Volkswagen y la crisis de la industria automotriz brasileña

El anuncio de Volkswagen de que eliminará cerca de 4.000 empleos de sus fábricas en Brasil expone la magnitud de la crisis de la industria automovilística brasileña, agobiada por una dramática caída de las ventas en el mercado interno.

22 julio, 2003

La multinacional alemana, que es la mayor ensambladora de Brasil, tiene 24.800 empleados en sus cinco fábricas en el país, pero 3.933 de ellos, que corresponden al 16 por ciento de la plantilla, fueron considerados por la empresa como “excedentes” por el bajo ritmo de producción de la plantas.

Para evitar los despidos directos la compañía creó una nueva empresa, llamada Autovisión Brasil, que se encargará de acomodar a los trabajadores sobrantes en otras compañías del sector.
“Como en Alemania, la Autovisión Brasil está siendo creada para reunir talentos y experiencia existentes en Volkswagen do Brasil y transformarlos en negocios viables que generen empleos”, expresó el responsable del grupo alemán para América del Sur y Africa, Peter Hartz, en un comunicado.

El plan de Volkswagen aparentemente tiene la bendición del gobierno nacional, pues la compañía informó de que Hartz y el presidente de la empresa en Brasil, Paul Fleming, informaron del proyecto al presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, en una reunión en la que también estuvieron presentes sus ministros de Hacienda y Desarrollo, Industria y Comercio.
“No vamos a hacer despidos”, aseguró el vicepresidente de Recursos Humanos de la empresa, Joao Rached. Afirmó que la filial ha aplicado además otros recursos, como la reducción de la jornada laboral y la flexibilidad de horarios con tal de preservar los puestos de trabajo.

Volkswagen informó de que en los últimos años hizo fuertes inversiones en Brasil y aumentó su capacidad de producción para más de 3.000 vehículos diarios, pero la depresión del mercado interno ha dejado a sus fábricas con una capacidad ociosa del 35 por ciento.

La situación de Volkswagen es el reflejo de la crisis que se arrastra por la otrora poderosa industria brasileña del motor, que opera casi que a media máquina por la caída del 8,2 por ciento en las ventas internas en el primer semestre del año.
El problema no es nuevo, pues el año pasado las ventas domésticas cayeron el 7,2 por ciento en comparación con 2001.
La baja demanda ha sido atribuida a los altos intereses vigentes en el país, la reducción del poder de compra de los trabajadores y la escasez de créditos, que restringen el acceso de buena parte de la población a un mercado en el que el 70 por ciento de las ventas son financiadas.

Pese a que los fabricantes han recurrido a las promociones y planes especiales con tal de vender, miles de vehículos nuevos están estacionados en sus patios, el mercado no reacciona y los fabricantes consideran que, en el mejor de los casos, las ventas de este año serán similares a las de 2002.

Otras empresas del sector han tenido que recurrir a vacaciones colectivas y planes de jubilación voluntarios para ajustar la producción a la demanda del mercado.
Fiat, líder nacional de ventas, anunció que 1.000 trabajadores de su fábrica en Betim, en el estado de Minas Gerais, que tiene 8.000 empleados, entraron hoy en vacaciones colectivas de diez días, período durante el cual dejarán de producirse 3.200 vehículos.
“Las vacaciones colectivas son un recurso para evitar despidos en momentos en que el mercado está flojo, pero esperamos que esta parada técnica sea la última del año”, dijo a la agencia de noticias EFE Guilherme Pena, uno de los portavoces de la fábrica.
La General Motors, tercera en ventas internas, después de Fiat y Volkswagen, lanzó la semana pasada un plan de bajas masivas con el que aspira a atraer a unos 350 empleados de su planta en Sao Caetano de Sul, estado de Sao Paulo, pero su director de Ventas, Claudio Torres, advirtió que si el mercado no se recupera la empresa puede ordenar despidos.

El gobierno brasileño discute desde hace meses con los fabricantes un plan de incentivos para la industria del motor, como la reducción de la carga fiscal, pero el proyecto no ha salido del papel.
La industria automovilística brasileña, que tiene capacidad para producir 3,2 millones de vehículos por año, tiene una ociosidad del 40 por ciento, y su cadena productiva emplea a unos 1,3 millones de personas, según la Asociación Nacional de Fabricantes de Vehículos Automotores.

Fuente: EFE

La multinacional alemana, que es la mayor ensambladora de Brasil, tiene 24.800 empleados en sus cinco fábricas en el país, pero 3.933 de ellos, que corresponden al 16 por ciento de la plantilla, fueron considerados por la empresa como “excedentes” por el bajo ritmo de producción de la plantas.

Para evitar los despidos directos la compañía creó una nueva empresa, llamada Autovisión Brasil, que se encargará de acomodar a los trabajadores sobrantes en otras compañías del sector.
“Como en Alemania, la Autovisión Brasil está siendo creada para reunir talentos y experiencia existentes en Volkswagen do Brasil y transformarlos en negocios viables que generen empleos”, expresó el responsable del grupo alemán para América del Sur y Africa, Peter Hartz, en un comunicado.

El plan de Volkswagen aparentemente tiene la bendición del gobierno nacional, pues la compañía informó de que Hartz y el presidente de la empresa en Brasil, Paul Fleming, informaron del proyecto al presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, en una reunión en la que también estuvieron presentes sus ministros de Hacienda y Desarrollo, Industria y Comercio.
“No vamos a hacer despidos”, aseguró el vicepresidente de Recursos Humanos de la empresa, Joao Rached. Afirmó que la filial ha aplicado además otros recursos, como la reducción de la jornada laboral y la flexibilidad de horarios con tal de preservar los puestos de trabajo.

Volkswagen informó de que en los últimos años hizo fuertes inversiones en Brasil y aumentó su capacidad de producción para más de 3.000 vehículos diarios, pero la depresión del mercado interno ha dejado a sus fábricas con una capacidad ociosa del 35 por ciento.

La situación de Volkswagen es el reflejo de la crisis que se arrastra por la otrora poderosa industria brasileña del motor, que opera casi que a media máquina por la caída del 8,2 por ciento en las ventas internas en el primer semestre del año.
El problema no es nuevo, pues el año pasado las ventas domésticas cayeron el 7,2 por ciento en comparación con 2001.
La baja demanda ha sido atribuida a los altos intereses vigentes en el país, la reducción del poder de compra de los trabajadores y la escasez de créditos, que restringen el acceso de buena parte de la población a un mercado en el que el 70 por ciento de las ventas son financiadas.

Pese a que los fabricantes han recurrido a las promociones y planes especiales con tal de vender, miles de vehículos nuevos están estacionados en sus patios, el mercado no reacciona y los fabricantes consideran que, en el mejor de los casos, las ventas de este año serán similares a las de 2002.

Otras empresas del sector han tenido que recurrir a vacaciones colectivas y planes de jubilación voluntarios para ajustar la producción a la demanda del mercado.
Fiat, líder nacional de ventas, anunció que 1.000 trabajadores de su fábrica en Betim, en el estado de Minas Gerais, que tiene 8.000 empleados, entraron hoy en vacaciones colectivas de diez días, período durante el cual dejarán de producirse 3.200 vehículos.
“Las vacaciones colectivas son un recurso para evitar despidos en momentos en que el mercado está flojo, pero esperamos que esta parada técnica sea la última del año”, dijo a la agencia de noticias EFE Guilherme Pena, uno de los portavoces de la fábrica.
La General Motors, tercera en ventas internas, después de Fiat y Volkswagen, lanzó la semana pasada un plan de bajas masivas con el que aspira a atraer a unos 350 empleados de su planta en Sao Caetano de Sul, estado de Sao Paulo, pero su director de Ventas, Claudio Torres, advirtió que si el mercado no se recupera la empresa puede ordenar despidos.

El gobierno brasileño discute desde hace meses con los fabricantes un plan de incentivos para la industria del motor, como la reducción de la carga fiscal, pero el proyecto no ha salido del papel.
La industria automovilística brasileña, que tiene capacidad para producir 3,2 millones de vehículos por año, tiene una ociosidad del 40 por ciento, y su cadena productiva emplea a unos 1,3 millones de personas, según la Asociación Nacional de Fabricantes de Vehículos Automotores.

Fuente: EFE

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