Argentina devalúa a contramano del vecindario

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Como durante 2013 el tipo de cambio oficial creció a una tasa del 2% mensual y el paralelo 3% promedio, las subas del dólar de los últimos días sugieren una nueva etapa de aceleración del ritmo, al contrario de lo que sucede en Brasil, Chile y Uruguay.

Según datos de la CEPAL, el Ministerio de Economía y del mercado cambiario, se observa que entre finales de 2003 y enero del 2014 en la Argentina el dólar paso de $2,9 a $6,8 en el mercado oficial (creció un 130%), mientras que en el mercado informal alcanzó casi los $12 (creció un 300%).

 

En los países vecinos, en cambio, en el mismo período se observa que:

  • El dólar en Chile pasó de 593 a 538 pesos por dólar, o sea bajó un -9%.
  • El dólar en Brasil pasó de 2,91 a 2,42 reales por dólar, o sea bajó un -17%.
  • El dólar en Uruguay pasó de 28,2 a 21,4 pesos por dólar, o sea bajó un -24%.

 

Desde el oficialismo se enfatiza que el período estival ejerce presión sobre el mercado cambiario debido al turismo al exterior para justificar que el valor del dólar siga creciendo de manera sostenida. En lo que va de enero la cotización oficial pasó de $6,5 a $6,8 y el paralelo de $10 a $12 por dólar. Es decir, en menos de 20 días el dólar oficial creció casi 5% y el informal 20%.

 

Sin embargo, este tipo de argumentación, como otras de características similares, resulta débil frente a la intensidad y persistencia del fenómeno, sostiene el Instituto de Desarrollo Económico y Social Argentino en su informe 531.

 

Una forma de mostrar que actúan factores más profundos y estructurales es comparar la situación de la Argentina con la de los países vecinos, donde en la década que pasó, el valor del dólar cayó.

 

El fenómeno es consistente con el contexto internacional excepcionalmente favorable. Altos precios de los commodities más tasas de interés internacionales históricamente bajas provocan un masivo ingreso de dólares a la región que tiende a apreciar las monedas locales.

 

Por lo tanto, la fuerte aceleración devaluatoria que sufre la Argentina, que también disfruta condiciones externas muy beneficiosas, sólo se explica por políticas internas diferentes a las que aplican los países vecinos.

El rasgo que distingue a la Argentina es la paupérrima calidad con la que se gestiona el gasto público.

 

La presión tributaria alcanzó un nivel récord, llegando casi a 40% del Producto Bruto Interno (PBI) computando todas las imposiciones nacionales, provinciales y municipales.

 

Sin embargo, el gasto público está muy próximo a alcanzar el 45% del PBI. Es decir, el desequilibrio del sector público consolidado ronda el 5% del PBI. Este desbalance se financia fundamentalmente con emisión monetaria generando una alta tasa de inflación que induce a la población a comprar dólares como refugio de valor.

 

El problema se potencia porque la mayor parte del crecimiento del gasto público es despilfarro. Testimonios extremadamente ilustrativos son los cortes de electricidad, creciente niveles de inseguridad, retrocesos en la calidad educativa y empresas públicas inviables.

 

No colocar a la irresponsable administración del Estado como principal factor explicativo de las subas del dólar es un grueso error de diagnóstico. Esto explica los sucesivos fracasos que acumulan las autoridades en el intento de contener el dólar paralelo.

 

Para que la inflación y el dólar dejen de ser problemas cotidianos es ineludible reducir el empleo público redundante, los aportes a empresas públicas inviables, los subsidios regresivos para mantener tarifas artificialmente bajas, aumentar la inversión en infraestructura y energía, y ordenar el sistema previsional.

 

Los países vecinos, en democracia, con alternancia y enfoques ideológicos variados, gestionan más inteligentemente sus sectores públicos. Por eso, aprovechan mejor la bonanza internacional y en lugar de vivir agobiados por la inflación y el dólar, en sus agendas de políticas públicas prevalecen temas mucho más relevantes relacionados con la construcción de una sociedad más justa, progresista y competitiva.

 

La suba del dólar paralelo genera incertidumbre y preocupación. La causa principal de la inestabilidad cambiaria es la acumulación de desaciertos en el manejo del gasto público.

 

Empleo redundante, masivas jubilaciones sin aportes y subsidios a empresas han generaron un nivel de gasto público que ni siquiera el récord de presión tributaria imperante logra financiar.

 

El déficit induce emisión monetaria espuria que produce inflación y lleva a la gente a comprar dólares como protección.

 

Con un manejo más inteligente del gasto público, los países vecinos tienen preocupaciones mucho más importantes que la cotización del dólar, concluye IDESA, bajo la orientación económica de Jorge Colina.

 

 

 

 

 

  

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