viernes, 27 de diciembre de 2024

Dow Jones: con bastante trabajo, pasó los 12.000 puntos

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En un clima signado por sondeos negativos para los republicanos, el panel industrial finalmente superó una marca que, en el auge de la difunta “nueva economía”, los gurúes prometían para 2000. Demoró casi siete años.

“Ahora, veamos cuánto tardarán los 36.000 puntos que prometieron dos libros hoy olvidados”. Así ironizaba Paul Krugman, cuyas malas relaciones con Wall Street y la gran empresa norteamericana siguen privándolo del Nobel económico.

Por supuesto, los voceros mediáticos del mercado salieron a proclamar lo obvio: los 12.011,7 del jueves eran el máximo en 110 años. En rigor, desde el día 3, cuando doblegó el récord anterior (11.727,2, registrado el 14 de enero de 2000), el DJ precisó doce ruedas de pequeñas alzas y algunas bajas para pasar los 12.000 puntos.

Si los cinco años y diez meses necesarios para llegar a los primeros máximos del siglo XXI fuesen un parámetro válido, aquellos míticos 36.000 puntos tomarían algo menos de sesenta años. Pero, hacia 2059, el presente ciclo macroeconómico –según definiciones de Nikolái Kondrát’yev y Josef Schumpeter- habrá cedido al siguiente y ni siquiera se sabe si será capitalista o poscapitalista.

Entretanto, el Standard&Poor’s 500 –la cartera más importante del mercado- marcó un pico de 1.369,1 el lunes 16 y luego cedió un poco. Igual le ocurrió al Nasdaq compuesto (6.172,4 ese mismo lunes). Lejos están los días de 1999, cuando en abril-mayo le bastaron al DJ veinticuatro jornadas para saltar mil puntos.

Como ocurre hoy, Wall Street –como Londres- tiende a encapsularse e ignorar el contexto global. En el último quinquenio del siglo pasado, verbigracia, subió de 4.000 a 9.000 puntos (1996/8), pese a la crisis sistémica desatada en el sudeste asiático y sus cimbronazos en Rusia, Brasil, etc.

El 29 de marzo de 1999, el entonces presidente de la bolsa, Richard Grasso, y el alcalde Rudolph Giuliani repartían gorros que decían “Dow 10.000”. En efecto, esa marca se superó poco después. Pero, al año siguiente, comenzó a derrumbarse la burbuja punbtocom y, en 2001, Enron inició la larga serie de escándalos contables en grandes compañías, que aún no se agota y ha hecho flaquear la confianza en el modelo capitalista norteamericano. Justo esta semana, la justicia obliga a uno de sus adalides caídos (Grasso) a devolver bonificaciones por US$ 95 millones, percibidas mientras lo echaban de la bolsa neoyorquina.

“Ahora, veamos cuánto tardarán los 36.000 puntos que prometieron dos libros hoy olvidados”. Así ironizaba Paul Krugman, cuyas malas relaciones con Wall Street y la gran empresa norteamericana siguen privándolo del Nobel económico.

Por supuesto, los voceros mediáticos del mercado salieron a proclamar lo obvio: los 12.011,7 del jueves eran el máximo en 110 años. En rigor, desde el día 3, cuando doblegó el récord anterior (11.727,2, registrado el 14 de enero de 2000), el DJ precisó doce ruedas de pequeñas alzas y algunas bajas para pasar los 12.000 puntos.

Si los cinco años y diez meses necesarios para llegar a los primeros máximos del siglo XXI fuesen un parámetro válido, aquellos míticos 36.000 puntos tomarían algo menos de sesenta años. Pero, hacia 2059, el presente ciclo macroeconómico –según definiciones de Nikolái Kondrát’yev y Josef Schumpeter- habrá cedido al siguiente y ni siquiera se sabe si será capitalista o poscapitalista.

Entretanto, el Standard&Poor’s 500 –la cartera más importante del mercado- marcó un pico de 1.369,1 el lunes 16 y luego cedió un poco. Igual le ocurrió al Nasdaq compuesto (6.172,4 ese mismo lunes). Lejos están los días de 1999, cuando en abril-mayo le bastaron al DJ veinticuatro jornadas para saltar mil puntos.

Como ocurre hoy, Wall Street –como Londres- tiende a encapsularse e ignorar el contexto global. En el último quinquenio del siglo pasado, verbigracia, subió de 4.000 a 9.000 puntos (1996/8), pese a la crisis sistémica desatada en el sudeste asiático y sus cimbronazos en Rusia, Brasil, etc.

El 29 de marzo de 1999, el entonces presidente de la bolsa, Richard Grasso, y el alcalde Rudolph Giuliani repartían gorros que decían “Dow 10.000”. En efecto, esa marca se superó poco después. Pero, al año siguiente, comenzó a derrumbarse la burbuja punbtocom y, en 2001, Enron inició la larga serie de escándalos contables en grandes compañías, que aún no se agota y ha hecho flaquear la confianza en el modelo capitalista norteamericano. Justo esta semana, la justicia obliga a uno de sus adalides caídos (Grasso) a devolver bonificaciones por US$ 95 millones, percibidas mientras lo echaban de la bolsa neoyorquina.

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