Una entidad que representa más de seiscientas firmas de valores y bancas
de inversión -sector cuyos conflictos de intereses generaron sumarios en
Wall Street- ha elevado un reclamo al Comité de Basilea. Las futuras pautas
son modificaciones y añadidos al marco inicial, el “Basilea I”.
Los miembros más influyentes del “lobby” -curiosamente llamado
Security Industry Association, SIA, como si los bonos fuesen una manufactura-
afirman que las futuras pautas “significarán costos adicionales por
miles de millones, que se transferirán a los clientes”
Sin aportar números, el grupo estima que la reforma “obligaría
a aumentar hasta 60% los capitales mínimos integrados. Esto haría
que algunas actividades fuesen menos rentables”. Exactamente, lo que financistas
como Warren Buffett o George Soros aconsejan, pues los negocios “en peligro”
involucran derivativos a medida y otras especulaciones tan volátiles como
redituables.
En verdad, las normas propuestas tienden a generar un sistema bancario más
estable, eficaz y fiable. Esencialmente, los futuros requerimientos de capital
buscan que bancos y otros intermediarios financieros o bursátiles asuman
menos riesgos para ellos y los clientes.
La carta de la SIA es el último embate contra el Banco de Ajustes Internacionales
(“banco central de bancos centrales”), donde actúa el comité
regulador. Días atrás, la British Bankers Association -adalid del
mercatilismo decimonónico- y la London Investment Banking Association,
su satélite, tachaban “Basilea II” de demasiado complejo y dirigista.
Quienes controlan la SIA -Cazenove, Goldman Sachs, Citigroup – se han negado a
cuantificar los eventuales perjuicios. Igual actitud adoptaron sus aliados británicos.
Pero Michael Alix (comité de riesgos financieros de la entidad) puso en
evidencia el objeto real de la ofensiva: “Las futuras pautas serán
una mejora para la banca comercial, no para la de inversión”.
Una entidad que representa más de seiscientas firmas de valores y bancas
de inversión -sector cuyos conflictos de intereses generaron sumarios en
Wall Street- ha elevado un reclamo al Comité de Basilea. Las futuras pautas
son modificaciones y añadidos al marco inicial, el “Basilea I”.
Los miembros más influyentes del “lobby” -curiosamente llamado
Security Industry Association, SIA, como si los bonos fuesen una manufactura-
afirman que las futuras pautas “significarán costos adicionales por
miles de millones, que se transferirán a los clientes”
Sin aportar números, el grupo estima que la reforma “obligaría
a aumentar hasta 60% los capitales mínimos integrados. Esto haría
que algunas actividades fuesen menos rentables”. Exactamente, lo que financistas
como Warren Buffett o George Soros aconsejan, pues los negocios “en peligro”
involucran derivativos a medida y otras especulaciones tan volátiles como
redituables.
En verdad, las normas propuestas tienden a generar un sistema bancario más
estable, eficaz y fiable. Esencialmente, los futuros requerimientos de capital
buscan que bancos y otros intermediarios financieros o bursátiles asuman
menos riesgos para ellos y los clientes.
La carta de la SIA es el último embate contra el Banco de Ajustes Internacionales
(“banco central de bancos centrales”), donde actúa el comité
regulador. Días atrás, la British Bankers Association -adalid del
mercatilismo decimonónico- y la London Investment Banking Association,
su satélite, tachaban “Basilea II” de demasiado complejo y dirigista.
Quienes controlan la SIA -Cazenove, Goldman Sachs, Citigroup – se han negado a
cuantificar los eventuales perjuicios. Igual actitud adoptaron sus aliados británicos.
Pero Michael Alix (comité de riesgos financieros de la entidad) puso en
evidencia el objeto real de la ofensiva: “Las futuras pautas serán
una mejora para la banca comercial, no para la de inversión”.