Volkswagen: ¿un desastre para Porsche y sus ejecutivos?

Tres medios de Europa occidental albergan serias dudas sobre Ferdinand Piëch, Wendelin Wiedeking y su aventura en Volkswagen. Las recientes movidas ocultan, se sospecha, ambiciones peligrosas para la compañía.

Instrumento de Piëch, Wiedeking es director ejecutivo de Porsche, una firma muy pequeña en relación con Volkswagen, la mayor automotriz de la Unión Europea. Su oferta para elevar de 20 a casi 31% la porción en el paquete, no es considerada seria por ltres publicaciones especializadas: “Financial times, Economist” y “Wall Street journal”.

La explicación, que tampoco convence a la Deustche Börse (Fráncfort), es la misma desde que empezaron a comprar títulos en septiembre de 2005: respaldar los convenios de cooperación entre VW, Audi (su división de precio alto) y Porsche. Eso determina que, de frente, el Audi ya se parezca demasiado al Vento o al Suran de VW (modelos de menor precio). También influye en el diseño de la plataforma donde se basan el Porsche Cayenne, el Audi Q7 y el VW Touareg. No parece buena estrategia de marketing.

Un asalto al paquete VW que desestabilice la empresa o una compra apalancada crearían –afirman Piëch o Wiedeking- una crisis en las tres marcas. Por eso, han gastado unos € 3.800 millones para reunir casi 31% de VW, proporción que alcanza 51º% con el 20% en manos de baja Sajonia. Esto exige que ambos accionistas se lleven de acuerdo, claro.

Ese estado de cosas tal vez no dure. Christian Wulf, primer ministro de la provincia, no descarte subir a 25% la participación. No desea ser mero peón de Porsche en el directorio ni permitir que Piëch repita lo de 2006: echar al presidente ejecutivo de VW (mucho antes de vencer su mandato) porque no le gustaba el plan pro recorte de costos).

Wiedeking y Hogler Härter, director financiero, aumentaron esa participación la semana pasada porque están seguros de tres cosas. Una, el OK del clan Piëch-Porsche. Dos, haber cotizado un monto superior al precio obligatorio para una oferta hostil (€ 77,65 por acción). Tres, que tarde o temprano el gobierno federal revocará la “ley VW” de 1960, que limita los derechos de voto de cualquier accionista a 20%. También otorga a Berlín y al estado sajón cargos en el directorio. Por de pronto, la Comisión Europea pidió en febrero abolir esa ley y esto llegará a la corte europea este mismo año.

En realidad, las movidas de Piëch-Wiedeking se parecen a las de los fondos de cubertura o compras apalancadas. Sólo que el objeto es impedir que haya cambios estratégicos; no al revés: la pareja no quiere reestructurar VW. Porsche, a la sazón, ha desechado difundir informes financieros trimestrales, lo cual la excluye de varias bolsas y genera demandas judiciales que la firma está perdiendo. En suma, Piëch y Wiedeking se cuentan entre los pocos ejemplares del mundillo empresario que “aún no reciben un merecido castigo”, en palabras del “Economist”. Pero los tiempos se acortan.

Instrumento de Piëch, Wiedeking es director ejecutivo de Porsche, una firma muy pequeña en relación con Volkswagen, la mayor automotriz de la Unión Europea. Su oferta para elevar de 20 a casi 31% la porción en el paquete, no es considerada seria por ltres publicaciones especializadas: “Financial times, Economist” y “Wall Street journal”.

La explicación, que tampoco convence a la Deustche Börse (Fráncfort), es la misma desde que empezaron a comprar títulos en septiembre de 2005: respaldar los convenios de cooperación entre VW, Audi (su división de precio alto) y Porsche. Eso determina que, de frente, el Audi ya se parezca demasiado al Vento o al Suran de VW (modelos de menor precio). También influye en el diseño de la plataforma donde se basan el Porsche Cayenne, el Audi Q7 y el VW Touareg. No parece buena estrategia de marketing.

Un asalto al paquete VW que desestabilice la empresa o una compra apalancada crearían –afirman Piëch o Wiedeking- una crisis en las tres marcas. Por eso, han gastado unos € 3.800 millones para reunir casi 31% de VW, proporción que alcanza 51º% con el 20% en manos de baja Sajonia. Esto exige que ambos accionistas se lleven de acuerdo, claro.

Ese estado de cosas tal vez no dure. Christian Wulf, primer ministro de la provincia, no descarte subir a 25% la participación. No desea ser mero peón de Porsche en el directorio ni permitir que Piëch repita lo de 2006: echar al presidente ejecutivo de VW (mucho antes de vencer su mandato) porque no le gustaba el plan pro recorte de costos).

Wiedeking y Hogler Härter, director financiero, aumentaron esa participación la semana pasada porque están seguros de tres cosas. Una, el OK del clan Piëch-Porsche. Dos, haber cotizado un monto superior al precio obligatorio para una oferta hostil (€ 77,65 por acción). Tres, que tarde o temprano el gobierno federal revocará la “ley VW” de 1960, que limita los derechos de voto de cualquier accionista a 20%. También otorga a Berlín y al estado sajón cargos en el directorio. Por de pronto, la Comisión Europea pidió en febrero abolir esa ley y esto llegará a la corte europea este mismo año.

En realidad, las movidas de Piëch-Wiedeking se parecen a las de los fondos de cubertura o compras apalancadas. Sólo que el objeto es impedir que haya cambios estratégicos; no al revés: la pareja no quiere reestructurar VW. Porsche, a la sazón, ha desechado difundir informes financieros trimestrales, lo cual la excluye de varias bolsas y genera demandas judiciales que la firma está perdiendo. En suma, Piëch y Wiedeking se cuentan entre los pocos ejemplares del mundillo empresario que “aún no reciben un merecido castigo”, en palabras del “Economist”. Pero los tiempos se acortan.

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