jueves, 26 de diciembre de 2024

Cada vez más prestamistas afrontan quebrantos financieros

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Primero, un banco alemán manda a pérdidas créditos otorgados en Estados Unidos. Inmediatamente después, American Home Mortage Investments cae 86,6% en Wall Street y orilla la bancarrota. Todo en apenas dos dìas.

Si bien son nuevos coletazos de una crisis que lleva meses -la de malas hipotecas (EE.UU., España)-, los efectos van afectando un segmento de mercado tras otro y una economía tras otra. AHMI fue suspendida en la bolsa neoyorquina.

Se especializaba en especular con deudores potencialmente insolventes. Pero, al mismo tiempo, Countrywide Financial (una inmobiliaria orientada a sectores más prósperos) admitía, el mismo martes 31, que sus clientes empezaban a atrasarse en el pago de segundas hipotecas, debido al alza de intereses sobre saldos.

Poco antes, el viernes 27, una entidad germana reconocía que sus prestatarios norteamericanos estaban cayendo en mora o cese de pagos. Los tres hechos revelan que la crisis de bienes raíces originada en EE.UU. (ignorada durante meses por operadores, analistas, gurúes y medios) es más profunda y será bastante más larga de lo supuesto por los propios mercados.

Aunque pocos lo digan abiertamente, la crisis hipotecaria genera iliquidez y ésta, al transmitirse a otros sectores, frena las compras apalancadas. Esto crea un vacío que amenaza a los hasta hace poco poderosos e indiscutibles fondos cerrados. Los cimbronazos bursátiles registrados desde el 24 de julio son, pues, efecto de un desmadre en el negocio financiero global, no en industrias, servicios ni empresas tecnológicas.

La mancha de aceite también se expande geográficamente. También el martes, IKB deustche Industriebank (Düsseldorf), prestamista de firmas medianas, admitió que sus inversiones en títulos hipotecarios norteamericanos –que había declarado “sanas” a mediados de julio- se venían abajo. Por tanto, un banco estadual alemán, KfW, deberá hacerse cargo de los platos rotos, pues controla 37% del paquete IKB. El director ejecutivo de éste acaba de renunciar.

Volviendo a American Home Mortgage, sus prestamistas parecen haberse pasado de rosca en la emisión de deuda. Ya a fines de marzo, la compañía había tomado US$ 6.700 millones para financiar esas colocaciones. Lo malo, como se sabe recién ahora, es que tenía pasivos por 19.300 millones.

Los bancos se niegan a darle, ahora, siquiera los US$ 500 a 800 millones que precisa para cubrir hipotecas que vencen esta semana. Por ende, Wall Street cree que AHM terminará en el mismo pozo adonde fueron a parar New Century Financial y otras compañías que especulaban con malas hipotecas e intereses usurarios.

Mientras, las acciones de IKB en Fráncfort caían el martes 20%, o sea € 4,30. A última hora, la junta nombró a Günter Bräunig como nuevo director ejecutivo. En realidad, es un interventor, pues ocupa similar cargo en KfW, la entidad estadual. La gravedad de la crisis hace decir pavadas a algunos analistas. Por ejemplo Stefan Best (Standartd & Poor’s Fráncfort) sostiene, sin ruborizarse, que “hasta el momento los bancos no tienen problemas severos”.

Si bien son nuevos coletazos de una crisis que lleva meses -la de malas hipotecas (EE.UU., España)-, los efectos van afectando un segmento de mercado tras otro y una economía tras otra. AHMI fue suspendida en la bolsa neoyorquina.

Se especializaba en especular con deudores potencialmente insolventes. Pero, al mismo tiempo, Countrywide Financial (una inmobiliaria orientada a sectores más prósperos) admitía, el mismo martes 31, que sus clientes empezaban a atrasarse en el pago de segundas hipotecas, debido al alza de intereses sobre saldos.

Poco antes, el viernes 27, una entidad germana reconocía que sus prestatarios norteamericanos estaban cayendo en mora o cese de pagos. Los tres hechos revelan que la crisis de bienes raíces originada en EE.UU. (ignorada durante meses por operadores, analistas, gurúes y medios) es más profunda y será bastante más larga de lo supuesto por los propios mercados.

Aunque pocos lo digan abiertamente, la crisis hipotecaria genera iliquidez y ésta, al transmitirse a otros sectores, frena las compras apalancadas. Esto crea un vacío que amenaza a los hasta hace poco poderosos e indiscutibles fondos cerrados. Los cimbronazos bursátiles registrados desde el 24 de julio son, pues, efecto de un desmadre en el negocio financiero global, no en industrias, servicios ni empresas tecnológicas.

La mancha de aceite también se expande geográficamente. También el martes, IKB deustche Industriebank (Düsseldorf), prestamista de firmas medianas, admitió que sus inversiones en títulos hipotecarios norteamericanos –que había declarado “sanas” a mediados de julio- se venían abajo. Por tanto, un banco estadual alemán, KfW, deberá hacerse cargo de los platos rotos, pues controla 37% del paquete IKB. El director ejecutivo de éste acaba de renunciar.

Volviendo a American Home Mortgage, sus prestamistas parecen haberse pasado de rosca en la emisión de deuda. Ya a fines de marzo, la compañía había tomado US$ 6.700 millones para financiar esas colocaciones. Lo malo, como se sabe recién ahora, es que tenía pasivos por 19.300 millones.

Los bancos se niegan a darle, ahora, siquiera los US$ 500 a 800 millones que precisa para cubrir hipotecas que vencen esta semana. Por ende, Wall Street cree que AHM terminará en el mismo pozo adonde fueron a parar New Century Financial y otras compañías que especulaban con malas hipotecas e intereses usurarios.

Mientras, las acciones de IKB en Fráncfort caían el martes 20%, o sea € 4,30. A última hora, la junta nombró a Günter Bräunig como nuevo director ejecutivo. En realidad, es un interventor, pues ocupa similar cargo en KfW, la entidad estadual. La gravedad de la crisis hace decir pavadas a algunos analistas. Por ejemplo Stefan Best (Standartd & Poor’s Fráncfort) sostiene, sin ruborizarse, que “hasta el momento los bancos no tienen problemas severos”.

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