Ya el martes 8, el dólar quebraba la barrera “psicológica” de dos reales (es decir, el real subía a 50 centavos). Hasta entonces, el emisor compraba dólares diariamente y vendía pases inversos, para frenar el auge de su propia moneda. En cuanto al dólar turista, oscilaba alrededor de R 2,05/10.
Pero, desde hace algunos días, el banco central deja entrever que ya no está tan interesado en “defender” el dólar, aunque tampoco abandona totalmente la intervención en el mercado. Eso preocupa en Argentina, cuyo emisor a veces no consigue que el dólar quede a menos de $ 3,07/09 mayorista, y en el pequeño Uruguay, cuyos operadores “off shore” –virtualmente manejan el banco central- hacen mantener el dólar en $Ur. 24,50, cuando el precio debiera pasar de 31/32.
Por el momento, analistas y operadores de San Pablo creen que el emisor intentará reducir la volatilidad instalada este mes, aunque interviniendo menos en plaza. Ello parece alegrar a la bolsa –la única de proyección global en Sudamérica-, que el viernes marcaba el quinto récord en mayo: 52.078 puntos. Por el contrario, sus dos satélites regionales (Buenos Aires, Montevideo, ambos muy chicos) no logran acompañarla.
Al promediar la semana, el dólar tocaba un mínimo (R 1,945). En ese momento, la moneda brasileña había subido 9,4% y estaba en 51,4 centavos de dólar (los medios anglosajones lo expresan al revés, “R 1,945 por dólar”). Era la moneda que más avanzaba a costa de la divisa referencial en un grupo de dieciséis, que incluye el euro, el yen, la libra y el yüan, pero no otras monedas latinoamericanas.
Durante cuatro años hasta el miércoles último, el dólar retrocedió 50% ante el real (de 2,91 a 1,945). En buena medida, por el largo auge mundial en materias primas que exporta Brasil, en particular porotos de soya, mineral de hierro, jugo de naranja y, últimamente, etanol. Pero el mayor incentivo y el mas peligroso reside en la política de tasas altas. Aun tras varias rebajas, el tipo referencial está en 12,5% anual, uno de los más caros del mundo, y atrae colocaciones en títulos locales. La inflación, artificialmente baja (3,2% anual), ofrece a inversores y especuladores alrededor de 9,5% de tasa real. El desmedido entusiasmo del mercado no para mientes en que el sector bursátil y financiero vive una burbuja tan marcada como la violencia social y el delito organizado en San Pablo, Río de Janeiro y otras ciudades.
Ya el martes 8, el dólar quebraba la barrera “psicológica” de dos reales (es decir, el real subía a 50 centavos). Hasta entonces, el emisor compraba dólares diariamente y vendía pases inversos, para frenar el auge de su propia moneda. En cuanto al dólar turista, oscilaba alrededor de R 2,05/10.
Pero, desde hace algunos días, el banco central deja entrever que ya no está tan interesado en “defender” el dólar, aunque tampoco abandona totalmente la intervención en el mercado. Eso preocupa en Argentina, cuyo emisor a veces no consigue que el dólar quede a menos de $ 3,07/09 mayorista, y en el pequeño Uruguay, cuyos operadores “off shore” –virtualmente manejan el banco central- hacen mantener el dólar en $Ur. 24,50, cuando el precio debiera pasar de 31/32.
Por el momento, analistas y operadores de San Pablo creen que el emisor intentará reducir la volatilidad instalada este mes, aunque interviniendo menos en plaza. Ello parece alegrar a la bolsa –la única de proyección global en Sudamérica-, que el viernes marcaba el quinto récord en mayo: 52.078 puntos. Por el contrario, sus dos satélites regionales (Buenos Aires, Montevideo, ambos muy chicos) no logran acompañarla.
Al promediar la semana, el dólar tocaba un mínimo (R 1,945). En ese momento, la moneda brasileña había subido 9,4% y estaba en 51,4 centavos de dólar (los medios anglosajones lo expresan al revés, “R 1,945 por dólar”). Era la moneda que más avanzaba a costa de la divisa referencial en un grupo de dieciséis, que incluye el euro, el yen, la libra y el yüan, pero no otras monedas latinoamericanas.
Durante cuatro años hasta el miércoles último, el dólar retrocedió 50% ante el real (de 2,91 a 1,945). En buena medida, por el largo auge mundial en materias primas que exporta Brasil, en particular porotos de soya, mineral de hierro, jugo de naranja y, últimamente, etanol. Pero el mayor incentivo y el mas peligroso reside en la política de tasas altas. Aun tras varias rebajas, el tipo referencial está en 12,5% anual, uno de los más caros del mundo, y atrae colocaciones en títulos locales. La inflación, artificialmente baja (3,2% anual), ofrece a inversores y especuladores alrededor de 9,5% de tasa real. El desmedido entusiasmo del mercado no para mientes en que el sector bursátil y financiero vive una burbuja tan marcada como la violencia social y el delito organizado en San Pablo, Río de Janeiro y otras ciudades.