BofA y Citi percibieron cada uno US$ 45.000 millones –ambos en dos tandas- en dinero de los contribuyentes. Hasta el momento, ninguno da señales de poder abandonar ese plan y uno de ellos (Citi) sigue intervenido por hacienda. <br />
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No dejar el TARP implica límites adicionales a las remuneraciones de ejecutivos superiores. Amén de perjudicar la imagen de un banco, le impide contratar o retener operadores de alta calidad. Bien visto, también le impide tomar gente como la que lo llevó al desastre. <br />
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A menudo, la alta paga es un mito de las agencias reclutadoras de gente, beneficiaria de comisiones por cada contrato. “Esos bancos generan en los ejecutivos claves inquietud por el futuro de sus bonificaciones. Quienes pueden, se marchan a otra parte”, sostiene un informe de Argosy Partners, una firma de ese tipo que no repara en los errores de ese grupo. <br />
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Sea como fuere, todas las bancas grandes que continúan en el TARP están expuestas a las presiones de los reclutadores. El plan de este año, a la sazón, contempla límites a las bonificaciones de los veinticinco ejecutivos superiores en los mayores bancos objetos de rescates. Por ejemplo, no más de un tercio de las remuneraciones puede ser en bonos. <br />
Bank of America y Citigroup, superados por rivales más fuertes
El primero y el tercer bancos de Estados Unidos pueden perder posiciones. Competidores como JPMorgan Chase (segundo en el país) o Goldman Sachs se disponen a restituir los fondos recibidos según el programa pro alivio de activos tóxicos (TARP)