<p>La baja de valores inmobiliarios –atenuada recién el cuarto trimestre del año pasado- y la carga de incobrables, por sí solos, determinaron sólo en 2007/2008 (fase inicial) quebrantos por US$ 565.000 millones. Así estima un informe anual difundido por el FMI en octubre. El otro monto incluye títulos y obligaciones comerciales ligados a bienes raíces y préstamos a deudores insolventes, tanto individuos como sociedades. En general, eran y son activos tóxicos, según reafirma la falencia de 98 bancos de segunda/tercera línea en EE.UU. hasta el primer trimestre de 2010.<br />
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Aquel estudio del Fondo Monetario Internacional señala que lo peor de la astringencia crediticia había pasado a fines de 2009, pero luego apareció la crisis del endeudamiento soberano europeo. Hasta diciembre de ese año, en efecto, bancos y firmas de valores occidentales habían depreciado o liquidado activos por US$ 750.000 millones. A raíz de ello, los reguladores presionan para que el sector privado siga buscando capitales frescos, con el objeto de frenar el deterioro de balances y el crecimiento. Tanto en EE.UU. cuanto en la Eurozona. Justamente en este clima, aparece China como motor para una especie de “plan Marshall”, orientada a reemplazar salvatajes financieros con instrumentos más políticos. <br />
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“Las nuevas turbulencias son algo más que problemas de deuda. Por el contrario –apuntaba Union des Banques Suisses-, reflejan profundas fragilidades contables y débiles bases de capital. Entonces, sus efectos pueden ser aun más amplios, hondos y recurrentes, por lo cual comportan riesgos de continuar durante un lapso considerable”. Similar postura exhibe el comité de Basilea.</p>
<p>Todavía bajo Rodrigo Rato, hace tres años y medio, el Fondo suponía que la crisis sistémica tendría consecuencias acotadas. Ello se debía a “falta de comprensión sobre riesgos involucrados en ciertos instrumentos financieros, por ejemplo los derivados”, subrayan en Basilea.<br />
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Con Dominique Strauss-Kahn en el timón, no se acabaron los eufemismos típicos de la alta burocracia fondista. No obstante, las proyecciones del FMI superan a las de bancas y analistas privados. Por ejemplo, los US$ 600.000 millones que presumía, en 2009, Deutsche Bank. “Los gobiernos debieran preparar planes contingentes –sostiene el trabajo- para afrontar grandes masas de activos deteriorados, si las depreciaciones conducen a una dinámica rupturista en la economía real”. O sea, una vuelta a la guerra de monedas. <br />
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En el pasado, el FMI “no ha señalado con bastante énfasis una serie de peligros asociados al colapso de malas hipotecas y sus efectos en el sistema financiero”, admite hoy Strauss-Kahn, en clara alusión a su antecesor. Por cierto, en abril de 2007, Rato todavía afirmaba: “no existen serias amenazas de tipo sistémico. La titulización de malas hipotecas no implicará pérdidas relevantes”. Lo único positivo es otro fenómeno imprevisto: el desacople de mercados asiáticos y latinoamericanos respecto de las crisis en economías centrales. <br />
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