Por cuarta vez en una semana, el euro quebró techos de cuatro años
ante el dólar. Ahora, porque el Banco Central Europeo adelantó una
decisión esperada para el martes y dejó su tasa básica en
2,5% anual; es decir, el doble de la fijada por el Sistema de la Reserva Federal
(1,25%). Esto implica un diferencial muy favorable a colocaciones en Europa occidental
y poco apto para retener activos en dólares; justamente, mientras el rojo
en pagos externos y los déficit en EE.UU. requieren US$ 1.500 millones
diarios en inversión directa externa para sostener a la mayor economía
del mundo.
Estos factores explican que la moneda única de Eurolandia (“los doce”)
haya tocado ayer US$ 1,15. Eso implica alzas de 2,91% en mayo y 10% en el año.
“Capitales de todo tipo afluirán rápidamente a la zona euro,
al área de la libra esterlina (cuya tasa referencial asciende a 2,75%)
y al franco suizo (nivel similar al británico)”, presume Banc One
Capital Markets Inc. (Chicago). Al cierre en esta ciudad, el euro se mantenía
en US$ 1,15. En Tokio, el dólar cedía a ¥ 116,50.
Por supuesto, el reflujo accionario no se debía sólo al dólar
débil. Las decepcionantes ventas minoristas de abril -registradas por Kohl´s,
JC Penney, Nordstrom, Sears Roebuck y otras cadenas- impactaron fuerte, porque
los analistas bursátiles se habían ilusionado con algunos índices
privados de carácter abstracto (confianza de consumidores y empresarios,
por ejemplo).
A juicio de expertos ajenos a Wall Street, el efecto estimulante causado por el
fin de una guerra breve y exitoso no parece tan profundo ni duradero como esperaban
el gobierno o Alan Greenspan, presidente del Sistema de la Reserva Federal. “Las
cosas distan de haberse encaminado. Además, las acciones subieron demasiado
tras la caída de Bagdad, sin que la economía real convalidaran el
alza”, estima Thornburg Investment Management (Santa Fe, Nuevo Méjico).
En medio de tantas señales, el departamento federal de Trabajo informó
que, durante la semana pasada, entraron 425.000 nuevas solicitudes de subsidios
por desempleo. Por duodécima semana seguida, ese número supera los
400.000, algo que no sucedía desde 1992 y afectará negativamente
las expectativas y las compras del consumidor (este sector representa 67% del
PBI).
No es ajena a este cuadro la creciente resistencia a la ampliación de la
Unión Europea. Ésta toma dos formas. En Gran Bretaña, Dennis
MacShane -ministro para Asuntos Europeos- archivó hasta 2006 el referendo
sobre adopción del euro como moneda única. “La libra goza de
buena salud, el euro está sobrepreciado y la extrema debilidad del dólar
aconseja esperar”, dijo. Mientras tanto, Alexandr Kwasniewski (sucesor de
Karol Wojtyla en Cracovia y primado de Polonia) encabeza la protesta contra el
abandono del “zloty” -peso oro- en favor del euro. Aparte, algunas encuestas
indican que la opinión pública británica se opone a estrechar
nexos con Eurolandia mientras Silivio Berlusconi controle Italia.
Por cuarta vez en una semana, el euro quebró techos de cuatro años
ante el dólar. Ahora, porque el Banco Central Europeo adelantó una
decisión esperada para el martes y dejó su tasa básica en
2,5% anual; es decir, el doble de la fijada por el Sistema de la Reserva Federal
(1,25%). Esto implica un diferencial muy favorable a colocaciones en Europa occidental
y poco apto para retener activos en dólares; justamente, mientras el rojo
en pagos externos y los déficit en EE.UU. requieren US$ 1.500 millones
diarios en inversión directa externa para sostener a la mayor economía
del mundo.
Estos factores explican que la moneda única de Eurolandia (“los doce”)
haya tocado ayer US$ 1,15. Eso implica alzas de 2,91% en mayo y 10% en el año.
“Capitales de todo tipo afluirán rápidamente a la zona euro,
al área de la libra esterlina (cuya tasa referencial asciende a 2,75%)
y al franco suizo (nivel similar al británico)”, presume Banc One
Capital Markets Inc. (Chicago). Al cierre en esta ciudad, el euro se mantenía
en US$ 1,15. En Tokio, el dólar cedía a ¥ 116,50.
Por supuesto, el reflujo accionario no se debía sólo al dólar
débil. Las decepcionantes ventas minoristas de abril -registradas por Kohl´s,
JC Penney, Nordstrom, Sears Roebuck y otras cadenas- impactaron fuerte, porque
los analistas bursátiles se habían ilusionado con algunos índices
privados de carácter abstracto (confianza de consumidores y empresarios,
por ejemplo).
A juicio de expertos ajenos a Wall Street, el efecto estimulante causado por el
fin de una guerra breve y exitoso no parece tan profundo ni duradero como esperaban
el gobierno o Alan Greenspan, presidente del Sistema de la Reserva Federal. “Las
cosas distan de haberse encaminado. Además, las acciones subieron demasiado
tras la caída de Bagdad, sin que la economía real convalidaran el
alza”, estima Thornburg Investment Management (Santa Fe, Nuevo Méjico).
En medio de tantas señales, el departamento federal de Trabajo informó
que, durante la semana pasada, entraron 425.000 nuevas solicitudes de subsidios
por desempleo. Por duodécima semana seguida, ese número supera los
400.000, algo que no sucedía desde 1992 y afectará negativamente
las expectativas y las compras del consumidor (este sector representa 67% del
PBI).
No es ajena a este cuadro la creciente resistencia a la ampliación de la
Unión Europea. Ésta toma dos formas. En Gran Bretaña, Dennis
MacShane -ministro para Asuntos Europeos- archivó hasta 2006 el referendo
sobre adopción del euro como moneda única. “La libra goza de
buena salud, el euro está sobrepreciado y la extrema debilidad del dólar
aconseja esperar”, dijo. Mientras tanto, Alexandr Kwasniewski (sucesor de
Karol Wojtyla en Cracovia y primado de Polonia) encabeza la protesta contra el
abandono del “zloty” -peso oro- en favor del euro. Aparte, algunas encuestas
indican que la opinión pública británica se opone a estrechar
nexos con Eurolandia mientras Silivio Berlusconi controle Italia.