EE.UU. a la expectativa: ¿al fin subirán las tasas?

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Ni siquiera la enorme excitación que provoca la inminente visita del Papa a Estados Unidos, distrae a la opinión pública local del tema que concita toda la atención, todas las conversaciones en todos los círculos de la nación. En su reunión de esta semana, ¿los directivos de la Reserva Federal tomarán finalmente la decisión de elevar las tasas de interés? ¿Y en ese caso, cómo afectará la medida a cada uno?

E el resto del mundo, excepto Gran Bretaña que parece dispuesta a seguir el ejemplo, las demás economías desarrolladas piensan en compensar los efectos con mayor expansión de los programas de “quantitative easing“, es decir, comprando todos los meses títulos y acciones para inyectar liquidez en el mercado.

 

En los mercados emergentes pueden ocurrir una de dos cosas: pueden reducir las tasas de interés, o por el contrario, aumentarlas para evitar la fuga de capitales. Lo cierto es que en ocasiones similares anteriores, un dólar fuerte -como ahora- y un al alza en las tasas, logr+ó deprimir los valores de las divisas de países emergentes o en desarrollo. Si ahora este proceso se exacerba, entonces sí podemos estar a las puertas de una crisis global.

 

Pero en Estados Unidos se advierte que el desempleo cayó a la mitad y que el crecimiento de los negocios ha cobrado impulso. Hay temor que ambos elementos combinados produzcan un alza inflacionaria y de ahí que la FED piense que ha llegado el momento de subir las tasas congeladas durante estos últimos años.

 

Después de la burbuja inmobiliaria y la tremenda crisis bancaria de 2007 a 2009, se hizo todo lo necesario para no caer en una Gran Depresión, como la famosa del siglo pasado. Por eso el costo de endeudarse pasó a ser insignificante y los ahorristas tuvieron casi cero interés como retribución.

 

De lo que no cabe duda es que el alza será gradual. Muy gradual, a lo largo de muchos meses, para llegar, si acaso, a 3% anual. Lo que implica que las tasas no volverán al nivel que tenían antes de la crisis de 2007.

 

El ajuste de los intereses no solamente afecta a operaciones financieras. Tiene efectos de largo plazo sobre las hipotecas y sobre los títulos de deuda corporativa. En el largo plazo, tendrá incidencia también sobre el valor de las acciones.

 

 

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