Estos volúmenes, en producción y en exportaciones, son los más elevados desde la crisis de finales de 2015. Así se desprende del Informe de la Fundación Mediterránea, presidida por María Pía Astori, titulado “Coyuntura de la Cadena Láctea: Aumentos de producción y exportaciones en el 2020 ¿Podrán sostenerse este año?”
Un interrogante clave es si la producción podrá en el 2021 sostener el crecimiento mostrado en el año previo. Las dudas residen básicamente en lo sucedido con el precio de la leche cruda y la muy probable falta de incentivos para expandir volúmenes.
Hasta el mes de enero, el escenario en materia de precios no se mostraba favorable para los tambos: el precio de la leche cruda pasó de $17,3 a $22,7 entre enero 2020 y enero 2021 (+31,7%), un aumento insuficiente para compensar la inflación (ajustando un 4,7% en términos reales).
– La ecuación de los tambos se complicó no sólo por el hecho que la leche cruda no logró acompañar la inflación, sino también porque algunos de sus costos más relevantes fueron a mucha más velocidad que esta última.
En el primer semestre de 2020 un litro de leche compraba 2,1 kilos de maíz o 1,2 kilos de soja, relación que desmejoró sensiblemente en la segunda mitad del año pasado y comienzos del 2021. En enero de este año un litro de leche cruda alcanzaba para 1,3 kilos de maíz o 0,8 kilos de soja, una caída abrupta de poder de compra en solo 6 meses; debe advertirse que el poder de intercambio de la leche cruda del arranque de este año se ubicaba en un nivel similar al que se observó en la última gran crisis láctea (2015/16).
– El declive del precio real de la leche cruda, el fuerte aumento en costos muy importantes, y sus consecuentes efectos adversos sobre la rentabilidad de la actividad (en terreno negativo en muchos establecimientos) no es una buena noticia para la producción futura. Nótese que el potencial productivo de un ciclo empieza a definirse varios meses antes, cuando se confeccionan reservas, se decide retención de animales y servicios de futuras hembras lactantes, entre otras acciones, y como puede inferirse si las señales de precios no son atractivas, el flujo de inversión se reduce inexorablemente.
– El gran aumento de producción del 2020 (+7,4% i.a., 770 millones de litros) difícilmente podía ser absorbido por el mercado interno argentino, particularmente por uno afectado por tres años de crisis económica, una pandemia y una política de aislamiento extensa, sin resignar precios y márgenes.
A mediados del 2019 el valor de la integración láctea que estima IERAL (lo que paga el consumidor interno, en promedio, por cada litro de leche cruda utilizado en la elaboración cuando adquiere una canasta de productos lácteos) llegó a casi $90 por litro de leche vendida (a precios de hoy). Desde ese entonces el valor de la integración empezó a erosionarse, señal que al mercado le costaba muchísimo absorber tanta leche cruda (productos lácteos) a los precios y demás condiciones económicas vigentes.
– De acuerdo a la última estimación, la integración láctea alcanzó los $67,9 por litro elaborado en enero de 2021, cuando un año atrás se ubicaba en $80,8 (a precios de Enero’21). Según este indicador, el valor de la canasta de lácteos apenas aumentó un 16,2% en términos nominales en los últimos 12 meses, lo que representa un abaratamiento del 16% en pesos constantes (un ajuste muy fuerte en términos reales).
– Como se anticipase, el desempeño exportador del 2020 fue satisfactorio y clave para descomprimir el mercado interno, con una utilización total de leche cruda que de acuerdo a las estimaciones pasó de 1702 millones a 2234 millones (+31%, +532 millones de litros). En términos de productos, los volúmenes colocados de leches en polvo aumentaron en un 48% y los de quesos en un 14%.
Este crecimiento permitió a Argentina recuperar market share en ambos mercados mundiales: en LP se logró igualar participaciones de 2015 (2,3% a nivel global, o 3,6% excluyendo comercio intra-UE28), en el comercio de quesos, se logró incrementar las ya elevadas participaciones logradas en 2018-2019, alcanzando guarismos de 1,0% a nivel global, y 3,9% excluyendo comercio intra-UE28 (máximos niveles de participación en los últimos 14 años).
– Una muy buena noticia que proviene del frente externo y que puede ser clave para mejorar la ecuación económica de la producción primaria en el 2021 (y, vale reconocer, para generar también algunos dolores de cabeza en otros actores de la cadena) es la revalorización de los lácteos en el mundo.
– En el último remate quincenal del Global Dairy Trade (comienzos de marzo), con directo impacto en los Futuros operados en la NZX (New Zealand Exchange), la leche en polvo entera registró un salto en sus futuros más próximos de alrededor del 16%, superando los US$ 4.300 en las posiciones más cercanas (Mar-Abr). Estos precios son los mejores observados desde 2014. De mantenerse este nuevo escenario, el precio de la LPE Puertos Argentinos debería superar los US$ 3.700 a mediados de año y los US$ 4.000 hacia fines.
– La revalorización internacional de las commodities lácteas aumenta la capacidad de pago por la leche cruda del sector exportador. Bajo una serie de supuestos se estima cuál puede ser esta capacidad de pago en los próximos meses (se toman valores ROFEX para dólar futuro, se supone margen bruto industrial exportador estabilizado en el 30%, política comercial sin cambios, no intervención vía precios máximos, etc.).
De convalidarse los precios de exportación antes referidos, la industria polvera podría ofrecer (no implica que lo vaya a hacer) $26,9 pesos por litro en marzo, $32,3 pesos en Junio’21, $36,2 pesos en Sep’21, y $40,3 pesos en Dic’21.