El antecedente más cercano se remonta a la década de 1980 cuando se verificó una seguidilla de seis años de caída en la producción -entre 1982 y 1987-, momento en el cual el país atravesaba una grave crisis energética. En el caso del gas natural, si bien el ciclo negativo es más corto (desde 2007), no se registran dos años seguidos con signos negativos en la producción desde la década de 1970, sostiene Horacio Lazarte, analista sectorial de abeceb.com.
La caída en la producción de petróleo del año pasado surge tras una década donde el proceso inversor no acompañó el crecimiento económico.
Las tasas de reposición de reservas de hidrocarburos para el período 2002-2012 fueron de 85% y 13% en promedio para el petróleo y gas respectivamente. Esto significa que el ritmo al que se consumieron las reservas superó al de su incorporación. Esto, a diferencia de los niveles registrados entre 1992-2002, cuando estas tasas se encontraron en un 149% y 145%.
El resultado, luego de una década de tarifas subsidiadas y aumento de la intensidad energética, fue por un lado la pérdida de diez años en el horizonte de producción de gas natural (de 17 a 7,3 años), en tanto que en petróleo se mantuvo prácticamente estancado en torno a los 11 años, aún luego de la ampliación en el año 2006 en Cerro Dragón. Y por el otro, la pérdida de la autarquía energética tras 21 años de una balanza comercial positiva.
En la coyuntura más reciente, a los factores estructurales se agrega un plano internacional menos auspicioso, que de manera exógena golpeó el saldo energético.
En el primer cuatrimestre del año, el déficit comercial sufrió un deterioro superior al esperado. A esta altura contamos con un rojo de USD 1.579 millones cuando en el mismo período del año pasado aún existía un superávit de USD 315 millones. Las exportaciones de crudo han sufrido una caída del 70% y explican casi la totalidad de la caída de las ventas externas del sector –cercana al 40%-.
Este deterioro refleja factores tanto internos como externos. Entre los primeros, la caída de producción de la cuenca del Golfo de San Jorge, de donde se obtiene el principal saldo exportable del país.
En el frente externo, el deterioro de la situación de los commodities, tras un crecimiento de China menor al esperado -por debajo del 8%- afectó las cotizaciones del crudo como también la demanda de los principales destinos. El declive de las ventas externas del rubro energético se explica por los menores envíos a China (-68%), al NAFTA (-59%), a Brasil (-32%) y a Chile (-29%).
Para el cierre del año, la factura del déficit energético en divisas será mayor a la esperada. Siendo optimista en cuanto a la recuperación de las exportaciones en los próximos meses -aunque con menores precios promedio-, estará por encima de los USD 5.600 millones (más del doble respecto a 2012), caso contrario estará más cerca de los USD 7.000 millones. Esto considerando que no surja ningún conflicto gremial que afecte la producción en la cuenca de San Jorge. En ese caso el daño sería mayor.
Tras un baño de realidad ante un déficit energético que se expande -cuando las divisas escasean-, las iniciativas voluntaristas son insuficientes para modificarla. Resulta esencial otorgar definiciones sobre la renta futura para motivar la planificación de proyectos de largo plazo, si se quiere seguir manteniendo un régimen de concesión privado, pero que en la práctica es un híbrido donde el riesgo es privado y la captación de la renta no lo es.
Con la estatización de YPF, el Estado empezó a asumir los riesgos geológicos y económicos de la actividad, como también a padecer los políticos en el mercado de crédito.
Concretar su estrategia de largo plazo dependerá de las posibilidades de obtención de fondos para financiar los proyectos. Mientras ello no ocurra, lograr un cambio hacia una estrategia de largo será difícil. Incluso si ocurre, será insuficiente si los incentivos no se extienden hacia el resto de las empresas.
El régimen de promoción para la exploración de hidrocarburos marca la continuidad de una falta de definición mediante normas que regulen claramente al sector y la abundancia de decretos que se contradicen entre sí en un plazo de un año, lo cual atenta contra la búsqueda de un horizonte de largo plazo en cuanto a los proyectos productivos, los que para el caso de los hidrocarburos requieren varios años para concretarse.
Sin embargo, las necesidades de exhibir resultados positivos en la producción y generación de divisas pesan más que las contradicciones e incluso de la mencionada soberanía hidrocarburífera, en el marco de un déficit energético creciente, que se estima alcanzaría los U$S 6.600 millones en 2013 y que sin inversiones concretas que permitan aprovechar el potencial de recursos de Vaca Muerta, seguirá una tendencia creciente y con un impacto cada vez mayor en la balanza comercial.