presidente Joe Biden en la inversión en energía verde, y tal vez tirando la economía en una profunda recesión.
Eso, como era de esperar, sería un fracaso para los demócratas, que también se resisten a las demandas republicanas de ampliar los requisitos laborales para los beneficiarios de la asistencia social. Las negociaciones se han roto varias veces durante las últimas semanas.
A la complejidad se suma una intervención de Donald Trump, quien comentó que las consecuencias de un incumplimiento estadounidense “podrían ser tal vez nada”, una despreocupación que ha envalentonado a la franja republicana. El mercado de valores, básicamente estable durante el último mes, refleja la opinión común entre los inversores de que finalmente se llegará a un compromiso. Eso bien podría resultar ser complaciente. Además, cualquier acuerdo puede simplemente extender el techo de la deuda por uno o dos años más, lo que significa que es probable que Estados Unidos vuelva a encontrarse con este mismo inconveniente5.
El Tesoro, en colaboración con la Reserva Federal, tiene un plan alternativo si el Congreso no eleva el límite de la deuda. Conocido como “priorización de pagos”, esto evitaría un incumplimiento pagando intereses sobre los bonos y recortando aún más otras obligaciones.
¿Cómo afectaría la economía mundial?
El incumplimiento podría tener dos efectos negativos: una crisis breve o una crisis más prolongada. Aunque las consecuencias de ambos serían preocupantes, la segunda sería mucho peor. De cualquier manera, la Reserva Federal tendría un papel crucial que desempeñar para contener las consecuencias; este papel crucial sería, sin embargo, uno de limitación de daños. Todos los mercados y economías del mundo sentirían el dolor, independientemente de las acciones del banco central estadounidense.
La falta de fondos obligaría al Tesoro de los Estados Unidos a priorizar el gasto, de modo que los pagos de la deuda y los pagos de intereses se realicen primero. Eso podría significar retrasos en el pago de salarios de decenas de millones de trabajadores del sector público, incluidos los docentes.
Los pagos de seguridad social y los subsidios de atención médica para estadounidenses mayores y vulnerables, incluidos los veteranos militares, también podrían suspenderse.
Aunque cualquier incumplimiento de pago de la deuda probablemente sería temporal, un análisis realizado por los asesores económicos de Biden advirtió que incluso un incumplimiento “breve” le costaría a la economía estadounidense 500.000 empleos.
Los asesores del presidente Biden creen que un incumplimiento “prolongado” provocaría una caída del PIB del 6 por ciento, con la pérdida de decenas de miles de empresas y unos 8,3 millones de puestos de trabajo (casi tantos como durante la crisis financiera de 2008).
En el peor de los casos, Estados Unidos tendría que dejar de pedir prestado por completo en julio o agosto, lo que impactaría fuertemente a los mercados financieros mundiales: los inversores cuestionarían el valor de los bonos estadounidenses, que se consideran entre las inversiones más seguras y sirven como elementos básicos al sistema financiero mundial.
Un incumplimiento podría debilitar gravemente el comercio mundial y llevar al resto del mundo a una profunda recesión. Un incumplimiento más grave, incluso, provocaría una fuerte caída del dólar estadounidense, lo que derivaría en fluctuaciones caóticas en los tipos de cambio y dispararía los precios del petróleo y otras materias primas. Es posible que la inflación mundial vuelva a aumentar y los problemas de la cadena de suministros, que afectaron el comercio tras la pandemia de COVID-19, podrían empeorar debido a la falta de confianza en el sistema financiero.
(*) Director del Centro de Producción Documental y Economista – GEO Estudio y Opinión