<p>El Banco Chino de Desarrollo (BChD) y el Banco de Exportación e Importación (BEI) concedieron préstamos por no menos de US$ 110.000 millones, durante 2009/10, a gobiernos y empresas en desarrollo. Esto se desprende de un informe publicado por el Financial Times. En un lapso similar (mediados de 2008 a mediados de 2010), las divisiones equivalentes del Banco Mundial concedieron fondos por US$ 100.300 millones.<br />
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El mero volumen de créditos al exterior subscritos por ambos bancos indica hasta qué punto China está modificando los cánones de la globalización. Asimismo, esta política forma parte de otro objetivo: reducir dependencia de los mercados occidentales de intercambio.<br />
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En efecto, la crisis sistémica de 2006/09, la recesión subsiguiente y la crisis de endeudamiento europea permiten a Beijing, por ejemplo, promover los intereses comerciales de sus compañías petroleras. China ofrece préstamos a países productores en momentos cuando escasea el financiamiento de fuentes occidentales.<br />
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Esos acuerdos abarcan canjes de fondos por hidrocarburos con Rusia, Brasil y Venezuela, créditos para que una firma india adquiera equipo energético, proyectos infraestructurales en Ghana o ferrocarriles en Argentina.<br />
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<p>Mientras tanto, el Banco Mundial ha intentado halla formas de cooperar con Beijing y evitar una creciente competencia ente ambos modelos de asistencia financiera. China misma se ubicaba tiempo atrás entre los mayores receptores de créditos del BM. “Uno de los tópicos analizados con ese gobierno es cómo compartir experiencias en apoyo de economías en desarrollo. Sea en África o el sudeste asiático”, señalaba en 2009 Robert Zoellick, presidente norteamericano del BM.<br />
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En general, el BChD y el Eximbank chino (BEI) ofrecen términos más preferenciales que el BM y otros préstamistas convencionales, en caso de operaciones claves para Beijing. También disponen de esquemas más afines a parámetros occidentales, para acuerdos políticamente menos sensitivos. Pero los chinos imponen cláusulas de transparencia menos estrictas.<br />
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Por supuesto, el interés chino en productores de hidrocarburos inquieta a Estados Unidos, obsedido por la “seguridad energética”. Algunos analistas no creen que sea para tanto. Los convenios del BChD sugieren que los prestamistas no pretenden reducir los crudos disponibles para EE.UU., sino en las políticas de los países objeto de créditos. Otros observadores, próximos a Washington, sostienen que la munificencia del banco da alas a regímenes latinoamericanos hostiles a EE.UU. <br />
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