Este texto constituye un ejercicio de reflexión analítica, y no una afirmación concluyente. Es imposible determinar con certeza cuál sería la postura de Domingo Faustino Sarmiento frente a un texto normativo gestado más de un siglo después de su muerte. Sin embargo, el análisis de cualquier proyecto de ley que aspire a redefinir la arquitectura educativa argentina está obligado a recurrir al pensamiento de Domingo Faustino Sarmiento. Su figura no es solo un recuerdo histórico; es el eje conceptual alrededor del cual se forjó la idea misma del Estado Educador en la Argentina. Dado que Sarmiento es el arquitecto fundacional y el promotor principal de la educación pública, gratuita y obligatoria en Argentina, resulta imprescindible contrastar los pilares de su pensamiento con las propuestas estructurales del Proyecto de Ley de Libertad Educativa (PLL).
La Ley 1420 (1884), si bien se promulgó post-mortem, es la materialización de un proyecto intelectual que Sarmiento forjó a partir de su Educación Popular (1849) y de su gestión como presidente. Su visión impuso un modelo de Estado que se autorresponsabiliza por el destino cívico e intelectual de la nación. El PLL, al proponer una reconfiguración ideológica, regulatoria y económica de la educación, sustituye esta tradición centralizadora por la doctrina de la subsidiariedad y la primacía de la libre elección individual.
El análisis siguiente se concentra en el conflicto de paradigmas que surge al someter los ejes del proyecto sarmientino a la lógica de competencia y desregulación propuestas por el PLL. Mi conclusión, fundamentada con palabras extraídas de los escritos sarmientinos, es que, si bien el prócer sanjuanino podría haber celebrado la búsqueda de excelencia, se opondría de manera radical a los mecanismos propuestos por el PLL, por considerarlos un desmantelamiento de los pilares esenciales de la cohesión nacional y la construcción cívica.
El rol y la función del Estado: la colisión entre el deber principal y la figura del garante subsidiario
El principal punto de fricción es la concepción del Estado. Para Sarmiento, la Educación no era una mera prestación, sino el deber cívico y político supremo del Gobierno. Su misión no era garantizar un acceso mínimo, sino crear la infraestructura humana y material de la civilización misma.
En Educación Popular, Sarmiento establece una exigencia de control y provisión que recae indelegablemente sobre el aparato estatal:
“…deber del Gobierno, hacer que las leyes, los decretos, los periódicos oficiales, los oficinistas, todo lo que emana de la nación o la representa, llevase el sello de las decisiones de la Universidad nacional.”
Esta cita pone de manifiesto que el Gobierno debe ser el estándar de lo “perfecto, lo legal, lo sancionado”. La Educación, para Sarmiento, era una “necesidad colectiva” que demandaba la acción directa del Gobierno para proveer la escuela, la formación docente y los contenidos. El diseño de los espacios escolares (la “edilicia escolar”) y la formación del magisterio (las Escuelas Normales) eran una “obligación del gobierno de proveer educación”.
El Conflicto con la Subsidiariedad
El PLL transforma al Estado de “responsable principal e indelegable” a un mero “garante de la accesibilidad y la validez de las titulaciones”. El principio de subsidiariedad implica que el Estado solo debe intervenir cuando la responsabilidad familiar o la iniciativa social fallen.
Sarmiento vería en esta restricción una renuncia inaceptable a la misión fundacional. Su objetivo era construir una nación:
“La instrucción social para hacer una nación prudente. La instrucción corporal para hacerla fuerte. La instrucción técnica para hacerla experta y la instrucción científica para hacerla pensadora.”
Reducir al Estado a la función de “garante” pone en riesgo este proyecto integral. Si la educación busca hacer una nación “pensadora” y “prudente”, el control sobre el contenido y la calidad debe ser central. La subsidiariedad, al centrarse en la habilitación de la demanda , diluye el poder del Estado para imponer el modelo civilizador y la “instrucción pública”. El propósito sarmientino no era gestionar el mercado, sino construir el Estado.
Financiamiento: la estabilidad del fondo estatal contra la inestabilidad del voucher
El financiamiento es el mecanismo más concreto del modelo estatal. Sarmiento, observando sistemas extranjeros, promovió la idea de que la educación debía tener un fondo estable e inamovible para garantizar su continuidad, independientemente de los vaivenes políticos y económicos.
La solución que él consideraba esencial para el pacto político era “el establecimiento de un fondo estatal permanente para las escuelas primarias”.
El Conflicto con la Flexibilidad Fiscal y el Voucher:
- Eliminación del Piso de Gasto: El PLL deroga la ley vigente hoy, la Ley de Educación Nacional (LEN), eliminando automáticamente la garantía de que el presupuesto educativo “no será inferior al seis por ciento (6%) del Producto Interno Bruto (PIB)”. Sarmiento, que luchó por independizar el financiamiento educativo mediante rentas propias, vería esta eliminación como un acto de profundo riesgo, pues expone la inversión a la “discrecionalidad presupuestaria anual”.
- El Sistema de Vales (Vouchers): El PLL redefine la asignación de recursos a privados, promoviendo “vales educativos (vouchers), becas, créditos fiscales u otros instrumentos equivalentes, orientados a asegurar la ‘libre elección de la institución educativa'”.
Sarmiento abogaba por financiar la oferta (escuelas, edificios , maestros), es decir, el Estado financia la función social. El sistema de vouchers financia la demanda (la familia), obligando a las escuelas a competir por el dinero público que sigue al alumno.
Esta lógica mercantil introduce una inestabilidad que atenta contra el proyecto de cobertura universal, especialmente en áreas rurales o vulnerables donde la oferta pública generalmente es la única existente. Al depender de la elección individual, el financiamiento se retira de las escuelas con menos marketing o peor rendimiento inicial, contradiciendo el espíritu de la “escuela común, gratuita, obligatoria y laica para todos los chicos del país”.
Cohesión nacional y autonomía curricular: la uniformidad del Estado contra la dispersión de la elección
Sarmiento fue un promotor de la estandarización y la uniformidad de la enseñanza. Creía que solo a través de un sistema coordinado y técnicamente moderno se podía construir la unidad cívica y social necesaria.
Admiraba los resultados de los sistemas que aplicaban la enseñanza uniforme, pues generaban:
“…una actividad mental más grande, mayor capacidad de mejora en las más ínfimas clases del pueblo, que no solamente sabe mas, sino que es más capaz de aprender.”
La uniformidad era la herramienta para democratizar la “capacidad de mejora”. La educación, además, debía inculcar una ética política fundamental:
“…al niño y al niño de estos paises con más especialidad, débesele inculcar con las primeras nociones de Dios, de. religion, de humanidad, las de patria, Democracia y República. que forman otra religion que amplia y complementa la primera. faz de la educacion del futuro ciudadano.”
El Conflicto con la Autonomía Pedagógica:
El PLL establece una amplia “autonomía institucional y pedagógica” y limita la injerencia estatal al definir los Contenidos Mínimos Comunes (CMC) en un máximo de 540 horas anuales. El tiempo restante debe destinarse al Espacio de Autonomía Curricular (EAC).
Esta reducción del currículo obligatorio y el amplio espacio de autonomía curricular habrían sido vistos por Sarmiento como un debilitamiento de la función cívica del Estado. El currículo era el vehículo para esa “religión” de la patria y la República ; fragmentarlo en favor de proyectos pedagógicos particulares introduce el riesgo de que el contenido esencial para la unidad nacional quede diluido o supeditado a intereses ideológicos, económicos o religiosos particulares. La autonomía, en este contexto, es la antítesis de la centralización que Sarmiento impulsó para forjar la República.
Además, el PLL “constitucionaliza la desregulación” , exigiendo que cualquier intervención estatal se someta a principios de estricta “necesidad, subsidiariedad, razonabilidad y proporcionalidad”. Este blindaje legal de la autonomía institucional habría sido percibido como una traba al poder del Estado de imponer la técnica y el estándar necesario para la civilización.
Gobernanza y familia: el liderazgo técnico frente al cogobierno parental
El proyecto sarmientino, apoyado en el Normalismo , se basó en la profesionalización de la docencia y la dirección escolar. La gestión debía ser técnica y jerárquica, alejada de la inercia local y de las “prácticas comunales que permitieron la acción de los personajes notables”. Por suerte en el proyecto actual desaparecido la idea de que los Consejos Escolares de Padres tuvieran la facultad de “nombrar y remover al Director de la institución” en las escuelas estatales pero en el inicio fue una luz amarilla ante la necesidad de dotar a la actividad docente de cualidades profesionales, aumentando la capacitación y las habilidades requieridas para ejercerla con mayor eficacia y reconocimiento, transformando a “aficionados” en “expertos” mediante formación, actualización constante y la adopción de estándares, técnicas y ética propias de la profesión, ya sea en el sector público o privado.
El Conflicto con la Dirección Ejecutiva Parental:
Sarmiento vería en esto el retorno de la inestabilidad y la politización que él combatió. Su modelo exigía que la dirección rindiera cuentas a la técnica pedagógica y al Estado que la había formado en la Escuela Normal, no a la “demanda local”. La entrega del poder de remoción a los usuarios (la familia) introduce un mecanismo de “accountability local” que prioriza la satisfacción inmediata de la demanda sobre la continuidad pedagógica y la autoridad profesional del director.
El Conflicto con el Homeschooling
El PLL reconoce y regula la Educación en el Hogar (Homeschooling), validando la educación por el resultado (logro de los CMC) y no por el proceso (asistencia institucional).
Para Sarmiento, la escuela era fundamentalmente un espacio socializador. No solo se aprendían contenidos, sino también la “urbanidad y la educación cívica como disciplinas escolares”. La obligatoriedad de la escuela común buscaba precisamente sacar al niño de la esfera doméstica y privada para integrarlo en la esfera pública y cívica, donde se forja la República. El Homeschooling separa el proceso de enseñanza del entorno institucional, destruyendo la función de la escuela como crisol social e integrador. Sarmiento no validaría una modalidad que permitiera el desarrollo de la formación cívica y social fuera del ámbito de control estatal y de la experiencia colectiva
Igualdad de oportunidades: la escuela común como nivelador social frente a la equidad competitiva
El gran legado moral de Sarmiento fue la “igualdad de oportunidades” que la escuela común prometía. Para él, todos los problemas de la nación eran, en esencia, “problemas de educación”. La escuela era el motor que permitiría el ascenso social y el desarrollo de la República. Esta visión se sintetiza en su frase:
“Hombre, pueblo, Nación, Estado, todo: todo está en los humildes bancos de la escuela.”
El Conflicto con la Competencia y la Segregación:
La LEN se centraba en la equidad de acceso (universalidad). El PLL cambia la prioridad a la equidad de resultados y el rendimiento competitivo.
Para que el modelo de vouchers funcione, el PLL exige la publicación anual de resultados de la evaluación censal “desagregada por institución educativa”. Esta publicación actúa como una señal de mercado que, al combinarse con el vale educativo, incentiva la libre elección de los padres.
Sarmiento vería en esta dinámica un grave riesgo de segregación escolar. Las familias más informadas y con mayor capital social migrarían hacia los centros mejor ranqueados, llevándose consigo el financiamiento público (el vale). Este proceso descapitalizaría a las escuelas públicas en contextos de alta vulnerabilidad. El fomento de la competencia y la rendición de cuentas por resultados, si bien busca la excelencia, socava el propósito integrador y nivelador de la escuela común. Sarmiento, que buscaba la unificación de la sociedad en el espacio público, no avalaría un sistema que estructuralmente incentiva la fragmentación social y la selección adversa.
Conclusión: la Negativa a un Estado diminuido
La postura hipotética de Domingo Faustino Sarmiento frente al Proyecto de Ley de Libertad Educativa sería de un rechazo fundamental, no necesariamente a la idea de la excelencia educativa -que él siempre persiguió-, sino a los mecanismos propuestos para alcanzarla.
Sarmiento habría condenado el PLL por tres razones principales:
- Reducción del Estado: Se opuso a la figura de un Estado subsidiario, pues su proyecto requería un Gobierno activo, proveedor principal, capaz de imponer el estándar de la civilización y el civismo en cada rincón del territorio.
- Inestabilidad financiera y mercantilización: Habría criticado la eliminación de la garantía del gasto del PIB y la introducción del voucher , mecanismos que someten el financiamiento a la lógica de mercado, minando la estabilidad del “fondo estatal permanente” necesario para la educación popular.
- Fragmentación cívica y social: El PLL, con su énfasis en la autonomía curricular y el reconocimiento del homeschooling , rompe con el proyecto de uniformidad y cohesión nacional que Sarmiento consideraba la única vía para forjar ciudadanos aptos para la República.
Sarmiento dedicó su vida a dotar al Estado argentino del poder institucional para sacar a la nación de la “barbarie” a través de la instrucción. El PLL es un proyecto de desregulación que busca limitar ese poder, trasladando el control y la responsabilidad de la esfera pública planificada a la esfera privada y competitiva. El arquitecto de la educación pública no consentiría el desmantelamiento de la estabilidad y la centralidad del Estado Educador, institución que él consideraba el único motor capaz de garantizar que el destino de la nación se decidiera en “los humildes bancos de la escuela”.












