Según las estadísticas más recientes, se agranda la brecha entre rojos fiscal y comercio. Mientras éste asciende y registra un récord sorpresivo (US$ 68.900 millones en octubre), el primero –si bien continúa alto- es relativamente inferior al de doce meses antes.
Expresado como proporción del producto bruto interno, el déficit de intercambio promediaba 6,1% durante el año calentario que va de novienbre de 2004 a octubre último. Hace apenas tres años, esa cifra no pasaba de 4% aunque, por entonces, se la considerase virtualmente insostenible. En lo tocante el presupuesto, los datos a noviembre señalan que, por una parte, sigue aumentando pero, por la otra, representa “apenas” 2,7% del PBI. Esta proporción es inferior las de casi todas las economías grandes de la Unión Europea, que superan 3%.
Esa “mejora” se debe casi enteramente al moderado repunte de la economía norteamericana. El proceso eleva recaudación tributaria, en particular vía el impuesto a réditos de personas físicas y jurídicas. Por el contrario, el gasto federal llega al máximo desde 1997, también en relación con el PBI.
El término “déficit gemelos” se acuñó en tiempos de Ronald Reagan, con Paul Volcker a cargo de la Reserva Federal. Aludía a la paridad de tendencias, no necesariamnte de montos relativos, entre el rojo fiscal y el comercial. En el primer caso y tomando un dólar constante, o sea restando la inflación minorista, el déficit bajo Reagan era el doble que bajo George W.Bush: rozó 5,8% del PBI.
Pero el rojo comercial resulta más grande y preocupante que en presidencias anteriores, porque refleja una creciente incapacidad de competir. Ya cuando este déficit alcanzaba 3% del PBI (la mitad que ahora), hubo un pico de angustias. Las principales economías forjaron el “acuerdo del Plaza” y consiguieron rebajar el dólar: con ello, disminuyó el rojo comercial.
En 2005, ese mismo dólar sorprendió a casi todos loa analistas al fortalecerse contra las principales divisas rivales. Además, en lo que los ortodoxos creen el parámetro más relevante, China le permitió avanzar poco más de 1% al yüen sobre el dólar.
Por otra parte, la vulnerabilidad industrial norteamericana no ha impedido que el nivel de exportaciones siga comparativamente alto. En los últimos decenios, las ventas al exterior han fluctuado entre 5 y 8% del PBI, es decir en un margen amplio. En el lapso noviembre 2004-octubre 2005, esa propoción orillaba 7,2%, cerca de la cota máxima.
Lo que sí cambió, empero, es el valor de las importaciones. En los años de Reagan, su monto nunca tocó 9% del PBI. Hoy supera 13%. Resulta, pues, difícil que la estructura del déficit comercial mejore sin una caída de importaciones, algo que sólo una marcada retraccíón del consumo podría acarrear.
Sin duda, los altos precios de hidrocarburos y sus refinados han influido en la expansión del rojo comercial. Pero no son ni de lejos el único factor. De hecho, crudos y subproductos representan poco más de 25% del déficit comercial, que marcaría récords aun si ese rubro fuese estable. Entonces ¿hasta dónde podrá incrementarse la brecha? Bueno, hasta donde los norteamericanos sigan endeudándose para comprar o espeular y el resto del mundo les financie la fiesta tomándoles deuda. O sea, letras y bonos.
Según las estadísticas más recientes, se agranda la brecha entre rojos fiscal y comercio. Mientras éste asciende y registra un récord sorpresivo (US$ 68.900 millones en octubre), el primero –si bien continúa alto- es relativamente inferior al de doce meses antes.
Expresado como proporción del producto bruto interno, el déficit de intercambio promediaba 6,1% durante el año calentario que va de novienbre de 2004 a octubre último. Hace apenas tres años, esa cifra no pasaba de 4% aunque, por entonces, se la considerase virtualmente insostenible. En lo tocante el presupuesto, los datos a noviembre señalan que, por una parte, sigue aumentando pero, por la otra, representa “apenas” 2,7% del PBI. Esta proporción es inferior las de casi todas las economías grandes de la Unión Europea, que superan 3%.
Esa “mejora” se debe casi enteramente al moderado repunte de la economía norteamericana. El proceso eleva recaudación tributaria, en particular vía el impuesto a réditos de personas físicas y jurídicas. Por el contrario, el gasto federal llega al máximo desde 1997, también en relación con el PBI.
El término “déficit gemelos” se acuñó en tiempos de Ronald Reagan, con Paul Volcker a cargo de la Reserva Federal. Aludía a la paridad de tendencias, no necesariamnte de montos relativos, entre el rojo fiscal y el comercial. En el primer caso y tomando un dólar constante, o sea restando la inflación minorista, el déficit bajo Reagan era el doble que bajo George W.Bush: rozó 5,8% del PBI.
Pero el rojo comercial resulta más grande y preocupante que en presidencias anteriores, porque refleja una creciente incapacidad de competir. Ya cuando este déficit alcanzaba 3% del PBI (la mitad que ahora), hubo un pico de angustias. Las principales economías forjaron el “acuerdo del Plaza” y consiguieron rebajar el dólar: con ello, disminuyó el rojo comercial.
En 2005, ese mismo dólar sorprendió a casi todos loa analistas al fortalecerse contra las principales divisas rivales. Además, en lo que los ortodoxos creen el parámetro más relevante, China le permitió avanzar poco más de 1% al yüen sobre el dólar.
Por otra parte, la vulnerabilidad industrial norteamericana no ha impedido que el nivel de exportaciones siga comparativamente alto. En los últimos decenios, las ventas al exterior han fluctuado entre 5 y 8% del PBI, es decir en un margen amplio. En el lapso noviembre 2004-octubre 2005, esa propoción orillaba 7,2%, cerca de la cota máxima.
Lo que sí cambió, empero, es el valor de las importaciones. En los años de Reagan, su monto nunca tocó 9% del PBI. Hoy supera 13%. Resulta, pues, difícil que la estructura del déficit comercial mejore sin una caída de importaciones, algo que sólo una marcada retraccíón del consumo podría acarrear.
Sin duda, los altos precios de hidrocarburos y sus refinados han influido en la expansión del rojo comercial. Pero no son ni de lejos el único factor. De hecho, crudos y subproductos representan poco más de 25% del déficit comercial, que marcaría récords aun si ese rubro fuese estable. Entonces ¿hasta dónde podrá incrementarse la brecha? Bueno, hasta donde los norteamericanos sigan endeudándose para comprar o espeular y el resto del mundo les financie la fiesta tomándoles deuda. O sea, letras y bonos.