Un reciente sondeo de Wall Street Journal-NORC revela un marcado descenso en la creencia de los estadounidenses de que el trabajo duro conduce al éxito económico: solo el 25% de los encuestados siente que tiene buenas posibilidades de mejorar su nivel de vida, el nivel más bajo desde 1987. Peor aún: casi el 70% duda de la validez del Sueño Americano, y más de tres cuartas partes no confían en que la próxima generación pueda prosperar económicamente.
Quizás uno de los aspectos más interesantes de este relevo es que el pesimismo no se limita solo a ciertos segmentos de la población; por el contrario, es detectable a lo largo de todas las afiliaciones políticas, niveles de ingresos y grupos demográficos. Por ejemplo, entre los hogares con ingresos superiores a $100,000 anuales, más de la mitad reporta dificultades para costear los gastos en vivienda y educación, mientras que el 40% teme que la automatización y la inteligencia artificial reduzcan su estabilidad laboral. Entre las generaciones más jóvenes, el desencanto es todavía mayor: solo el 18% de los menores de 35 años cree que sus esfuerzos laborales garantizarán mejoras económicas sustanciales, reflejando una brecha generacional profunda en cuanto a expectativas económicas.
Además, factores como el aumento del costo de vida, la inflación acumulada de los últimos cinco años y las políticas comerciales que afectan los precios domésticos han generado un sentimiento de fragilidad financiera incluso en los hogares de clase media-alta. Conforme señala Axios News, a pesar de indicadores macroeconómicos positivos —como la baja inflación reciente y una tasa de desempleo relativamente estable—, la percepción pública es que la movilidad económica es cada vez más limitada, lo que pone en evidencia un desfase entre los datos oficiales y la experiencia económica cotidiana.
La encuesta, realizada en julio de 2025 con 1,527 adultos, evidencia una desconexión entre los indicadores económicos tradicionales y la percepción pública. Mientras las estadísticas muestran estabilidad y un nivel de crecimiento moderado en ciertos sectores, la mayoría de los estadounidenses asegura que existen barreras estructurales al éxito, tales como la concentración de riqueza, la desigualdad educativa y la dificultad para acceder a créditos hipotecarios, desafiando la narrativa del Sueño Americano.
Causas
Los hallazgos subrayan un creciente desencanto con la narrativa tradicional de la meritocracia. Aunque la economía crece y ciertos sectores presentan oportunidades laborales con una alta remuneración —como la tecnología, las finanzas y la energía limpia—, la mayoría de los ciudadanos siente que estas oportunidades son cada vez más inaccesibles.
Según Time Magazine, entre los factores que alimentan esta desconfianza se encuentran:
Este desencanto es particularmente pronunciado entre los jóvenes y las familias de ingresos medios y bajos, que enfrentan una disminución en la movilidad social intergeneracional, socavando la idea de que cada generación puede vivir mejor que la anterior.
Cursos de acción
Los estudios conducidos proponen una serie de medidas cuya adecuada implementación podría tener efectos positivos para revertir esta tendencia. Entre ellos, destacan los siguientes.
Se requiere un enfoque integral que aborde la estabilidad laboral, el crecimiento salarial y el acceso a una vivienda. Políticas como incentivos fiscales para la construcción de viviendas asequibles, cierta regulación del mercado de alquiler y estímulos para sectores estratégicos pueden ayudar a restaurar la confianza en el sistema económico.
La educación y la formación vocacional son esenciales para preparar a los trabajadores ante los cambios tecnológicos y la automatización. Programas de reentrenamiento, becas accesibles y alianzas entre empresas y universidades pueden facilitar la transición hacia empleos de mayor valor agregado.
La alfabetización financiera resulta vital para permitir a los ciudadanos a tomar decisiones inteligentes sobre ahorro, inversión y planificación de jubilación. Ello no solo reporta beneficios económicos, sino algo tanto o quizás más importante aún: la reducción de la ansiedad sobre la seguridad económica futura, aumentando la resiliencia financiera de los hogares.
Es crucial que las políticas de crecimiento económico beneficien a todos los segmentos de la población, especialmente a los más vulnerables. Esto incluye medidas para reducir la brecha de ingresos, fortalecer la movilidad social y garantizar que las oportunidades estén al alcance de varias generaciones.
El deterioro de la fe en el Sueño Americano refleja problemas estructurales profundos dentro de la economía estadounidense. No basta con presentar indicadores macroeconómicos positivos; es necesario un enfoque que combine reformas políticas, inversión en capital humano y crecimiento inclusivo.
Solo mediante estas acciones se podrá revitalizar la promesa de prosperidad a través del trabajo duro y asegurar que las futuras generaciones puedan aspirar a una vida mejor que la anterior, recuperando la confianza en el ideal que ha definido a Estados Unidos durante décadas.












