China anunció esta semana sanciones a los contratistas de defensa norteamericanos Boeing, Lockheed Martin y Raytheon. El tabloide estatal Global Times, en un evidente intento de explicar los motivos, citó a analistas no identificados diciendo que China podía restringir el acceso de Estados Unidos a las tierras raras en respuesta a las últimas ventas de armas de Estados Unidos a Taiwan, que Beijing reclama como territorio propio.
Si se materializa la amenaza de las restricciones a las tierras raras, se escucharán ecos de 2010, cuando China interrumpió las exportaciones de tierras raras a todo el mundo. Las restricciones mandaron los precios a las nubes, y generaron pánico y acaparamiento. Luego, cuando la burbuja especulativa explotó, los precios se derrumbaron.
Lo primero que hay que saber sobre las tierras raras es que en realidad no son tan raras. Pero el grupo de 17 metales es vital para la manufactura de los elementos que mueven la economía global: smartphones, vehículos eléctricos, sistemas de armamento militar, turbinas de aviones y mucho más. A causa de sus usos en industrias estratégicas las tierras raras reciben a veces el título de “el nuevo petróleo” El apodo no es nuevo: el ex líder chino Deng Xiaoping dijo en 1992 que “El Medio Oriente tiene petróleo y China tiene tierras raras”.
China tiene abundancia de estos commodities, es dueña de más de un tercio de las reservas mundiales conocidas. Pero es en la producción minera de esos minerales donde tiene una participación desproporcionada: hace diez años producía casi 98% de las tierras raras brutas del mundo, que desde entonces eso cayó a cerca de 63% porque otros países comenzaron a aumentar su producción para hacer frente a la creciente demanda y limitar su dependencia de China.
Tal vez más importante que su producción minera es su dominio de toda la cadena de suministro de tierras raras. La extracción es solo la primera parte de la cadena; luego viene la separación y el procesamiento de óxidos, metales y aleaciones, en la mitad de la cadena. La última parte consiste en usar esos productos intermedios para fabricar cosas como imanes, baterías y motores.
Una combinación de políticas industriales estatales a lo largo de los años ayudó a China a cimentar su dominio en tierras raras. En los 80 ofreció reembolsos sobre impuestos de exportación para alentar la producción y exportación de metales y concentrados. A los pocos años, tantos productores habían entrado al mercado que el aumento de la oferta mantuvo los precios bajos aunque la demanda aumentara.
El gobierno modificó eso ea principios de los 90 restringiendo el número de licencias que emitía. Para fomentar el desarrollo del sector extractivo, el estado usó cuotas de exportación para productos no procesados mientras expandía el de procesados. Más tarde, las autoridades impusieron tasas de exportación a los productos crudos y menos procesados para incentivar a las firmas a avanzar en la cadena y concentrarse en bienes manufacturados que contienen tierras raras. Concedió subsidios masivos para consolidar la industria alrededor de seis grandes firmas estatales.
China domina de tal modo la totalidad de la cadena de suministro de tierras raras que mientras Estados Unidos aumentó su producción desde 2018 en su única mina de California, envía la mayor parte de sus concentrados de tierras raras a China para su procesado.