lunes, 30 de diciembre de 2024

EE.UU.: nueva alza del déficit en cuenta corriente

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En el último trimestre, el rojo en balanza de pagos subió más de lo supuesto y es el segundo de la historia. Ello obedece al déficit comercial y los interese pagados a tenedores de bonos federales en el exterior.

El aumento trimestral de US$ 218.400 millones en el rojo de la cuenta corriente –suma de intercambio, invisibles y pagos externos- superó los 213.200 millones del trimestre anterior. Son cifras revisadas que difundió el departamento federal de Comercio. En forma separada, Hacienda informó que la compra de títulos por parte de inversores externos descendió en julio.

Este creciente déficit, cuyo monto anual se aproxima a 7% del producto bruto interno (no alcanzaba a 3,5% antes de George W.Bush) plantea nuevos riesgos para la economía norteamericana real, uno de los puntos más débiles en la gestión presidencial. Por de pronto, puede debilitar el dólar y diversificar la demanda de papeles de renta fija hacia otros emisores soberanos. Naturalmente, esto fomentará tasas más altas a dos, cinco, diez y treinta años.

Sólo un mayor crecimiento económico en el exterior y una baja más amplia de hidrocarburos podrían atemperar ese proceso. Pero, en tal caso, los déficit paralelos (fiscal, comercio, pagos) debieran contraerse en forma perceptible.

“Descartando una expansión milagrosa fuera de EE.UU., el rojo en cuenta corriente continuará bastante alto”, señala el analista Joshua Shapiro, generalmente un optimista. Enseguida se consuela: “pese a predicciones pesimistas, hace años que el país no tiene problemas para captar fondos externos”. Pero la retracción de julio y la nueva política china –desviar reservas a financiar proyectos de peso geopolítico en la región- representan amenazas.

Sucede que la economía real tiende a enfriarse, en parte por el desinfle de la burbuja inmobiliaria, y eso debiera frenar el déficit fiscal (sostiene la sapiencia convencional). Verbigracia, en agosto la confianza entre los constructores de viviendas cayó al piso en quince años, junto con ventas y utilidades.

Contra el perpetuo optimismo de los gurúes bursátiles o financieros, los presidentes y directores ejecutivos confían bastante menos en la economía. Así señala un sondeo de Business roundtable, cuyo indicador se desplomó de 98,6 a 82,4 puntos (16,5%) entre un trimestre y otro. No es para menos: EE.UU. necesita “recaudar” afuera casi US$ 2.400 millones diarios para financiar su rojo en cuenta corriente, próximo a US$ 876.000 millones anuales, casi 7% del PBI (12,5 billones).

Los inversores externos absorbieron en julio US$ 6.600 millones netos en bonos federales. En junio, ese monto llegaba a 27.000 millones. Es una señal preocupante para Tesorería. Particularmente porque algunos países, en la reunión semestral FMI-BIRF lanzaron una advertencia, señalando que las guerra norteamericanas en el exterior se financian con ventas de bonos al exterior.

Pero también está el problema del comercio exterior. Su déficit aumentó a US$ 193.800 millones el último trimestre, contra 191.100 millones en el anterior. Es un componente decisivo en el rojo de pagos externos.

El aumento trimestral de US$ 218.400 millones en el rojo de la cuenta corriente –suma de intercambio, invisibles y pagos externos- superó los 213.200 millones del trimestre anterior. Son cifras revisadas que difundió el departamento federal de Comercio. En forma separada, Hacienda informó que la compra de títulos por parte de inversores externos descendió en julio.

Este creciente déficit, cuyo monto anual se aproxima a 7% del producto bruto interno (no alcanzaba a 3,5% antes de George W.Bush) plantea nuevos riesgos para la economía norteamericana real, uno de los puntos más débiles en la gestión presidencial. Por de pronto, puede debilitar el dólar y diversificar la demanda de papeles de renta fija hacia otros emisores soberanos. Naturalmente, esto fomentará tasas más altas a dos, cinco, diez y treinta años.

Sólo un mayor crecimiento económico en el exterior y una baja más amplia de hidrocarburos podrían atemperar ese proceso. Pero, en tal caso, los déficit paralelos (fiscal, comercio, pagos) debieran contraerse en forma perceptible.

“Descartando una expansión milagrosa fuera de EE.UU., el rojo en cuenta corriente continuará bastante alto”, señala el analista Joshua Shapiro, generalmente un optimista. Enseguida se consuela: “pese a predicciones pesimistas, hace años que el país no tiene problemas para captar fondos externos”. Pero la retracción de julio y la nueva política china –desviar reservas a financiar proyectos de peso geopolítico en la región- representan amenazas.

Sucede que la economía real tiende a enfriarse, en parte por el desinfle de la burbuja inmobiliaria, y eso debiera frenar el déficit fiscal (sostiene la sapiencia convencional). Verbigracia, en agosto la confianza entre los constructores de viviendas cayó al piso en quince años, junto con ventas y utilidades.

Contra el perpetuo optimismo de los gurúes bursátiles o financieros, los presidentes y directores ejecutivos confían bastante menos en la economía. Así señala un sondeo de Business roundtable, cuyo indicador se desplomó de 98,6 a 82,4 puntos (16,5%) entre un trimestre y otro. No es para menos: EE.UU. necesita “recaudar” afuera casi US$ 2.400 millones diarios para financiar su rojo en cuenta corriente, próximo a US$ 876.000 millones anuales, casi 7% del PBI (12,5 billones).

Los inversores externos absorbieron en julio US$ 6.600 millones netos en bonos federales. En junio, ese monto llegaba a 27.000 millones. Es una señal preocupante para Tesorería. Particularmente porque algunos países, en la reunión semestral FMI-BIRF lanzaron una advertencia, señalando que las guerra norteamericanas en el exterior se financian con ventas de bonos al exterior.

Pero también está el problema del comercio exterior. Su déficit aumentó a US$ 193.800 millones el último trimestre, contra 191.100 millones en el anterior. Es un componente decisivo en el rojo de pagos externos.

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