3El mercado del vapeo presenta un panorama complejo a escala global. Países como los de Reino Unido lo han integrado en sus políticas de salud pública como estrategia para reducir el tabaquismo, mientras que otras naciones mantienen restricciones estrictas.
En Reino Unido -donde el Gobierno fomenta el vapeo como medida para disminuir el consumo de tabaco-, el tabaquismo ha descendido notoriamente en los últimos años. A punto tal que, en 2024, el vapeo superó por primera vez al consumo de cigarrillos tradicionales, según los datos de Office for National Statistics.
En contraste, Argentina mantiene una prohibición desde 2011, aunque el consumo continúa en expansión a través de canales informales, lo que impide cualquier tipo de control sobre los productos que circulan.
Alberto Gómez Hernández, Policy Manager de la World Vapers’ Alliance -organización que representa a usuarios de vapeo a escala mundial-, analiza para Mercado la efectividad de distintos enfoques regulatorios, los desafíos de un mercado en disputa y las tensiones entre perspectivas muchas veces antagónicas.
¿Qué países están marcando el rumbo del mercado global del vapeo y qué los caracteriza?
Los países que hoy marcan el rumbo del mercado del vapeo son aquellos que lo integraron de manera inteligente a sus estrategias de salud pública. El caso más emblemático es el Reino Unido, donde el vapeo se promueve oficialmente como una herramienta eficaz para dejar de fumar, y el tabaquismo se encuentra en mínimos históricos. Nueva Zelanda siguió un camino similar y logró reducir rápidamente el consumo de cigarrillos al incorporar estas alternativas dentro de su política de salud pública.
Suecia, en cambio, está a un paso de convertirse en el primer país libre de humo gracias al vapeo y a las bolsas de nicotina, un producto innovador del que son los principales productores y exportadores. Japón es el principal mercado de productos de tabaco calentado y gracias a ello han logrado reducir las ventas de cigarrillos en más de un cincuenta por ciento.
Estos países tienen algo en común: reconocen la diferencia de riesgo entre los cigarrillos y otros productos, regulan en función de esa evidencia, equilibran la protección de los menores con el derecho de los adultos a elegir opciones más seguras e incentivan la innovación y el crecimiento.
Política pública e información, las claves
En Argentina, el vapeo crece a pesar de la prohibición. ¿Qué revela este dato sobre los límites de prohibir?
Que el vapeo siga creciendo a pesar de estar prohibido desde hace más de una década demuestra que la prohibición fracasó como política pública.
La demanda no desaparece por decreto. Los fumadores que buscan alternativas las consiguen, incluso en canales informales. El resultado es un mercado negro sin controles, sin verificación de edad y sin garantías de calidad. En lugar de proteger, la prohibición expone a los consumidores a mayores riesgos. Es una señal clara de que el modelo vigente no funciona y que Argentina necesita una regulación moderna que ordene el mercado.
¿Cuál es la importancia de generar una regulación clara sobre el vapeo en Argentina y por qué no está pudiendo lograrse en Argentina?
Una regulación moderna es vital para proteger la salud pública. Hoy los fumadores adultos acceden a productos sin control de calidad, y los menores están más expuestos porque en el mercado negro nadie controla la edad de los compradores.
Regular permitiría establecer estándares técnicos, sistemas de trazabilidad y mecanismos de verificación de edad. El mercado volvería a la formalidad, lo que facilitaría perseguir el comercio ilegal y castigar a quienes infrinjan la regulación. Protegeríamos más a los usuarios y dificultaríamos el acceso a los menores.
Las principales barreras son la inercia institucional de una normativa basada en la incertidumbre científica de 2011, la desinformación que aún equipara vapeo con tabaco, y el miedo político a modificar una postura cómoda. Pero esas barreras se superan con evidencia, diálogo y voluntad de actualizar una regulación que el tiempo volvió obsoleta.
El debate suele polarizarse entre “alternativa menos dañina” y “nueva forma de adicción”. ¿Cómo aborda la industria esa tensión?
Es importante aclarar un punto de partida. El vapeo no es un invento de la industria tabacalera, sino una innovación creada por un farmacéutico chino que buscaba una manera menos dañina de consumir nicotina. La nicotina genera dependencia, pero casi todos los daños que causa el cigarrillo provienen de otros ingredientes y, principalmente, de la combustión. El vapeo desliga el consumo de nicotina de la combustión, haciéndolo en torno a un 95% menos dañino. Con el tiempo, y a medida que los consumidores se volvieron más conscientes de los daños de los cigarrillos, la industria tabacalera también se ha visto obligada a actualizarse, incorporando tecnologías y productos de riesgo reducido para responder a una demanda social cada vez más informada.
Es cierto que vapear con nicotina genera dependencia, pero la mayoría de los usuarios son fumadores adultos que ya tienen esa dependencia, no logran dejar el cigarrillo por otros medios y buscan una alternativa más segura de mantener su consumo de nicotina.
El número de personas que se vuelven dependientes a la nicotina a través del vapeo es muy bajo, y en su mayoría son menores de edad que acceden a los productos a través del mercado negro. También hay que tener en cuenta que muchos de ellos también fuman cigarrillos o lo harían en caso de no poder acceder a un vapeador. El potencial del vapeo como nueva forma de adicción es, por tanto, muy limitado.
Estándares necesarios
¿Qué buenas prácticas deberían adoptar las empresas en un sector sensible?
Las empresas deben operar con estándares muy exigentes. Esto implica verificar la edad de cada comprador y no vender a menores de edad, evitar diseños o mensajes que puedan atraer a niños y adolescentes y ser completamente transparentes sobre los ingredientes y la dependencia que genera cada producto.
También deben asesorar a cada comprador sobre qué producto usar para dejar de fumar y cómo hacerlo; qué concentración de nicotina necesita en función de cuánto fuma, qué dispositivo es más conveniente, etc.
Es importante también involucrarse en campañas educativas que expliquen el rol de los productos de reducción de daño. En este sector, la responsabilidad corporativa es la base para construir confianza y garantizar la sostenibilidad a largo plazo.
¿Por qué existen percepciones tan distintas sobre el vapeo entre Gobiernos, consumidores y otros actores?
Las diferencias de percepción se deben a contextos regulatorios y niveles de información muy dispares. En países como Reino Unido o Nueva Zelanda, en los cuales los Gobiernos realizaron revisiones científicas rigurosas, se adoptó una mirada pragmática y basada en evidencia. En cambio, donde el debate estuvo dominado por titulares alarmistas, se instaló la idea errónea de que “vapear es igual o peor que fumar”. También influye la experiencia personal. Un exfumador que dejó el cigarrillo gracias al vapeo lo valora positivamente, mientras que quien nunca fumó puede verlo como un riesgo innecesario. En muchos países, la tradición prohibicionista y el enfoque paternalista del Estado pesa más que la lógica de reducción de daños.
¿Cómo influye la comunicación –o la desinformación– en el consumo y las regulaciones?
La comunicación define el comportamiento de los consumidores y las decisiones de política pública. Cuando la información es precisa y basada en ciencia, los fumadores comprenden que el vapeo no está exento de riesgos, pero sí es mucho menos dañino que seguir fumando, y se animan a hacer el cambio.
Contrariamente, cuando domina la desinformación, muchos creen que “es lo mismo”, lo que los desalienta a dejar el cigarrillo. En cuanto a lo regulatorio, la desinformación conduce a leyes mal diseñadas que censuran alternativas menos dañinas mientras el cigarrillo combustible sigue disponible. El costo de esas políticas lo pagan los fumadores con su salud y su vida.
¿Qué tendencias podrían transformar el mercado en los próximos años?
En los próximos años crecerá la variedad de productos acompañada de una diferenciación regulatoria. No todos los productos implican el mismo nivel de riesgo y deben tratarse de manera distinta.
Veremos la aparición y popularización en Argentina de más alternativas, como las bolsas de nicotina y los dispositivos de tabaco calentado. Idealmente, esta aparición vendrá de la mano de una regulación con exigencias de calidad, trazabilidad y control para enfrentar el comercio ilegal. También habrá una segmentación más clara enfocada en fumadores adultos que buscan dejar el tabaco.
En países que tienen marcos regulatorios más abiertos y que promueven la innovación, podrían aparecer nuevos productos que permitan consumir nicotina de formas menos dañinas, faciliten el cambio a millones de fumadores y salven millones de vidas.
C.M.
Imagen: prostooleh en Freepik












