Muchos analistas creen que esos niveles seguirán descendiendo hasta US$ 30, para alegría de varios sectores. Entre ellos, gobiernos que pugnaban contra la inflación este mismo año. Los países más pobres, cuyas poblaciones gastan hasta 75% de sus ingresos en comer, eran especialmente vulnerables alza de hidrocarburos y sus efectos en el precio de alimentos primarios.
Con los combustibles fósiles bajando y las economías centrales ahora más preocupadas por la deflación que los precios en aumento, los bancos centrales se muestran más dispuestos a bruscos descensos en tasas de interés. Pasa tanto en Estados Unidos-Canadá cuanto en Europa occidental.
Pero hay aspectos negativos en esta tendencia. Tampoco la volatilidad de precios beneficia necesariamente a usuarios y productores. Lo más inquietante es que la contracción responda al abrupto deterioro de países centrales y sus consecuencias en el resto del mundo vía estancamiento o caída de demanda.
Tampoco los ambientalistas se sienten felices. Cuatro años de precios en alza presionaban contra la demanda de combustibles fósiles, fuentes de emisiones contaminantes (monóxido, dióxido de carbono). Por ejemplo, desde 2007 se notaban menos venta de camionetas “traganafta” y mayor uso del transporte público.
Sea como fuere y pese a la promoción de combustibles limpios o más eficientes, fuentes energéticas renovables y hasta nucleares –en las economías centrales, al menos-, el petróleo predominará en varios aspectos, particularmente transportes. A su vez, la oferta a largo plazo exige crecientes inversiones en exploración y producción, hoy desalentadas por la volatilidad de precios. Saudiarabia, a la sazón, sostiene que el barril debe costar no menos de US$ 75 el barril para promover mayor extracción y evitar déficit en el futuro próximo.
La agencia internacional de energía y combustibles(AIEC) estima que se necesita detectar reserva por seis veces la actual producción rusa o saudí para cubrir demanda hasta 2030. Otros pronostican que el agotamiento comenzará a sentirse desde 2020 ó 2025. Entretanto, si persisten precios bajos, las exploraciones se estancarán, pues los gigante internacionales privilegian los dividendos actuales, no los futuros.
Muchos analistas creen que esos niveles seguirán descendiendo hasta US$ 30, para alegría de varios sectores. Entre ellos, gobiernos que pugnaban contra la inflación este mismo año. Los países más pobres, cuyas poblaciones gastan hasta 75% de sus ingresos en comer, eran especialmente vulnerables alza de hidrocarburos y sus efectos en el precio de alimentos primarios.
<p>Con los combustibles fósiles bajando y las economías centrales ahora más preocupadas por la deflación que los precios en aumento, los bancos centrales se muestran más dispuestos a bruscos descensos en tasas de interés. Pasa tanto en Estados Unidos-Canadá cuanto en Europa occidental.</p>
<p>Pero hay aspectos negativos en esta tendencia. Tampoco la volatilidad de precios beneficia necesariamente a usuarios y productores. Lo más inquietante es que la contracción responda al abrupto deterioro de países centrales y sus consecuencias en el resto del mundo vía estancamiento o caída de demanda.</p>
<p>Tampoco los ambientalistas se sienten felices. Cuatro años de precios en alza presionaban contra la demanda de combustibles fósiles, fuentes de emisiones contaminantes (monóxido, dióxido de carbono). Por ejemplo, desde 2007 se notaban menos venta de camionetas “traganafta” y mayor uso del transporte público.</p>
<p>Sea como fuere y pese a la promoción de combustibles limpios o más eficientes, fuentes energéticas renovables y hasta nucleares –en las economías centrales, al menos-, el petróleo predominará en varios aspectos, particularmente transportes. A su vez, la oferta a largo plazo exige crecientes inversiones en exploración y producción, hoy desalentadas por la volatilidad de precios. Saudiarabia, a la sazón, sostiene que el barril debe costar no menos de US$ 75 el barril para promover mayor extracción y evitar déficit en el futuro próximo.</p>
<p>La agencia internacional de energía y combustibles(AIEC) estima que se necesita detectar reserva por seis veces la actual producción rusa o saudí para cubrir demanda hasta 2030. Otros pronostican que el agotamiento comenzará a sentirse desde 2020 ó 2025. Entretanto, si persisten precios bajos, las exploraciones se estancarán, pues los gigante internacionales privilegian los dividendos actuales, no los futuros.</p>
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