La moción de TCI, anticipada el martes por este sitio, consiste en exigir “una venta, fusión o desmantelamiento que maximice el precio final de los activos”. En el debate, 25,4% de los presentes rechazó la propuesta, 69,2% aceptó y 3,4% se abstuvo.
Pero las cosas no acabaron ahí. En medio de tumultos y hasta trompadas, los accionistas aprobaron una segunda moción de TCI (“The children’s investment” es su irónico nombre completo), donde aparece la “píldora envenada”. Exige, con 71,8% de votos presentes, “buscar activamente toda posibilidad de vender o fusionar el grupo íntegro al mayor precio asequible”.
Esto tiene un peso excepcional, pues la oferta de RBS y aliados (€ 72,200 millones) ya era 23,4% superior a la capitalización bursátil de ABN (58.500 millones) antes de hacerse la propuesta. Como también el banco central objeta el desarme de ABN, las movidas de TCI parecen coincidir con la postura del emisor al menos en parte. Así señalaba un informe de Dresdner Bank, difundido el martes.
A todo esto, la asamblea no pudo definirse entre las propuestas de Barclay’s y Royal Bank of Scotland (que ya no es “royal”), por razones de reglamento, pues eso compite a una reunión extraordinaria. Entretanto la batalla alarma a media Europa, especialmente a bancos no lo bastante grandes ni redituables para resistir tomas hostiles o compras apalancadas. En cuanto a Rijkman Groenink (presidente ejecutivo de ABN) y Arturo Martínez –junta supervisora-, siguen respaldando la oferta de Barclay’s (€ 67.000 millones según algunos, 64.500 millones según otros).
Como si fuera poco, la Securities & exchange commission (SEC, comisión de valores) ha puesto la mira sobre Barclay’s. Al parecer, su filial norteamericana –Barclay’s Capital- está sospechada de “insider’s trading”. También por la fiscalía federal de Nueva York.
La moción de TCI, anticipada el martes por este sitio, consiste en exigir “una venta, fusión o desmantelamiento que maximice el precio final de los activos”. En el debate, 25,4% de los presentes rechazó la propuesta, 69,2% aceptó y 3,4% se abstuvo.
Pero las cosas no acabaron ahí. En medio de tumultos y hasta trompadas, los accionistas aprobaron una segunda moción de TCI (“The children’s investment” es su irónico nombre completo), donde aparece la “píldora envenada”. Exige, con 71,8% de votos presentes, “buscar activamente toda posibilidad de vender o fusionar el grupo íntegro al mayor precio asequible”.
Esto tiene un peso excepcional, pues la oferta de RBS y aliados (€ 72,200 millones) ya era 23,4% superior a la capitalización bursátil de ABN (58.500 millones) antes de hacerse la propuesta. Como también el banco central objeta el desarme de ABN, las movidas de TCI parecen coincidir con la postura del emisor al menos en parte. Así señalaba un informe de Dresdner Bank, difundido el martes.
A todo esto, la asamblea no pudo definirse entre las propuestas de Barclay’s y Royal Bank of Scotland (que ya no es “royal”), por razones de reglamento, pues eso compite a una reunión extraordinaria. Entretanto la batalla alarma a media Europa, especialmente a bancos no lo bastante grandes ni redituables para resistir tomas hostiles o compras apalancadas. En cuanto a Rijkman Groenink (presidente ejecutivo de ABN) y Arturo Martínez –junta supervisora-, siguen respaldando la oferta de Barclay’s (€ 67.000 millones según algunos, 64.500 millones según otros).
Como si fuera poco, la Securities & exchange commission (SEC, comisión de valores) ha puesto la mira sobre Barclay’s. Al parecer, su filial norteamericana –Barclay’s Capital- está sospechada de “insider’s trading”. También por la fiscalía federal de Nueva York.