viernes, 27 de diciembre de 2024

Cinco pecados que agobian al capitalismo anglosajón

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Su emblema, Estados Unidos, acumula US$ 51 billones de deuda contra 14 billones de producto bruto interno. Pero los ejecutivos de Wall Street pasaron de ganar US$ 3.500.000 en 1992 a 15.000 millones anuales cada uno en 2007. Eso lo dice todo.

“Sólo esta desintegración del capitalismo financiero puede forzar remedios drásticos a cinco errores claves”, sostiene el columnista londinense Martin Wolf. Pero ¿cuáles son?
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La deuda como locomotora. Su exceso es un pecado capital, sin duda. A fin de junio, la relaci&oacute;n entre pasivos y PBI en EE.UU. era 3,6 veces en contra. Otro sostiene que la incidencia de la deuda agregada es 358% sobre la suma de bienes y servicios. A valores constantes, la cifra triplica la de hace 50 a&ntilde;os y supera la registrada durante la depresi&oacute;n de 1933/8. </p>
<p>Como se&ntilde;ala el italiano Marco Fortis, el presente mega-rescate estatal norteamericano devora la ventaja que esta econom&iacute;a tuvo sobre la Eurozona (quince miembros) en 2003/7. Tambi&eacute;n acent&uacute;a la primac&iacute;a que la Uni&oacute;n Europea (veintisiete) tiene desde 2007. </p>
<p>Lo financiero como clave. Esa loca expansi&oacute;n de la deuda refleja el papel de los fondos de cobertura (derivados) en lo inmobiliario y otros sectores. En este sentido, afirma Wolf, &ldquo;el plan de salvamento no es una soluci&oacute;n verdadera. La exposici&oacute;n de la segunda econom&iacute;a mundial al riesgo financiero subi&oacute; de 21% del PBI en 1980 a 116% el a&ntilde;o pasado. </p>
<p>Eso aumento a participaci&oacute;n del segmento en las ganancias del sector privado de 9,5% en 1950 a 33% en 2006, seg&uacute;n indica el analista Ronald Dore. Desde 2002, cuando lleg&oacute; a 45%, esa porci&oacute;n ha sido variable de las tasas de inter&eacute;s y, por ende, de las pol&iacute;ticas de Alan Greenspan en pro del negocio financiero y los derivativos que ahora protagonizan la crisis. </p>
<p>Un mito. Se trata de los &ldquo;instrumentos financieros innovadores&rdquo;, en realidad globos inflados. Aparecen en 1987 con las obligaciones de deuda colateralizadas (ODC) e inauguran una larga serie de &ldquo;innovaciones creativas&rdquo; que ha exaltado a cinco matem&aacute;ticos sin &eacute;tica, inventores de ecuaciones por las cuales &ndash;como Merton Millar o Myron Scholes- han recibido premios Nobel. Ello revela la amoralidad de algunos acad&eacute;micos escandinavos. </p>
<p>En pos de una diab&oacute;lica piedra filosofal, analizaban complicados algoritmos para armar carteras m&aacute;s inmunes al riesgo individual de los papeles involucrados. Eso audaces modelos pivotean en tres factores: diversificaci&oacute;n de t&iacute;tulos, escasa correlaci&oacute;n entre riesgos relativos y plazos desiguales que permiten articular los flujos de efectivo. </p>
<p>Los innovadores supon&iacute;an elevar as&iacute; los rindes de las inversiones sin aumentar riesgos proporcionales, v&iacute;a estructura sint&eacute;tica. Era un dislate, claro, pero muchos banqueros se lo creyeron &ndash;Greenspan lo defend&iacute;a a capa y espada-, por lo cual grade instituciones occidentales redujeron los instrumentos cl&aacute;sicos en pro estas atractivas novedades. Pero los riesgos subyacentes pueden postergarse, nunca eliminarse, y siempre vuelven. </p>
<p>Exaltaci&oacute;n del CRI. La ilimitada fe en crecientes retornos de la inversi&oacute;n desempe&ntilde;&oacute; un papel decisivo. En once a&ntilde;os (1997/2007), las cotizantes en el S&amp;P 500 han dado dividendos totales por US$ 4,2 billones. A juicio de William Lazonik, eso constituye un vero saqueo de las empresas mismas y, en buena parte de los subsidios estatales que recib&iacute;an. </p>
<p>Entre las cincuenta firmas que sobresalieron en la tarea de autodestrucci&oacute;n se distinguen las m&aacute;ximas ex bancas de inversi&oacute;n (firmas de valores) de Wall Street. Hoy extintas (Lehman Brothers, Bear Stearns), absorbidas &ndash;Merrill Lynch- o convertidas en bancos comerciales (Goldman Sachs, Morgan Stanley). De un modo u otro, dir&iacute;an los fil&oacute;sofos antiguos, fueron v&iacute;ctimas de la &ldquo;<em>phronos the&oacute;on</em>&rdquo;, ira de los dioses. </p>
<p>Pero tambi&eacute;n fueron seducidas por los CRI las dos hipotecarias paraestatales, Fannie Mae y Freddie Mac. O cinco mayores bancos convencionales de EE.UU., a saber Citigroup, Bank of America, JP Morgan Chase, Wells Fargo y Wachovia. </p>
<p>Culto a la desregulaci&oacute;n. Estos excesos fueron posibles porque el congreso hab&iacute;an abolido en 1999 &ndash;merced a Greenspan, entre otros-, con apoyo bipartidario, la ley Glass-Steagall, un inteligente legado de la depresi&oacute;n. Vedaba fusiones o combinaciones entre bancos comerciales y bancas de inversi&oacute;n. </p>
<p>Como si eso fuera poco, en 2001 la comisi&oacute;n federal de valores (SEC), guiada por el republicano Christopher Cox, otorg&oacute; a esas mismas cinco firmas de valores &ndash;mutadas en bancas de inversi&oacute;n- la facultad de autorregularse. Un escandaloso legado de la era Bush, sostuvo Paul Krugman, hoy Nobel econ&oacute;mico. Ello les permiti&oacute; excluir de los balances los fondos de coberturas que ellas mismas promov&iacute;an, en lo que debi&oacute; haberse llamado &ldquo;autodesregulaci&oacute;n salvaje&rdquo;. </p>
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