China se prepara en serio para la guerra comercial

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Libera US$ 100 mil millones para mitigar el impacto de los aranceles de EE.UU.

Si alguien apostaba a que China absorbería el golpe de aranceles especiales sobre US$ 50 mil millones de exportaciones que le impondría Estados Unidos, es buen momento para cambiar de opinión.

El gobierno de Trump advirtió que si China imponía represalias, entonces (a la búsqueda de equilibrio para su actual déficit comercial) pondría en vigor nuevos aranceles por US$ 200 mil millones. Nadie puede pensar que la amenaza surta efecto.

Para demostrarlo, el Banco Central chino ha liberado US$ 100 mil millones de las reservas que todos los bancos están obligados a mantener en esa institución. Con esa masa de dinero se intenta prevenir los efectos de la imposición de la primera ola de aranceles y las consecuencias de una guerra comercial no querida.

En suma, Beijing opera con una estrategia que diseña discretamente con antelación. La Casa Blanca no parece tener ninguna más allá de la amenaza.

El próximo 6 de julio entrarán en vigor las medidas punitivas estadounidenses por valor de US$ 34 mil millones. Un poco más tarde entrarían en efecto otras medidas por US$ 16 mil millones.

China responderá con represalias arancelarias por el mismo monto. Como escalada de esta guerra, Washington anunció ahora que planea restringir las inversiones chinas en empresas estadounidenses, en campos estratégicos como aeroespacial, robótica y ferrocarriles.

Xi Jinping se lo advirtió a presidentes de empresas extranjeras (varias estadounidenses, muy importantes) que China ni por asomo piensa en poner la otra mejilla. Algunos analistas entienden que al final del juego, lo que está en disputa es el predominio tecnológico en la carrera en que están ambos países. Xi Jinping deslizó otro mensaje: si una puerta se cierra, otra se abre. Otros países advierten que puede haber en cercanía grandes oportunidades de negocios.

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