Al respecto, cabe una aclaración: en general, los medios hablan de repreciación del yüan, pero sus cifras muestran la depreciación del dólar. El mismo error hace que, cuando el euro sube de US$ 1,20 a 1,29 (+ 1,075%), se diga que el dólar se ha depreciado, que sería el guarismo simétrico opuesto.
Volviendo a China, la decisión del banco central –esta semana- rompió una “barrera psicológica” e hizo que varios analistas occidentales se entusiasmen “ante nuevas señales de flexibilidad”. Por supuesto, Washington salió a decir que eso era fruto de recientes presiones, algo que casi nadie toma en serio.
En tren de euforias a medida, los gurúes anuncian que otros países de Asia oriental harán lo mismo, pensando en Japón y Surcorea que, para tantos, equivalen a “Asia”, así como “Europa” equivale a Eurozona. Más aún, el “Wall Street journal” afirma que esa presunta ola de reajustes cambiarios “contribuirá a resolver desequilibrios en la economía global”. Pero esos desequilibrios los padece la segunda economía, Estados Unidos, no todo el mundo.
Nada de eso impide subrayar que, si se descuenta el 2,22% de la primera revaluación del yüan, quede apenas 1,41% de margen hasta la dispuesta ahora. Se trata de un ritmo apreciablemente inferior al de las demás monedas de la región. En todo caso, Beijing permite que su moneda suba o baje 0,3% diario respecto de una paridad media, definida por la canasta dólar-euro-yen.
Eso explica que, poco después de alcanzar un piso de YR 7,997, el cierre haya sido –este martes- de 8,003, con 7,998 como punto medio. Son elementos que no alcanzan. por ahora, para decir que –en adelante- el proceso se acelerará perceptiblemente. Máxime con un dólar tan débil como el de la semana pasada.
Al respecto, cabe una aclaración: en general, los medios hablan de repreciación del yüan, pero sus cifras muestran la depreciación del dólar. El mismo error hace que, cuando el euro sube de US$ 1,20 a 1,29 (+ 1,075%), se diga que el dólar se ha depreciado, que sería el guarismo simétrico opuesto.
Volviendo a China, la decisión del banco central –esta semana- rompió una “barrera psicológica” e hizo que varios analistas occidentales se entusiasmen “ante nuevas señales de flexibilidad”. Por supuesto, Washington salió a decir que eso era fruto de recientes presiones, algo que casi nadie toma en serio.
En tren de euforias a medida, los gurúes anuncian que otros países de Asia oriental harán lo mismo, pensando en Japón y Surcorea que, para tantos, equivalen a “Asia”, así como “Europa” equivale a Eurozona. Más aún, el “Wall Street journal” afirma que esa presunta ola de reajustes cambiarios “contribuirá a resolver desequilibrios en la economía global”. Pero esos desequilibrios los padece la segunda economía, Estados Unidos, no todo el mundo.
Nada de eso impide subrayar que, si se descuenta el 2,22% de la primera revaluación del yüan, quede apenas 1,41% de margen hasta la dispuesta ahora. Se trata de un ritmo apreciablemente inferior al de las demás monedas de la región. En todo caso, Beijing permite que su moneda suba o baje 0,3% diario respecto de una paridad media, definida por la canasta dólar-euro-yen.
Eso explica que, poco después de alcanzar un piso de YR 7,997, el cierre haya sido –este martes- de 8,003, con 7,998 como punto medio. Son elementos que no alcanzan. por ahora, para decir que –en adelante- el proceso se acelerará perceptiblemente. Máxime con un dólar tan débil como el de la semana pasada.