viernes, 27 de diciembre de 2024

Diciembre empieza con una baja del dólar que inquieta a Wall Street

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El mes arranca con el euro a US$ 1,332 y la libra a 1,98, máximos nominales en varios meses. A la vez, marca mínimo de FS 1,192. En simultáneo, cedían el Dow Jones (0,45%) el S&P 500 (0,4%) y, especialmente, el Nasdaq compuesto (0,9%).

Este declive le plantea un problema a Henry Paulson: dejar que el dólar siga cediendo, pero sin provocar un desbarranque que afecte la economía, donde surgen ya señales de enfriamiento. Aunque los “fundamentalistas” del Sistema de Reserva Federal se empeñen en no admitirlas.

Hasta el momento, Paulson imita a su pálido antecesor en hacienda, John Snow, y tolera en silencio el retroceso de la divisa referencial. Técnicamente, el viernes alcanzó pisos de dos años meses ante el euro y dieciséis meses ante la esterlina. Sólo en los últimos doce meses, el dólar pierde 7% respecto de la canasta compuesta de siete monedas fuertes que maneja el SRF.

Como es habitual en una presidencia sin equipo económico único –ni consistente-, los funcionarios sostienen en privado que el dólar se debilitará tarde o temprano (está haciéndolo), pero no quieren arriesgar un desplome. “Hacienda y el SRF estarían felices con un descenso gradual de paridades , pues promovería exportaciones, disminuiría importaciones y, con ello, el déficit comercial”. Asi afirma Robert Hormats, vicepresidente de Goldman Sachs, la firma que Paulson encabezaba hasta no hace mucho y adonde –dicen los mentideros- le gustaría volver lo antes posible.

Por supuesto, un dólar depreciado –no demolido- ayudaría a neutralizar los afanes proteccionistas, especialmente en el congreso que asumirá el 20 de enero. Naturalmente, un euro a más de US$ 1,33 puede reducir el rojo en el intercambio con la Eurozona (no necesariamente con toda la Unión Europea). Medios privados se ilusionan con que ese déficit ceda de US$ 100.000 millones en 2005 a 95.000 millones este año y 88.000 millones en 2007.

Pero, simultáneamente, podría acelerarse el crecimiento en la Eurozona y desacelerarse en Estados Unidos, suponen en hacienda y el SRF. Lo segundo ya sucede. Sin embargo, Paulson ha de tener cuidado en hallar equilibrio entre los intereses nacionales, el apego al libre comercio de la Casa Blanca -salvo cuando se trata de fusiones como la de Alcatel-Lucent- y los mercados financieros, que tal vez se vean perturbados por un dólar endeble.

Estos dilemas son novedosos y difíciles para quien estuvo toda la vida viendo las cosas desde el otro lado del mostrador. Si Paulson opta por buscar abiertamente un dólar débil, arriesga afectar a los mercados especulativos convirtiendo un declive gradual en caída lisa y llana. En ese caso, subirían las tasas largas (o sea, caerían los precios de bonos) y haría crisis la ya tambaleante burbuja inmobiliaria.

Obviamente, la gente comenzaría a comprar menos y, como se sabe, el producto bruto interno depende 70% de la demanda del público. Todo eso en el marco de un George W.Bush reducido a “gallo cojo” por sus fracasos políticos y exteriores. Por ahora, los voceros de hacienda no quieren explicar las ideas de Paulson sobre política cambiaria, si las tiene. Nadie se siente tranquilo, además, porque el ex Goldman Sachs repite cada rato el mantra de Snow: “un dólar fuerte es claramente conveniente para el país”.

Este declive le plantea un problema a Henry Paulson: dejar que el dólar siga cediendo, pero sin provocar un desbarranque que afecte la economía, donde surgen ya señales de enfriamiento. Aunque los “fundamentalistas” del Sistema de Reserva Federal se empeñen en no admitirlas.

Hasta el momento, Paulson imita a su pálido antecesor en hacienda, John Snow, y tolera en silencio el retroceso de la divisa referencial. Técnicamente, el viernes alcanzó pisos de dos años meses ante el euro y dieciséis meses ante la esterlina. Sólo en los últimos doce meses, el dólar pierde 7% respecto de la canasta compuesta de siete monedas fuertes que maneja el SRF.

Como es habitual en una presidencia sin equipo económico único –ni consistente-, los funcionarios sostienen en privado que el dólar se debilitará tarde o temprano (está haciéndolo), pero no quieren arriesgar un desplome. “Hacienda y el SRF estarían felices con un descenso gradual de paridades , pues promovería exportaciones, disminuiría importaciones y, con ello, el déficit comercial”. Asi afirma Robert Hormats, vicepresidente de Goldman Sachs, la firma que Paulson encabezaba hasta no hace mucho y adonde –dicen los mentideros- le gustaría volver lo antes posible.

Por supuesto, un dólar depreciado –no demolido- ayudaría a neutralizar los afanes proteccionistas, especialmente en el congreso que asumirá el 20 de enero. Naturalmente, un euro a más de US$ 1,33 puede reducir el rojo en el intercambio con la Eurozona (no necesariamente con toda la Unión Europea). Medios privados se ilusionan con que ese déficit ceda de US$ 100.000 millones en 2005 a 95.000 millones este año y 88.000 millones en 2007.

Pero, simultáneamente, podría acelerarse el crecimiento en la Eurozona y desacelerarse en Estados Unidos, suponen en hacienda y el SRF. Lo segundo ya sucede. Sin embargo, Paulson ha de tener cuidado en hallar equilibrio entre los intereses nacionales, el apego al libre comercio de la Casa Blanca -salvo cuando se trata de fusiones como la de Alcatel-Lucent- y los mercados financieros, que tal vez se vean perturbados por un dólar endeble.

Estos dilemas son novedosos y difíciles para quien estuvo toda la vida viendo las cosas desde el otro lado del mostrador. Si Paulson opta por buscar abiertamente un dólar débil, arriesga afectar a los mercados especulativos convirtiendo un declive gradual en caída lisa y llana. En ese caso, subirían las tasas largas (o sea, caerían los precios de bonos) y haría crisis la ya tambaleante burbuja inmobiliaria.

Obviamente, la gente comenzaría a comprar menos y, como se sabe, el producto bruto interno depende 70% de la demanda del público. Todo eso en el marco de un George W.Bush reducido a “gallo cojo” por sus fracasos políticos y exteriores. Por ahora, los voceros de hacienda no quieren explicar las ideas de Paulson sobre política cambiaria, si las tiene. Nadie se siente tranquilo, además, porque el ex Goldman Sachs repite cada rato el mantra de Snow: “un dólar fuerte es claramente conveniente para el país”.

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