Algunos medios y analistas hacen una lectura positiva. Tanto el “Financial Times” como el “Wall Street Journal” sostienen que son buenas noticias para el mercado. En realidad –explican-, el menor flujo mensual de fondos a Estados Unidos mantiene las tasas a largo plazo debajo de las proyecciones basadas en la menor venta de letras.
En números, durante diciembre subió la nota a diez años y su rendimiento (que es la tasa de mercado para ese plazo) fue descendiendo de 4,35 a 4,22% anual. “Eso demuestra que la cuenta corriente del balance de pagos ya no influye tanto en los mercados financieros”, estima un informe de Union des Banques Suisses (UBS) en Nueva York. “Por supuesto, el fenómeno tiene efectos, pero más sobre la capacidad de renovar deuda federal que sobre los tipos de interés”.
La plaza en general no reaccionó ante las estadísticas de diciembre. Prefería esperar la exposición que hará hoy, miércoles, Alan Greenspan en Congreso. Varios operadores de Wall Street apostaban a que el presidente del Sistema de Reserva Federal anunciase ajustes periódicos menos pronunciados (12,5 en lugar de 25 puntos básicos) o más espaciados (cada dos reuniones del comité monetario).
Si fuera así, muchos inversores podrían dar vuelta una tendencia últimanente muy extendida: apostar a que las tasas más largas suban a mucho menor ritmo que las cortas. Por ende, venderían notas federales de tres meses a cinco año y volverían a las letras a diez años.
Pero, esta misma semana, los fondos de cobertura (el segmento más especulativo y menos estable del mercado), es decir de riesgo, comenzaron a vender esas letras. Así, su rinde pasó de 4,07 a 4,1% anual y el precio cedió de 3,35 a 3,34%. Como contrapartida, el dólar bajaba 0,7% ante el yen y 0,4% ante el euro.
El informe citado y otras firmas de valores afirman que no hay de qué asustarse. “El flujo total de fondos externo –señala el FT- , incluyendo letras de Tesorería, bonos privados y acciones continúa relativamente fuerte y es más que suficiente para cubrir el actual déficit en cuenta corriente”.
Este planteo, amén de incluir acciones como forma de ingreso –el recurso es ajeno a las cuentas públicas-, parece no extrapolar endeudamiento acumulado ni déficit fiscal. Por cierto, maneja cifras optimistas: la brecha en el comercio de bienes y servicios con el resto del mundo –determinante del rojo en cuenta corriente- habrá superado los US$ 600.000 millones en 2004. Pero el total de flujos de fondos llegó a US$ 821.800 millones ese mismo año.
Aparte de no contabilizar el déficit presupuestario, pretextando que los ejercicios fiscales no son calendarios -van de octubre a septiembre-, los estadígrafos financieros de apoyan en el saldo neto favorable (US$ 40.800 millones) en el flujo de fondos al sector privado. En otras palabras, bancos y firmas de valores creen que, este año, las cuentas federal y el negocio financiero vivirán en el mejor de los mundos.
Algunos medios y analistas hacen una lectura positiva. Tanto el “Financial Times” como el “Wall Street Journal” sostienen que son buenas noticias para el mercado. En realidad –explican-, el menor flujo mensual de fondos a Estados Unidos mantiene las tasas a largo plazo debajo de las proyecciones basadas en la menor venta de letras.
En números, durante diciembre subió la nota a diez años y su rendimiento (que es la tasa de mercado para ese plazo) fue descendiendo de 4,35 a 4,22% anual. “Eso demuestra que la cuenta corriente del balance de pagos ya no influye tanto en los mercados financieros”, estima un informe de Union des Banques Suisses (UBS) en Nueva York. “Por supuesto, el fenómeno tiene efectos, pero más sobre la capacidad de renovar deuda federal que sobre los tipos de interés”.
La plaza en general no reaccionó ante las estadísticas de diciembre. Prefería esperar la exposición que hará hoy, miércoles, Alan Greenspan en Congreso. Varios operadores de Wall Street apostaban a que el presidente del Sistema de Reserva Federal anunciase ajustes periódicos menos pronunciados (12,5 en lugar de 25 puntos básicos) o más espaciados (cada dos reuniones del comité monetario).
Si fuera así, muchos inversores podrían dar vuelta una tendencia últimanente muy extendida: apostar a que las tasas más largas suban a mucho menor ritmo que las cortas. Por ende, venderían notas federales de tres meses a cinco año y volverían a las letras a diez años.
Pero, esta misma semana, los fondos de cobertura (el segmento más especulativo y menos estable del mercado), es decir de riesgo, comenzaron a vender esas letras. Así, su rinde pasó de 4,07 a 4,1% anual y el precio cedió de 3,35 a 3,34%. Como contrapartida, el dólar bajaba 0,7% ante el yen y 0,4% ante el euro.
El informe citado y otras firmas de valores afirman que no hay de qué asustarse. “El flujo total de fondos externo –señala el FT- , incluyendo letras de Tesorería, bonos privados y acciones continúa relativamente fuerte y es más que suficiente para cubrir el actual déficit en cuenta corriente”.
Este planteo, amén de incluir acciones como forma de ingreso –el recurso es ajeno a las cuentas públicas-, parece no extrapolar endeudamiento acumulado ni déficit fiscal. Por cierto, maneja cifras optimistas: la brecha en el comercio de bienes y servicios con el resto del mundo –determinante del rojo en cuenta corriente- habrá superado los US$ 600.000 millones en 2004. Pero el total de flujos de fondos llegó a US$ 821.800 millones ese mismo año.
Aparte de no contabilizar el déficit presupuestario, pretextando que los ejercicios fiscales no son calendarios -van de octubre a septiembre-, los estadígrafos financieros de apoyan en el saldo neto favorable (US$ 40.800 millones) en el flujo de fondos al sector privado. En otras palabras, bancos y firmas de valores creen que, este año, las cuentas federal y el negocio financiero vivirán en el mejor de los mundos.