lunes, 15 de diciembre de 2025

La gran escapatoria de Boeing: cómo el gigante aeroespacial evitó una condena penal — y qué significa eso para la justicia corporativa

Por Norberto E. Luongo

spot_img

Un giro judicial que salvó a un gigante

En una decisión que provocó tanto alivio como indignación, un juez federal estadounidense desestimó una acción penal contra la empresa fabricante de aeronaves Boeing, poniendo fin a años de incertidumbre legal sobre el papel de la compañía en los dos accidentes protagonizados por aviones de su modelo 737 Max, que causaron 346 muertes entre 2018 y 2019.

El juez de apelaciones Reed O’Connor, de Texas, hizo lugar a la solicitud del Departamento de Justicia (DOJ) de poner fin al caso. Aunque reconoció que “no estaba de acuerdo” con que retirar el cargo fuera un asunto de interés público, expresó que debía presumir que el gobierno estadounidense actuó “de buena fe”, y que carecía de autoridad para rechazar la petición. Su decisión exime a Boeing del cargo de conspiración para cometer fraude criminal, que amenazaba con dejar una marca permanente en el historial de la compañía.

La decisión representa una gran victoria legal para Boeing — y una amarga derrota para las familias de las víctimas, que exigían un juicio completo y que la empresa enfrentara una responsabilidad pública. El abogado de los demandantes, Paul Cassell, prometió apelar, calificando el resultado de “injusticia perpetrada a plena vista”.

Publicidad

Un breve repaso del caso

Tras los dos accidentes — en el mar de Java en 2018 y Etiopía en 2019 — fiscales estadounidenses acusaron a Boeing de haber engañado en su momento a los agentes reguladores federales acerca del software de control de vuelo crítico conocido como MCAS, que luego se descubrió había contribuido a ambos siniestros.

En 2021, Boeing firmó un acuerdo de enjuiciamiento diferido (DPA, por sus siglas en inglés) con el Departamento de Justicia (DOJ): admitió su culpabilidad, pagó la suma de 2.500 millones de dólares en multas y compensaciones, y prometió encarar amplias reformas en materia de seguridad. A cambio, el gobierno accedió a suspender la acusación si Boeing cumplía con los términos del acuerdo.

Pero cuando a principios de 2024, una puerta de un 737 Max 9 se desprendió en pleno vuelo, los fiscales acusaron a Boeing de haber violado ese acuerdo, reabriendo el caso penal. Inicialmente, el DOJ propuso un nuevo arreglo que requería que Boeing se declarara culpable, pagara otra multa de 243 millones de dólares y aceptara una supervisión de seguridad independiente. El juez O’Connor rechazó ese acuerdo, citando evidencias de debilidad en los mecanismos de supervisión.

Una propuesta revisada siguió este año: en lugar de declararse culpable, Boeing evitaría el juicio penal por completo pagando 1.100 millones de dólares en nuevos compromisos financieros y contratando a un consultor de cumplimiento independiente. El DOJ respaldó el plan — y el tribunal lo aceptó a regañadientes.

Lo que Boeing evitó al escapar de la condena

Una condena por conspiración de fraude criminal habría etiquetado a Boeing como un “delincuente corporativo” (corporate felon). Esa designación conlleva consecuencias mucho más graves que las simples multas o los titulares de prensa negativos.

  • En primer lugar, habría puesto en peligro la elegibilidad de Boeing para contratos de defensa y aeroespaciales con el gobierno de EE. UU., que representan el sustento principal de sus operaciones. La ley federal restringe la participación de empresas condenadas en licitaciones gubernamentales, y Boeing suministra desde aviones cazas hasta satélites y componentes paralas operaciones de la NASA.
  • En segundo lugar, un veredicto de culpabilidad habría desencadenado una cascada de demandas civiles de accionistas, aerolíneas y reguladores extranjeros — todos los cuales podrían haber usado la condena penal como prueba de responsabilidad y sustento de sus reclamos.
  • En tercer lugar, el tribunal habría impuesto una probation y un la supervisión de monitor independiente con amplios poderes, similar a los designados en los casos de Volkswagen y Credit Suisse (ver más abajo). Estos monitores responden directamente al DOJ, con autoridad total para auditar comunicaciones internas, programas de formación y decisiones ejecutivas. Por el contrario, el “consultor independiente” de Boeing informará a la junta directiva de la compañía, no al tribunal — una supervisión más laxa, que preserva la autonomía de Boeing.
  • Finalmente, y quizá lo más importante, la ausencia de una condena significa que la reputación y el estatus legal de Boeing permanecen intactos ante los reguladores, acreedores y socios internacionales. La empresa puede así seguir obteniendo préstamos, contratos, y continuar la venta de sus aviones sin el estigma de la culpabilidad penal.

¿Demasiado grande para ser condenado?

Para los críticos, este episodio pone de relieve una preocupación creciente: que algunas corporaciones se han vuelto “demasiado grandes para ser condenadas.” Al igual que los grandes bancos tras la crisis financiera de 2008, Boeing se considera sistémicamente importante — no solo para la economía estadounidense, sino también para la seguridad nacional.

Una condena penal, sostienen, podría haber provocado un efecto dominó a lo largo de las cadenas de suministro, puesto en riesgo miles de empleos, y comprometido la preparación de defensa de EE. UU. Eso puede explicar por qué el DOJ, pese a reconocer los fallos de Boeing, optó por el acuerdo antes que el show judicial.

Sin embargo, esta lógica plantea preguntas incómodas: si las corporaciones más grandes están protegidas de rendir cuentas de manera plena gracias a su tamaño y el rol decisivo que juegan en la economía de un país, ¿qué mensaje se envía entonces a las empresas más pequeñas — o a las víctimas que buscan justicia?

Lecciones de BP, Volkswagen y Credit Suisse

Para entender lo que significa para Boeing evitar una condena criminal, basta con mirar a las empresas que no tuvieron la misma suerte.

  • Tras la explosión de la plataforma Deepwater Horizon en 2010, British Petroleum se declaró culpable de 11 cargos de homicidio culposo y pagó 000 millones de dólares en sanciones penales. El gigante petrolero pasó años bajo probation y supervisión gubernamental, con la reputación de su marca gravemente dañada.
  • En 2017, Volkswagen admitió su culpa por fraude penal en el escándalo de emisiones llamado “Dieselgate”, pagando 300 millones de dólares en sanciones y teniendo que aceptar la supervisión de los tribunales. Además, varios ejecutivos enfrentaron penas de prisión.
  • En 2014, el Credit Suisse se declaró culpable de conspiración criminal por ayudar a ciudadanos estadounidenses a evadir impuestos, pagando 600 millones de dólares y quedando también sujeta a probation. Su reputación nunca se recuperó, y muchos analistas señalan que esa herida contribuyó de manera fundamental a su eventual colapso en 2023.

El impacto negativo de los antecedentes penales para las tres empresas fue severo, limitando ampliamente su capacidad para ganar contratos, obtener financiación o reconstruir la confianza. Boeing, en cambio, sale golpeada, pero sin condena — sin sufrir consecuencias de este tipo y con plena capacidad de seguir adelante, prácticamente intacta.

La respuesta de Boeing y la justificación del DOJ

Boeing insiste en que ha aprendido de las tragedias. “Estamos comprometidos a fortalecer nuestros programas de seguridad, calidad y cumplimiento”, expresó la compañía en un comunicado tras el fallo.

El DOJ defendió su decisión, alegando que el nuevo acuerdo “proporciona cierre a las víctimas y garantiza acciones inmediatas”. Los fiscales afirmaron que Boeing había hecho “avances significativos” en sistemas antifraude y gobernanza corporativa.

El juez O’Connor, sin embargo, fue tajante: calificó el razonamiento del DOJ de “poco serio” y cuestionó si el acuerdo realmente “garantiza la seguridad del público viajero”. No obstante, limitado por los precedentes legales, reconoció que carecía de autoridad para invalidar la decisión del gobierno.

Una cuestión de justicia

Para las familias de las víctimas, el resultado es un recordatorio doloroso de que la rendición de cuentas corporativa a menudo se detiene antes de llegar al tribunal.

Su argumento es sencillo: 346 personas murieron debido a decisiones y practicas engañosas de Boeing. La declaración del abogado Paul Cassell resumió la frustración: “Los tribunales no tienen por qué quedarse en silencio mientras se perpetra una injusticia.”

Aun así, la historia sugiere que la ley tiende a inclinarse hacia el pragmatismo. La decisión sobre Boeing refleja ese mismo equilibrio incómodo — una mezcla de rendición de cuentas y acomodamiento.

Conclusión: el precio de ser indispensable

La escapatoria de Boeing es más que una nota jurídica a pie de página; es más bien un retrato revelador de cómo a veces la justicia decide tratar a las corporaciones que son consideradas vitales para la estabilidad a nivel nacional.

La empresa pagará multas, soportará un riguroso escrutinio, y seguirá trabajando para reparar su dañada reputación — pero no llevará la marca indeleble de la culpabilidad penal. En términos financieros, el resultado tiene sentido. En términos morales, deja flotando una incómoda pregunta: cuando un fallo de seguridad tiene trágicas consecuencias en vidas humanas, y la empresa responsable es exonerada de responsabilidad por consideraciones más allá de lo estrictamente jurídico, ¿cuál es el verdadero alcance del término “justicia”?

spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img

CONTENIDO RELACIONADO