Esa cifra proviene de Hedge fund research (HFR), firma de Chicago. En nueve meses, pues, el segmento absorbió US$ 110.600 millones, contra “apenas” 46.900 millones en todo 2005. Obviamente, la burbuja especulativa más grande del globo torna a recalentarse, algo que no ocurría desde 2002, cuando el monto tocó US$ 99.400 millones. Entretando, a mediados de este año la masa de futuros y opciones ligados a contratos derivados pasaba los US$ 484 billones.
Curiosamente, quienes manejan esa actividad tan volátiles -donde cada dòlar de sostén se múltiplica hasta cuarenta veces en activos virtuales- continúan alimentando la máquina, pese a que sus retornos hayan empezado a contraerse. En el semestre abril-septiembre, por cierto, el segmento ha rendido menos que bonos y acciones.
Sin embargo, parece prematuro decir que esos ricos inversores están o no siendo más cautos a raíz del derrumbe de Amaranth Advisors.Este fondo de cubertura canadiense jugó hasta más allà del borde con futuros sobre gas natural. Al desplomarse, el mes pasado, dejó un tendal de US$ 6.600 millones en posiciones hechas polvo. Fue otro récord en este loco negocio, síntoma claro de que algo le ocurre al cuarto ciclo macroeconómico del capitalismo.
“Dadas las relaciones vistas en el flujo de retornos, combinadas con el clima escéptico en el sector, no sería difícill que –en este último trimestre- el ritmo de transacciones empiece a contraerse de nuevo”. Así presume HFR.
En abril-septiembre, el retorno promedio de esos fondos fue 1,1%. Este guarismo se compara desfavorablemente con el 4% de la cartera accionaria Standard&Poor’s 500 o el 3,7% marcado por el ìndice agregado de bonos que compilaLehman Brothers. Cabe acotar que el mercado bursátil vive su propia burbuja, signada por una relación precios-ganancias adelantada varios años a la realidad.
La franja de fondos de cubertura administraba activos básicos por US$ 1,34 billón a fin de septiembre. Eso lo señalas estadísticas de HFR, por ahora las únicas que se difundes cada tres meses.
Esos números explican las inquietudes del senador republicano Charles Grassley, presidente del comité financiero. En una nota a Henry Paulson, secretario de Hacienda, ex CEO de Goldman Sacha y virtual cabildero de Wall Street en el gobierno, “los fondos de cubertura plantean riesgos excesivos para el sistema jubilatorio”. Por ello, exige “mayor transparencia y supervisión”.
“Millones de norteamericanos están expuestos a esos peligros, pues los fondos de pensión actúan como intermediarios o máscaras de los fondos especulativos”, afirma el legislador en memorando dirigido al alto funcionario. “El potencial de quebrantos significativos, debido a colocaciones tan volátiles y mal monitoreadas pone en riesgo el sistema jubilatorio íntegro. Usted, como ex ejecutivo de una firma financiera, debe saberl omejor que nadie”.
No por casualidad, la nota de Grassley se inspira en el descalabro de Amaranth Advisors, hasta hoy el mayor en la historia del negocio derivativo. “Esos mecanismos les permiten a administradores fiduciarios y managers participar en ganancias fáciles. Por ende –señala el senador- los incentiva a apostar cada vez más, hasta que todo se derrumba”.
Grassley denuncia que su comité no puso obtener datos fehacientes sobre grado de exposición de grandes fondos jubilatorios a Amarnath u otros especuladores centrados en energía y combustibles. Hacienda ni siquiera les entregó lista de los mayores fondos comprometidos en el sector. De inmediato, otros legisladores -de ambos partidos- se lanzaron sobre Paulson, la Securities & exchange commission (SEC, comisión de valores) y la Reserva Federal.
Antes tantas presiones, Emil Henry –subsecretario para entidades financieras, Hacienda- reabrir investigaciones sobre normas que rigen –o debieran regir- a los fondos de cubertura. El técnico viene reuniéndose con reparticiones federales y representantes del sector financiero privado. A su vez, el subsecretario de finanzas internas, Robert Steel, pidió “una pausa para reevaluar si hace falta mejorar el contralor sobre ese negocio”. En otras palabras, patear la pelota para delante.
Esa cifra proviene de Hedge fund research (HFR), firma de Chicago. En nueve meses, pues, el segmento absorbió US$ 110.600 millones, contra “apenas” 46.900 millones en todo 2005. Obviamente, la burbuja especulativa más grande del globo torna a recalentarse, algo que no ocurría desde 2002, cuando el monto tocó US$ 99.400 millones. Entretando, a mediados de este año la masa de futuros y opciones ligados a contratos derivados pasaba los US$ 484 billones.
Curiosamente, quienes manejan esa actividad tan volátiles -donde cada dòlar de sostén se múltiplica hasta cuarenta veces en activos virtuales- continúan alimentando la máquina, pese a que sus retornos hayan empezado a contraerse. En el semestre abril-septiembre, por cierto, el segmento ha rendido menos que bonos y acciones.
Sin embargo, parece prematuro decir que esos ricos inversores están o no siendo más cautos a raíz del derrumbe de Amaranth Advisors.Este fondo de cubertura canadiense jugó hasta más allà del borde con futuros sobre gas natural. Al desplomarse, el mes pasado, dejó un tendal de US$ 6.600 millones en posiciones hechas polvo. Fue otro récord en este loco negocio, síntoma claro de que algo le ocurre al cuarto ciclo macroeconómico del capitalismo.
“Dadas las relaciones vistas en el flujo de retornos, combinadas con el clima escéptico en el sector, no sería difícill que –en este último trimestre- el ritmo de transacciones empiece a contraerse de nuevo”. Así presume HFR.
En abril-septiembre, el retorno promedio de esos fondos fue 1,1%. Este guarismo se compara desfavorablemente con el 4% de la cartera accionaria Standard&Poor’s 500 o el 3,7% marcado por el ìndice agregado de bonos que compilaLehman Brothers. Cabe acotar que el mercado bursátil vive su propia burbuja, signada por una relación precios-ganancias adelantada varios años a la realidad.
La franja de fondos de cubertura administraba activos básicos por US$ 1,34 billón a fin de septiembre. Eso lo señalas estadísticas de HFR, por ahora las únicas que se difundes cada tres meses.
Esos números explican las inquietudes del senador republicano Charles Grassley, presidente del comité financiero. En una nota a Henry Paulson, secretario de Hacienda, ex CEO de Goldman Sacha y virtual cabildero de Wall Street en el gobierno, “los fondos de cubertura plantean riesgos excesivos para el sistema jubilatorio”. Por ello, exige “mayor transparencia y supervisión”.
“Millones de norteamericanos están expuestos a esos peligros, pues los fondos de pensión actúan como intermediarios o máscaras de los fondos especulativos”, afirma el legislador en memorando dirigido al alto funcionario. “El potencial de quebrantos significativos, debido a colocaciones tan volátiles y mal monitoreadas pone en riesgo el sistema jubilatorio íntegro. Usted, como ex ejecutivo de una firma financiera, debe saberl omejor que nadie”.
No por casualidad, la nota de Grassley se inspira en el descalabro de Amaranth Advisors, hasta hoy el mayor en la historia del negocio derivativo. “Esos mecanismos les permiten a administradores fiduciarios y managers participar en ganancias fáciles. Por ende –señala el senador- los incentiva a apostar cada vez más, hasta que todo se derrumba”.
Grassley denuncia que su comité no puso obtener datos fehacientes sobre grado de exposición de grandes fondos jubilatorios a Amarnath u otros especuladores centrados en energía y combustibles. Hacienda ni siquiera les entregó lista de los mayores fondos comprometidos en el sector. De inmediato, otros legisladores -de ambos partidos- se lanzaron sobre Paulson, la Securities & exchange commission (SEC, comisión de valores) y la Reserva Federal.
Antes tantas presiones, Emil Henry –subsecretario para entidades financieras, Hacienda- reabrir investigaciones sobre normas que rigen –o debieran regir- a los fondos de cubertura. El técnico viene reuniéndose con reparticiones federales y representantes del sector financiero privado. A su vez, el subsecretario de finanzas internas, Robert Steel, pidió “una pausa para reevaluar si hace falta mejorar el contralor sobre ese negocio”. En otras palabras, patear la pelota para delante.