lunes, 25 de noviembre de 2024

Cosecha récord en trigo y cambio de tendencia

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Se estima que la producción alcanzará a 20 millones de toneladas. Más superficie sembrada.

En la próxima campaña, Argentina logrará la mayor cosecha de trigo de su historia, con una producción que excederá los 20 millones de toneladas. Esto se explica fundamentalmente por la rápida respuesta de los productores agropecuarios que, frente al nuevo escenario de precios, tras la eliminación de los derechos de exportación y las trabas a la exportación, aumentaron el área dedicada al trigo en más de 2 millones de hectáreas, incrementando a la vez la inversión en tecnología; que impactó en un crecimiento del rinde promedio por hectárea.

Así lo explica el último informe mensual del departamento de Economía de PwC. Con respecto a la campaña 2015/16 – última con el esquema normativo anterior-, la cadena del trigo habrá logrado entonces los siguientes objetivos:

• Aumento del 50% del área sembrada.

• Crecimiento del 70% en el volumen producido.

• Incremento del 43% del volumen de trigo exportado

• Aumento del 132% del PIB de la cadena triguera – con más de US$ 3.600 millones.

• Aporte de más de US$ 2.000 millones de valor agregado a la economía.

• Incremento del 29% en la recaudación fiscal (a pesar de la eliminación de los derechos de exportación).

Estos datos que surgen del Informe de la “contribución de la cadena del trigo a la economía argentina”, publicado por la Bolsa de Cereales, señalan claramente la evolución favorable de la cadena de valor, a partir de las nuevas reglas de juego tras el cambio de administración.

Es un muy buen ejemplo de cómo la aplicación de políticas públicas impacta en el desarrollo de la actividad económica. Este es el camino que siguen casi todas las economías desarrolladas del mundo en cualquier actividad para generar riqueza. El rol de todo gobierno debe ser justamente el de identificar los “cuellos de botella” que tiene la economía y favorecer la productividad de cada sector para que los actores económicos – en un marco de libre competencia – se puedan desarrollar, crear empleo, pagar sus impuestos y además tener rentabilidad.

Ello es lo que ocurrió con la política agropecuaria para la cadena del trigo hasta que la reciente “crisis cambiaria” obligó a redefinir las reglas de juego del sector, con la reintroducción de los derechos de exportación para todos los sectores productivos. Nadie duda que el equilibrio fiscal debe ser una prioridad en todo presupuesto de un país como el nuestro, que debe recuperar la confianza de los acreedores y de sus propios habitantes.

“Este es el dilema que enfrenta hoy a nuestro país. A pesar de lo evidente de los buenos resultados que dio la aplicación de una política de desarrollo que favoreció el despegue de un sector productivo y de buena parte del interior del país, termina modificándose a partir de lo urgente – lograr el equilibrio fiscal en el corto plazo-. Seguramente, a futuro habrá un cambio de tendencia para el sector, y el campo nuevamente cargará con el esfuerzo de una mayor carga tributaria – compartida esta vez con todos los sectores productivos de la economía. Algún día aprenderemos que, si achicamos la actividad económica, no habrá presión tributaria que alcance”.

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