El valor del barril de crudo bajó 25% desde junio pasado, con lo cual a menores ingresos por exportación, se suma las tensiones con Ucrania y con los países occidentales que la respalda, que se traduce en sanciones que han afectado la economía del país, y en especial las grandes compañías rusas que operan en mercados internacionales.
Si continuara el descenso en el valor del rublo, la popularidad y la buena imagen de Vladimir Putin estaría amenazada, justo lo que representa su mayor capital político.
El mismo Banco Central ruso advirtió la semana pasada que la importante demanda de dólares registrada puede crear riesgos de inestabilidad financiera. Para evitarlo, prepara un arsenal de medidas para respaldar al rublo, interviniendo activamente en los mercados de cambio de divisas.
Lo cierto es que, a pesar de los embates sufridos por la moneda local, las autoridades monetarias han insistido en mantener un mercado de libre flotación del rublo. Lo que es un buen esfuerzo, dada la volatilidad de los mercados durante la semana pasada, tras nuevas noticias sobre otras tensiones en la frontera con Ucrania, inminencia de nuevas sanciones por parte de países occidentales, y un pronóstico de continuado descenso en el precio del petróleo. Los ciudadanos rusos han empezado a temer que una devaluación del rublo podría ser inevitable.
El Banco Central insiste en que no venderá más de US$ 350 millones por día para sostener al rublo, transfiriendo la responsabilidad a las fuerzas del mercado que determinan la tasa de cambio. La deuda externa del sector corporativo ruso obliga a cancelar US$ 30 mil millones antes de fin de año, y los bancos deberán pagar US$ 10 mil millones en igual plazo. La deuda externa total del sector empresarial es de US$ 422 mil millones. La del sector financiero, asciende a US$ 192 mil millones, según lo ha informado el mismo Banco Central.