Algunos informes de bancas privadas se atienen al último semestral del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), que reducía de 3,8 a 3,3% la proyección de alza en el producto bruto global (PBG) para 2005. Las factores dominantes en esta decisión son las firmes tasas largas de interés en Estados Unidos –picos de 4,72% anual- y Gran Bretaña. En diciembre, el Banco Central Europeo elevó la suya de 2 a 2,25% anual y adelanta una serie de ajustes.
En principio, los técnicos no creen posible una recesión mundial lisa y llana, temor que sí abrigan Saudiarabia y otras potencias petroleras. No obstante, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estima que el déficit norteamericano de pagos externos en cuenta corriente, relación clave entre la economía de EE.UU. y el resto del planeta, aumenta las probabilidades estadísticas de que surja esa recesión.
“La evolución del déficit en cuenta corriente nortamericano es insostenible, aunque Greenspan lo interprete como señal positiva”, afirma Urí Dadush, alto funcionario del BIRF. “Cualquier acción tendiente a desactivar ese déficit y el fiscal adoptará formas muy difíciles de evaluar anticipadamente. Sin duda, exigirá ajustes en tipos de interes y en paridades cambiarias”.
Entretanto, el Banco Asiático de Desarrollo (BAD), presume que el crecimiento de la mayor economía en desarrollo (China), en términos de PBI, aflojará de 9,5% en 2004 a 8,5% anual en 2005 y menos de 8% en 2006. Al respecto, cabe apuntar que una reciente y espectacular noticia –China es la cuarta econompia mundial en términos de PBI- es engañosa. En esencia, porque no tiene presente que el PB y el ingreso por habitante son inferiores a los de una larga lista de países.
Algunos observadores (Hongkong, Singapur) sospechan que la cifra real de 2005 fue inferior a 8% y ha sido inflada para no irritar a Beijing. Pese al gesto político, el BAD sostiene que, tarde o temprano, China deberá revaluar el yüan. O sea, dejar ceder el dólar del actual YR 8,28 a alrededor de 7,50.
En otro plano, Greenspan y otros economistas financieros creen que un dólar en prolongada caída podrá reajustar el déficit comercial norteamericano sin muchos transtornos. Es decir, alentando exportaciones y encareciendo importaciones. Benjamin Bernanke y su grupo, por el contrario, imaginan que los déficit estadounidnese pueden, teóricamente, subir hasta el infinito, pues el resto de mundo seguirá dispuesto a financiar el consumo de los norteanericanos, los gastos del gobierno y sus guerras. “Los mercados de Estados Unidos son y serán los más seguros del mundo”, insiste Bernanke con fe de cruzado. Eso sugiere que el presidente entrante de la Reserva Federal prolongará los ajustes en tasas básicas y estimula al dólar.
En una postura muy diferente, analistas vinculados a la banca británica temen que inversores y ahorristas extranjeros, bancos centrales inclusive, pierdan el gusto por activos en dólares, entre ellos bonos de Tesorería (o sea, deuda federal). “No es díficil que cualquier síntoma desencadene una venta masiva. El dólar es una carta brava en la economía norteamericana y mundial”, afirma Payl Kasriel (Northern Trust).
Algunos informes de bancas privadas se atienen al último semestral del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), que reducía de 3,8 a 3,3% la proyección de alza en el producto bruto global (PBG) para 2005. Las factores dominantes en esta decisión son las firmes tasas largas de interés en Estados Unidos –picos de 4,72% anual- y Gran Bretaña. En diciembre, el Banco Central Europeo elevó la suya de 2 a 2,25% anual y adelanta una serie de ajustes.
En principio, los técnicos no creen posible una recesión mundial lisa y llana, temor que sí abrigan Saudiarabia y otras potencias petroleras. No obstante, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estima que el déficit norteamericano de pagos externos en cuenta corriente, relación clave entre la economía de EE.UU. y el resto del planeta, aumenta las probabilidades estadísticas de que surja esa recesión.
“La evolución del déficit en cuenta corriente nortamericano es insostenible, aunque Greenspan lo interprete como señal positiva”, afirma Urí Dadush, alto funcionario del BIRF. “Cualquier acción tendiente a desactivar ese déficit y el fiscal adoptará formas muy difíciles de evaluar anticipadamente. Sin duda, exigirá ajustes en tipos de interes y en paridades cambiarias”.
Entretanto, el Banco Asiático de Desarrollo (BAD), presume que el crecimiento de la mayor economía en desarrollo (China), en términos de PBI, aflojará de 9,5% en 2004 a 8,5% anual en 2005 y menos de 8% en 2006. Al respecto, cabe apuntar que una reciente y espectacular noticia –China es la cuarta econompia mundial en términos de PBI- es engañosa. En esencia, porque no tiene presente que el PB y el ingreso por habitante son inferiores a los de una larga lista de países.
Algunos observadores (Hongkong, Singapur) sospechan que la cifra real de 2005 fue inferior a 8% y ha sido inflada para no irritar a Beijing. Pese al gesto político, el BAD sostiene que, tarde o temprano, China deberá revaluar el yüan. O sea, dejar ceder el dólar del actual YR 8,28 a alrededor de 7,50.
En otro plano, Greenspan y otros economistas financieros creen que un dólar en prolongada caída podrá reajustar el déficit comercial norteamericano sin muchos transtornos. Es decir, alentando exportaciones y encareciendo importaciones. Benjamin Bernanke y su grupo, por el contrario, imaginan que los déficit estadounidnese pueden, teóricamente, subir hasta el infinito, pues el resto de mundo seguirá dispuesto a financiar el consumo de los norteanericanos, los gastos del gobierno y sus guerras. “Los mercados de Estados Unidos son y serán los más seguros del mundo”, insiste Bernanke con fe de cruzado. Eso sugiere que el presidente entrante de la Reserva Federal prolongará los ajustes en tasas básicas y estimula al dólar.
En una postura muy diferente, analistas vinculados a la banca británica temen que inversores y ahorristas extranjeros, bancos centrales inclusive, pierdan el gusto por activos en dólares, entre ellos bonos de Tesorería (o sea, deuda federal). “No es díficil que cualquier síntoma desencadene una venta masiva. El dólar es una carta brava en la economía norteamericana y mundial”, afirma Payl Kasriel (Northern Trust).