viernes, 29 de noviembre de 2024

¿Cede la crisis de liquidez en Occidente? No con 5 a 6 billones de nuevo en el aire

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En mayo, muchos operadores y especuladores aseguraban que el desinfle crediticio terminaba. Por tercera o cuarta vez, decían que lo peor había pasado. Pero, ya en junio, recrudecen las señales negativas a ambos lados del Atlántico norte.

<p>El clima de 2007/8 recuerda a algunos memoriosos &ndash;ninguno de ellos gur&uacute; de mercado- la pausa de 1927/8 entre el derrumbe de los fraudes armados por Carlo Ponzi y el crac de 1929/32. Por cierto, la ca&iacute;da de precios inmobiliarios remite a la depresi&oacute;n de 1933/38, con una diferencia: George W.Bush dista de Franklin Roosevelt tanto como Henry Paulson o Benjamin Bernanke de John Maynard Keynes.</p><p>En menos de una quincena fueron degradadas tres firmas de valores que posaban como bancas de inversi&oacute;n. Mientras, Wachovia &ndash;cuarto banco de Estados Unidos- echaba a la c&uacute;pula y Washington Mutual viv&iacute;a malos momentos. En Gran Breta&ntilde;a, la prestamista hipotecaria Bradford &amp; Bingley segu&iacute;a los pasos de Northern Rock. Ahora, Lehman Brothers obtuvo, no sin dificultades, dinero fresco y caro por US$6.000 millones.</p><p>A mediados de marzo, muchos supon&iacute;an que la presurosa venta de Bear Stearns a JP Morgan Chase marcaba el pico en la crisis de malas hipotecas. Al fin y al cabo, ello significaba que la Reserva Federal, en un giro de 180 grados, estaba dispuesta a salvar malos banqueros a costa del erario p&uacute;blico para evitar un colapso sist&eacute;mico. Como lo subray&oacute; el entonces precandidato dem&oacute;crata, Barack Obama, el oficialista John McCain &ldquo;no suele tocar temas financieros sensibles para Bush&rdquo;.</p><p>Pero la baja de costos en seguros por cese de pagos, notada en marzo, se agot&oacute; en mayo. Entre aquel punto y esta semana, sus tasas subieron m&aacute;s de un tercio.</p><p>Otro s&iacute;ntoma de tensiones es la brecha entre tipos del mercado monetario y tasas federales, que contin&uacute;a superando la media hist&oacute;rica. Algunos analistas sospechan que esto no refleja tanto temores de los bancos sobre la salud de sus propios rivales, sino una reticencia generalizada a prestar dinero o comprar deuda.<br /></p>

<p>Desde el tercer trimestre de 2007, en efecto, los costos de apelar al mercado de bonos vienen siendo mayores para los bancos que para el sector no financiero (o sea, la econom&iacute;a real). Adem&aacute;s, el colapso en el segmento de paquetes titulizados torna muy dif&iacute;cil recolocar acreencias, esto es pr&eacute;stamos a terceros. Ahora se avecina otro golpe, en forma de la reforma contable llamada &ldquo;FAS 140&rdquo; (sigla de &ldquo;federal accounting standards&rdquo;), que obliga a los bancos a reasentar en libros esas transacciones.</p>
<p>No es moco de pavo: implica una masa entre cinco y seis billones que vuelve a castigar balances. La segunda estimaci&oacute;n dobla el monto a fines de 2003, inmediatamente anterior a la burbuja financiera que estall&oacute; en 2007. El apriete llega en mala hora para el p&uacute;blico, afectado por el alza de alimentos y combustibles, m&aacute;s &ndash;en el caso norteamericano- la debilidad del mercado laboral. No es casual que, mientras sigue cediendo la confianza de los consumidores, aumente abruptamente la insolvencia de la gente.</p>
<p>En s&iacute;ntesis, si 2007 inici&oacute; las persistentes turbulencias bancarias e inmobiliarias, en 2008 el fen&oacute;meno pasa a la econom&iacute;a cotidiana. No extra&ntilde;e que algunos economistas sist&eacute;micos tracen un c&iacute;rculo vicioso: en tanto el enfriamiento invada el sector financiero, la confianza del p&uacute;blico caer&aacute; a&uacute;n m&aacute;s.</p>
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