<p>Tanto el rescate como las bonificaciones involucran dinero de los contribuyentes. Días atrás, los capitostes de AIG estaban a punto de asignar U$S 165 millones a los ejecutivos que manejan la misma división que llevó la firma al borde del colapso en 2008.<br />
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Al trascender esa primera “cuota”, Barack Obama y parte de su equipo se sintieron consternados. A regañadientes, Timonthy Geithner (Tesoro) le advirtió a la aseguradora que sus planes remuneratorios eran inaceptables y exigió renegociarlos. Pero esos premios, sostienen los abogados, son contractualmente obligatorios. <br />
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El asunto tiene ribetes de escándalo. Los pagos en la unidad de “productos financieros” (en realidad, instrumentos derivativos) se añaden a US$ 121 millones a ejecutivos superiores. Si esta fiesta se extendiera a los 6.400 empelados de la compañía, la factura alcanzaría casi mil millones. <br />
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Estas remuneraciones leoninas benefician a una empresa que estuvo en el centro del colapso y las crisis subsiguientes. Ante la indiferencia de Benjamín Bernanke (RF) y la agencia que maneja el programa de activos tóxicos (TARP), la reacción política compromete los esfuerzos del gobierno para apuntalar Wall Street. <br />
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El caso es que, en este momento, el Estado controla casi 80% del paquete AIG, pero sus abogados se aferran a contratos de dudosa ética. Con el apoyo de Edward Liddy, presidente nombrado por el Estado, según el cual esas bonificaciones son necesarias para retener operadores capaces.<br />
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Entre todas las entidades financieras socorridas con dinero del contribuyente, ninguna ha recibido tanto como AIG. Esto saca de las casillas al Congreso, que tacha a la compañía y sus directivos de suma imprudencia. En realidad, la aseguradora encarna lo peor en un negocio de suyo poco diáfano. </p>
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Con pagos de premios, AIG consterna a Washington
American International Group fue agraciada por el Tesoro y la Reserva Federal de EE.UU., con un salvamento que pasó velozmente de US$ 50.000 a 170.000 millones. Ahora, el gobierno interviene para frenar bonos y premios por casi mil millones a los ejecutivos superiores.