Alan Greenspan no quiere fijar metas inflacionarias

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Alan Greenpsan, presidente del Sistema de Reserva Federal (SRF), rechaza el uso de metas inflacionarias para fijar tasas referenciales. El funcionario sostiene que le restarían flexibilidad a la política monetaria.

“La economía norteamericana es demasiado compleja como para atar la política monetaria a un modelo rígido. Es preferible una gestión de riesgos basada en la evaluación personal de factores y variables”. Así señalaba en la habitual tenida del SRF en Jackson Hole, Wyoming.

Últimamente, un grupo de altos funcionarios del sistema ha sugerido adoptar un “juego de metas en materia de precios”. Este sector argumenta que esa innovación mejoraría las comunicaciones entre el SRF y los mercados. De un tiempo a esta parte, en verdad, los estrategas del emisor tratan de generar “un poco de inflación” y eso saca de quicio a la plaza de bonos federales.

“Dudo mucho de que las metas inflacionarias mejoren la calidad de decisiones”, decía Greenspan. El sistema implica que un banco central le fije a la inflación un techo –a veces, también un piso- en un plazo determinado. Así hacen el Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra y algunos otros.

Los vaivenes de la tasa para bonos federales a diez años –clave de los tipos activos en el resto del espectro-, durante julio y agosto, reflejan dos factores. Uno, técnico, es la emisión de deuda nueva (US$ 104.000 millones en agosto, 126.000 millones el próximo trimestre) y su impacto sobre la deuda (bonos) en circulación. El otro factor hace al propio estilo del SRF: con las tasas referenciales al mínimo desde 1958, los operadores no tienen en claro qué hará en el futuro el SRF.

En ese clima, la T-30 saltó de 3,07% anual (junio) al tope de 4,66% el 14 de agosto. Por otro lado, la T-10, el creciente endeudamiento federal (fruto de un déficit fiscal sin precedentes y los gastos militares) y algunas señales reactivas tienen connotación inflacionaria y chocan contra aquel exiguo 1% referencial.

Pero Greenspan no se quedó en lo técnico. También señaló que “todavía hay muchas incertidumbres sobre el futuro económico. Demasiadas para establecer metas inflacionarias”. La última semana de agosto, por ejemplo, la T-10 fue rebotando de 4,22 a 4,46%.

“La economía norteamericana es demasiado compleja como para atar la política monetaria a un modelo rígido. Es preferible una gestión de riesgos basada en la evaluación personal de factores y variables”. Así señalaba en la habitual tenida del SRF en Jackson Hole, Wyoming.

Últimamente, un grupo de altos funcionarios del sistema ha sugerido adoptar un “juego de metas en materia de precios”. Este sector argumenta que esa innovación mejoraría las comunicaciones entre el SRF y los mercados. De un tiempo a esta parte, en verdad, los estrategas del emisor tratan de generar “un poco de inflación” y eso saca de quicio a la plaza de bonos federales.

“Dudo mucho de que las metas inflacionarias mejoren la calidad de decisiones”, decía Greenspan. El sistema implica que un banco central le fije a la inflación un techo –a veces, también un piso- en un plazo determinado. Así hacen el Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra y algunos otros.

Los vaivenes de la tasa para bonos federales a diez años –clave de los tipos activos en el resto del espectro-, durante julio y agosto, reflejan dos factores. Uno, técnico, es la emisión de deuda nueva (US$ 104.000 millones en agosto, 126.000 millones el próximo trimestre) y su impacto sobre la deuda (bonos) en circulación. El otro factor hace al propio estilo del SRF: con las tasas referenciales al mínimo desde 1958, los operadores no tienen en claro qué hará en el futuro el SRF.

En ese clima, la T-30 saltó de 3,07% anual (junio) al tope de 4,66% el 14 de agosto. Por otro lado, la T-10, el creciente endeudamiento federal (fruto de un déficit fiscal sin precedentes y los gastos militares) y algunas señales reactivas tienen connotación inflacionaria y chocan contra aquel exiguo 1% referencial.

Pero Greenspan no se quedó en lo técnico. También señaló que “todavía hay muchas incertidumbres sobre el futuro económico. Demasiadas para establecer metas inflacionarias”. La última semana de agosto, por ejemplo, la T-10 fue rebotando de 4,22 a 4,46%.

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